La palabra mesías proviene de la palabra hebrea Mashiaj (“ungido”) y la Biblia la aplica a las personas que sumían altos cargos a los que se ungía con aceite. Sin embargo, a lo largo de la historia, el concepto de Mashiaj se ha atribuido a un fenómeno que surgirá para que lleve el mundo  a la paz eterna y que habrá de establecer en la tierra el reino de Dios.

La Biblia no menciona advenimiento alguno de un rey redentor. Sin embargo, algunos años antes de la era actual, los judíos comenzaron a creer que habría de llegar un Mesías encarnado, que les salvaría de las grandes aflicciones que sufrían. Fue cobrando cuerpo la idea de que habría de ser un dirigente espiritual.

En la época talmúdica se atribuían al Mesías grandes aptitudes milagrosas.

La imaginación del pueblo concebía innumerables milagros que se realizarían por conducto del Mashiaj; la del retorno del pueblo judío a Eretz-Israel conducido por el Mashiaj; el exterminio de perversos y el premio de justos, etc.

Sin embargo, Maimónides afirmó que sería un ser humano común y corriente, pero tanto más sabio que los demás que podría grabar en ellos la palabra del Señor. Durante la Edad Media surgieron numerosos falsos Mesías, que suscitaron un sinfín de desventuras y tantos desencantos que los dirigentes rabínicos han desalentado toda especulación acerca del momento preciso en que habrá de aparecer el Mesías.