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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Después de seis rondas de conversaciones entre israelíes y palestinos, iniciadas al final de julio pasado, tras más de tres años desde que fueron suspendidas las negociaciones de paz entre ambos bandos, se registraron filtraciones de la parte palestina en relación a que “la propuesta israelí de fronteras es inaceptable para la Autoridad Palestina, en virtud que las demandas de seguridad del Estado judío quitan un 40.0% de tierras de Cisjordania en donde gobierna la Autoridad Palestina”.

Cabe recordar, que del territorio total de la antigua Palestina, a Israel le corresponde, en el presente, el 78.0% en donde habitan aproximadamente 6 millones de judíos y casi 2 dos millones de árabes; en Cisjordania, 20.3% del territorio, donde viven 3 millones de palestinos y 650,000 judíos, la mitad en el denominado Gran Jerusalén. Cisjordania está dividida en tres zonas: A, administrada por la Autoridad Palestina. B, bajo el control de esta última, empero, controlada por los servicios de seguridad hebreos y la zona C, que incluye las colonias judías. Asimismo, en la Franja de Gaza, Hamas gobierna a 1.6 millones de personas.

En este contexto, israelíes y palestinos acordaron que negociarían durante nueve meses y en ese lapso no harían comentarios públicos para no entorpecer el proceso. En este ámbito, existe la percepción de que israelíes y palestinos iniciaron las pláticas por presión de EUA; sus posiciones son irreconciliables, por lo menos en el corto plazo, y difícilmente llegarán a un acuerdo para la creación de dos Estados. Ciertamente, los palestinos quieren que Israel retroceda a las fronteras previas a la Guerra de 1967. Por razones de seguridad y demografía Israel difícilmente aceptará esta propuesta; quizá sólo haga concesiones territoriales mínimas; además, no cederá la soberanía de su capital política, Jerusalén, que los palestinos quieren convertir en la capital de su futuro Estado palestino, en donde, de acuerdo a lo expresado por Mahmud Abbas, presidente palestino, “ningún colono israelí, ni fuerza fronteriza podrá permanecer”.

Una parte de la población israelí no sólo ve con escepticismo las negociaciones para la paz, sino con enojo, dado que el gobierno de Israel se comprometió a liberar por etapas a más de 100 presos palestinos, entre ellos, a los que tienen “manchadas las manos de sangre israelí”.

Como antecedente, es importante hacer mención que el Consejo de Ministros de Israel, en reunión del 2 de diciembre del 2012, aprobó por unanimidad rechazar la decisión de las Naciones Unidas (unilateral) de conceder a Palestina status de Estado observador, considerando que esa resolución no constituye una base para un proceso de negociación sobre un proceso de paz; incluso el primer ministro Netanyahu advirtió que Israel no permitirá que Judea y Samaria se conviertan en base de terroristas para lanzar cohetes a ciudades de Israel. En este sentido, la irrupción de Neftalí Bennett con su partido nacionalista religioso, al escenario político en las pasadas elecciones de noviembre del 2012, que afirma que “nunca habrá un Estado Palestino”, refuerza la posición de los israelíes que se oponen a la creación de este último.

Por otra parte, Hamas que se erigió en gobierno en el 2007, posterior a su victoria en las elecciones legislativas del 2006, no forma parte del equipo negociador de los palestinos. Hamas y la Autoridad Palestina establecieron un acuerdo de unidad hace más de dos años, sin embargo, éste se encuentra en un punto muerto. Los líderes de ambos grupos se han acusado mutuamente por la detención de sus miembros en Cisjordania y Gaza, respectivamente. La disputa entre la Autoridad Palestina y Hamas no sólo se vincula a una lucha de cotos de poder; existe una profunda diferencia ideológica en sus posiciones relativas a la independencia Palestina.

Hamas propugna por destruir a Israel mediante la lucha militar y el terrorismo y la Autoridad Palestina mantiene el proyecto de “dos Estados para dos pueblos”, por lo menos eso ha expresado públicamente con el respaldo de EUA, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas. Hamas ha alentado a que árabes israelíes que tienen conflictos de identidad, a que agredan a judíos en Israel, sobre todo en los alrededores de Jerusalén.

Palestinos e Israelíes muestran pesimismo ante “el reinicio de un diálogo que comenzó hace 22 años y que en sus distintas rondas y modalidades ha probado reiteradamente ser infructuoso”. La solución de dos estados se encuentra en un callejón sin salida.