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MARGIE HABER MUSTRI PARA ENLACE JUDÍO

“Tregua, catala, espera” que quiere decir nada, que quiere decir todo

[…]Al llegar dirigió la mirada al grueso
llamador de bronce; pero cuando, al sonar
la última campanada en el reloj de la
iglesia próxima, se disponía a cogerlo
para llamar, encontróse
con que el rostro metálico le dirigía
una mirada traviesa al tiempo que
una sonrisa asquerosa. […
]
E:T Hoffman

En cuanto al cronopios mismo,
se consideraba ligeramente super-vida,
pero más por poesía que por verdad

Julio Cortázar

Enlace Judío México | En 1962 nacen los cronopios, las famas y las esperanzas, inmortalizados precisamente en La historia de los cronopios y las famas; o quizá nacieron antes en la imaginación de Julio Cortázar o siempre han estado ahí, pero ¿qué representan o simbolizan estos seres?

“A mi me cuesta mucho explicar cosas que no me las explico yo mismo” dice el propio Cortázar que es un cronopios, que tiene de fama y esperanza lo que él mismo de mundo y que no puede explicarlo porque no se puede explicar a él mismo, porque su verdad es más poesía que verdad.

En este ensayo intentaré hablar de Cortazar sin interpretar, o más bien ponerlo a conversar con Susan Sontag quien en 1964 publicó una recopilación de ensayos y artículos llamados Contra la interpretación, bautizando con el mismo nombre una especie de ensayo-manifiesto que encabeza esta serie de escritos. Para Sontag, la interpretación es o se ha convertido en “[…] un acto consistente de la mente que ilustra un cierto código, unas ciertas -reglas- de interpretación.” (Sontag 28). Y yo me pregunto ¿Para qué poner reglas a algo que es sus propias reglas, un fenómeno tan dotado de vida propia que nace y muere (cuando lo hace) bajo su propio ritmo? Y ¿por qué algo tan cóncavo e inacabado como el propio ser humano pretende totalizar otro algo que no está en su naturaleza (desde que tiene naturaleza) hacerlo?

Se ha intentado vincular a los cronopios con el tiempo, sin embargo esto no es posible, puesto que los cronopios son cronopios y el tiempo fluye todo el tiempo “ellos tienen su tiempo como todo el mundo” responde Cortázar, quien a punta de no intentar entender, ha entendido quizá lo más valioso del mundo: las cosas son cosas, las personas personas, los cronopios, las famas y las esperanzas son lo que son y tienen un parecido con el resto del mundo puesto que tienen un resto de mundo en ellos como todos, y fluyen en el fluir sin propósito como todo el mundo. “Somos una familia rara. En este país donde las cosas se hacen por obligación o fanfarronería, nos gustan las ocupaciones libres, las tareas porque sí, los simulacros que no sirven para nada” (Cortázar 35).

De algún modo Sontag propone la concepción de un mundo que fluye y confluye sin tener que pasar necesariamente por la mente humana, un mundo que sea simplemente, sin tener que ser entendido, o más bien sobajado al entendimiento lógico “[…] Interpretar es empobrecer, reducir el mundo, para instaurar un mundo sombrío de significados. Es convertir -el- mundo en -este- mundo (¡-este mundo-! Como si hubiera otro).” (Sontag 30- 31).

En este mundo sólo-uno, suceden las cosas más maravillosas y uno sólo las tiene que mirar, palpar, sumergirse en ellas y extrañarlas como todo lo extraño, lo de todos los días “Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria” (Cortázar 13). En tan sólo este fragmento de “Manual de instrucciones” Cortázar plasma una vivacidad del objeto, y de pronto ese pensar el objeto como artefacto (en el sentido en que está sólo al servicio del humano) se disuelve, para comenzar a palpar el objeto como ser que tiene su propio estar en el mundo, y el reconocimiento del hombre-narrador-Cortázar nos invita a verlo como nunca antes lo habíamos visto: de manera extraña.

La concepción del mundo que ha creado Cortázar, de alguna manera se viene a corromper por elementos que emergen de sus propias obras, pero toman otra dirección contrariándola, extra-significándola hasta quitarle todo vestigio de la misma; de nuevo hablo de las interpretaciones; otro ejemplo de éstas tiene que ver con representaciones pictóricas de cronopios, famas y esperanzas en los que aparecen como una especie de personitas verdes, rojas y amarillas (creo). Es aquí donde surge una de las peores manías de interpretación, pues al querer sobajarlo todo a la razón humana, cerramos las posibilidades de lo no humano, el querer antropomorfisarlo. Por último, me gustaría poner a conversar el texto de Cortázar con Alain Robbe-Grillet, quien en su obra Por una nueva novela habla de la necedad del hombre de antropomorfisar las cosas; él dice: “Anegado en la profundidad de las cosas, el hombre termina incluso por no percibirlas; su rol se limita pronto a asentir, en su nombre, impresiones y deseos totalmente humanizados” (Robe-Grillet 95). El querer antropomorfisar es negar la vivacidad del objeto, de todo cuanto está en el mundo que no es sólo humano, pero principalmente es negar parte del hombre mismo, es (como diría Derrida) negar a nuestro otro que nos difiere, nos distancia, y por tanto nos afirma es, como diría Sontag “convertir -el- mundo en -este- mundo (¡-este mundo-! Como si hubiera otro).”

Al final en esa negación constante que versa Cortazar, está la afirmación del mundo, el alegre estar y confluir en un absurdo total “Tregua, catala, espera” que quiere decir nada, que quiere decir todo.

Bibliografía.

Cortázar, Julio. Entrevista sobre La historia de los cronopios y las famas, TVA Fondo, Grafacine, 1977. Citado el 23 de febrero del 2012 desde: https://www.youtube.com/results?search_query=entrevista+cortazar+cronopios+y+famas&oq=entrevista+cortazar+cronopios+y+famas&aq=f&aqi=&aql=&gs_sm=3&gs_upl=374l12572l0l12818l41l41l2l27l29l1l1575l2002l0.1.1.8-1l3l0.
Cortázar, Julio. La historia de los cronopios y las famas en Cuentos completos/2, Punto de lectura, México, 1-° ed: 2011
Hoffman, Ernt, Theodor, Amadeus. El caldero de oro. Madrid: Catedra,1-° Edición 2007.
Robbe-Grillet, Alain. Por una nueva novela, Cactus, Buenos Aires, 1° ed.: 2010.