transicion-autoritarismo

SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | Mucho trabajo le ha costado al sistema político mexicano avanzar hacia la democracia, porque esta le da poder al individuo, lo que va en contra de la construcción de los regímenes pos revolucionarios y el sistema autoritario que gestaron, donde el poder reside en el gobierno.

El plebiscito es un instrumento democrático fundamental en la construcción democrática, debido a que mutan las cuestiones sociales y políticas. Hay circunstancias que cambian ante las que la sociedad reacciona y ante la reacción social el gobierno debe cambiar. A partir de las elecciones, considerando que estas son limpias y aunque no lo sean, ya sea que el gobierno decida hacer cosas no propuestas en la campaña electoral, o que la sociedad quiera influir en las decisiones gubernamentales, o impulsar políticas alternativas, el gobierno democrático debe escuchar a la sociedad, porque los gobiernos autoritarios o dictatoriales sufren de sordera, por sordera me refiero a que el gobierno no considera imperativo escuchar a la sociedad.

En México no hay mecanismos efectivos de consulta ciudadana ni de interacción sociedad-gobierno, de tal manera que la sociedad no puede influir sobre las decisiones, y en ocasiones, ni siquiera opinar para ser tomada en cuenta.

Los gobiernos autoritarios han simulado avances asegurándose de bloquear la participación ciudadana, permiten que se aprueben leyes que autorizan la consulta ciudadana asegurándose que no se reglamente para que no entre en vigor; el congreso de la Unión realiza foros que se manipulan para dar opiniones sesgadas, no se puede considerar a los medios de comunicación como un medio de equilibrio dada la fuerte dependencia que tienen con el gobierno, que desde Porfirio Díaz, ha hecho de la compra de la lealtad y el castigo a la disidencia una política de estado; este vacío propicia que los ciudadanos tengan que tomar la calle como mecanismo de opinión y de presión, esto lo toma el gobierno como insubordinación y lo atiende con criterio criminal, con grandes despliegues policiacos y fuertes represiones. Se nos ha hecho costumbre en este sexenio la detención de inocentes a quién nadie desagravia cuando logran salir de prisión. En un régimen democrático no existirían plantones como el de la CNTE y mucho menos negociaciones secretas, porque debe cumplirse otra condición de la democracia que es la rendición de cuentas, cuestión en la que México sufre un rezago inmenso.

En esta coyuntura de promoción de reformas, supuestamente estructurales, ha surgido una discrepancia política fundamental que pone al descubierto la naturaleza del gobierno.

La postura de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de llamar a una consulta popular para la reforma energética se basa en la premisa de que la sociedad opine sobre un gran cambio, una gran reforma debe hacerse después de escuchar a la sociedad. Los foros manipulados muestran la opinión de un cierto segmento, pero no reemplazan a la opinión societaria. El PRD se excluyó de los foros del senado e inició los propios, con esto tendremos opiniones divergentes, lo que se debió haber asegurado en los primeros foros. Ahora falta la opinión societaria.

La postura de Peña es profundamente autoritaria, él determinó que las reformas pasen y le interesa muy poco la movilización social que las rechaza. Sus declaraciones lo ubican cerca de la postura que lleva al presidente a considerarse ser el estado. Él apoya sus reformas en reuniones cupulares con algunos partidos políticos sin considerar el repudio social a esos mismos partidos. La suma de malos partidos no implica legitimidad de sus decisiones. En contra, tenemos movilizaciones sociales masivas cuyo mensaje parece no alcanzar al gobierno

Estas reformas son un punto de inflexión política, su aprobación marcará a la política en los próximos años y posiblemente pongan las bases para la configuración de la estructura económico-social del país, mucha será la diferencia si se aprueban de forma autoritaria o como resultado de un ejercicio democrático.

Ya hemos visto las opciones y las consecuencias de la reforma educativa, que de reforma estructural no tiene nada, la hacendaria ha levantado la protesta de los barones del dinero que harán sentir su peso económico presionando, las masas ya se están manifestando respecto a la energética, y todavía no vemos la política, que terminará de atropellar a la sociedad a favor de los partidos políticos.

El primer año de Peña refuerza el autoritarismo y la oligarquización del país, y podemos imaginar cuáles serán las consecuencias para la sociedad, tal vez el pronóstico se pueda resumir con un ilustrativo viejo refrán: “Mal empieza la semana al que ahorcan en lunes”.