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ALBERTO PELÁEZ

Enlace Judío México | El hecho de que el antiguo presidente egipcio, (Mohamed) Mursi esté librando un juicio y Egipto sea una tema en efervescencia, no es baladí. Han pasado muchas cosas para llegar a una situación tan deteriorada como la que hoy vive el país de los faraones.

Hosni Mubarak gobernó con mano de hierro durante muchos años enmascarándose en una especie de democracia con elecciones y partidos políticos. Aunque formalmente Egipto tiene separado el poder militar del ejecutivo, lo cierto es que el Rais Mubarak era un militar que se apoyaba en ellos para gobernar como un tirano. El padre, buscaba la perpetuidad en su hijo pero éste, no era militar. Nunca salen bien las cosas cuando se fuerzan.

Cuando Mubarak quiso meter con calzador a su hijo en una olla de presión para gobernar el país, éste terminó por explotar. Egipto estaba sumido en una crisis terrible. Sus niveles de pobreza alcanzaban límites insospechados. Sin embargo, el pueblo egipcio sabía que los Mubarak vivían en la opulencia. Finalmente fue su propio ejército el que lo dejó caer y curiosamente, el que convocó elecciones.

¿Qué ocurrió? Que se colaron los Hermanos Musulmanes —fundamentalistas— y ganaron.

Aunque también iban con la bandera de la libertad, no tardaron en que se vieran los primeros tics nerviosos hacia otra dictadura, tal vez peor.

Por eso, los militares —que tanto poder han tenido siempre en Egipto— les dejaron actuar. Era el ciudadano egipcio, el que tenía que darse cuenta de quiénes eran los que estaban gobernando. Por eso, intervino de nuevo el ejército. Por eso, la petición de meterlos en la cárcel incluido al propio presidente Mursi.

Hoy en día, nos encontramos con un Egipto que hace peligrar toda la zona. Salvando las distancias, no es ni Túnez ni Siria. Es un vasto país con noventa millones de habitantes y una gran juventud, cuyo promedio es de 24 años. ¿Qué pueden hacer tantos millones de jóvenes en un país con miseria y sin futuro? Pueden emigrar, aunque son muy pocos los que lo hacen por lo complejo y lo costoso. Pueden también hacer una revolución, que en el fondo, es lo que están intentando.

Los efectos para Europa, especialmente para el sur, pueden ser fatales. Las naciones ribereñas europeas están aterradas. Debajo de ellas se cierne un polvorín con Libia, Túnez y puede ser que en un futuro, también Marruecos.

Ahora, además Egipto, ese país con un acervo cultural extraordinario para la Historia.

Y ¿qué piensa Estados Unidos? ¡Porque algo tendrá que decir, digo yo!

La administración de Obama es como un adolescente. Sigue con su huida hacia delante pensando que los problemas de los demás tienen que solventarlos sus propios gobernantes. Piensa Obama que bastante tiene ya con los problemas domésticos. Pero se equivoca. Se equivoca porque Egipto fue siempre un aliado estratégico fundamental.

Si las cosas continúan así, la violencia puede terminar en una guerra larvada como ocurrió en Argelia, a principios de los 90. No será abierta porque el terreno —un país con un inmenso desierto, diseccionado por un río— no se presta. Sin embargo, los Hermanos Musulmanes y otras facciones aún más radicales convencerán al pueblo como el flautista de Hamelin. Los militares, no se estarán quietos —nunca lo han estado en Egipto—. Entonces podría ocurrir el efecto indeseable para todos.

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