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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | En el contexto de la conflictiva situación que se vive en el Medio Oriente se ha disipado la intervención militar extranjera en Siria, que parecía era inminente como “castigo” al presidente Bashar Al Assad (BA) por haber utilizado armas químicas contra los insurgentes que buscan derrocarlo y contra su propio pueblo. Siria aceptó la propuesta de Rusia, negociada con EUA, para destruir su arsenal químico, proceso que se estima llevará entre uno y tres años; por lo pronto BA tiene “licencia” para seguir matando rebeldes; entre los cuales se ha conformado una fuerza militar disímbola en la que cada vez más participan islamitas radicales apoyados por diferentes grupos terroristas, entre los que sobresale el de Al qaeda (la base), que se define como un movimiento de resistencia islámica en todo el mundo.

La guerra civil en Siria parece no tener un fin próximo; empero, ahora vuelve a cobrar relevancia el programa atómico con fines militares de Irán, que constituye una amenaza para la paz mundial, ello no obstante los arrumacos del nuevo presidente de Irán, Hassan Rouhani (HR) con Occidente en la 68 Asamblea General de la ONU en septiembre pasado. En este sentido, la comunicación telefónica entre el presidente Barak Obama y HR cuando éste último abandonaba Nueva York, donde se celebró la Asamblea de la ONU, que fuera la primera al más alto nivel desde que se estableció la República Islámica de Irán en 1979, creó expectativas de que se pudiera presentar una oportunidad real de negociación del programa nuclear de Irán.

La aparente actitud conciliadora de HR con EUA, y en general, con Occidente, responde a la imperiosa necesidad de que este último le retire las sanciones que le ha aplicado por su incumplimiento con las decisiones de la Agencia Internacional de Energía en relación a su programa nuclear, y que han debilitado seriamente la economía de Irán, lo que ha acentuado la oposición política interna al régimen teocrático de los Ayatolas. Por su parte, EUA ha tratado de evitar una confrontación militar con Irán, porque además de que sería muy costosa, no necesariamente pudiera ser exitosa, dada la experiencia que ha tenido en su intervención armada en Irak y Afganistán; además el presidente Obama no tiene el respaldo pleno del Congreso de EUA y de la población estadounidense para iniciar una guerra con Irán.

El programa nuclear iraní incide directamente en Israel, que ve amenazada su existencia con el mismo. El presidente de Israel, Simón Perez, advirtió que los recientes esfuerzos del de HR de cambiar el tono de su acercamiento hacia Occidente no eliminan el que Irán pueda atacar a Israel: “las centrifugadoras iraníes siguen trabajando en este momento y producen uranio enriquecido para una bomba nuclear”. Asimismo, en la pasada visita del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu (BN) a Washington y de reunirse con el presidente Obama, este último señaló que no descartan ninguna opción de la mesa, incluida la militar “para asegurarnos que Irán no adquiera armas nucleares”.

BN está convencido de que no puede forzar a EUA a que lo acompañe en una acción bélica contra Irán, sin embargo, no se detendrá si Irán adelanta más en su programa nuclear. BN en el discurso que dio en la 68ava Asamblea General de la ONU expresó claramente su desconfianza hacia HR de quien dijo de que a pesar de que sus palabras no parezcan a las de Ahmadinejad, en lo relacionado a la cuestión nuclear lo que los diferencia es que el primero era un lobo con piel de lobo y HR un lobo con piel de cordero. BH no puede creer en la retórica de HR porque los hechos la contradicen; la única solución diplomática es desmantelar el programa nuclear iraní y continuar con las sanciones, e incluso se deben aumentar. Adicionalmente BH acusó a HR de ser un fiel servidor del régimen iraní de los Ayatolas. BN acusó a Irán, incluyendo a HR, de ser culpable de los atentados a la Asociación Mutualista Israelita de Argentina en 1994.

Una acción militar de Israel contra Irán sin la participación de EUA, podrá ser apoyada por el mundo Árabe del Golfo Pérsico, particularmente por Arabia Saudita que ve al programa nuclear de Irán como un peligro regional. En Arabia Saudita, como en la mayoría de los países árabes, cuenta con mayoría de población islámica Sunní, en contraposición con el Islam Chií de Irán, que es la religión oficial de ese país; sólo hay población Chií importante en Irak, Bahréin y Azerbaiyán, las diferencias étnicas y religiosas entre Chiitas y Sunnís datan de 14 siglos, y han desembocado en violentos conflictos. Cabe destacar que no obstante que Arabia Saudita no tiene relaciones oficiales con Israel, ha autorizado a este último para utilizar un corredor de su espacio aéreo en el norte de su territorio que le permitiría a Israel llegar a Irán más rápido.

Así están las cosas, ¿quién será el que prenda la mecha que hará estallar el polvorín del Medio Oriente?