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ESTHER SHABOT

Enlace Judío México | Al momento de escribir este artículo continuaban las pláticas en Ginebra entre la delegación iraní, encabezada por el ministro de Relaciones Exteriores Mohammad Yavad Zarif, y los representantes de Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, Francia y China, además de Catherine Ashton representando a la Unión Europea. Incluso John Kerry arribó a Ginebra el viernes con objeto de participar en las reuniones cuya primera sesión pareció estar marcada por un optimismo que no se había visto en este tipo de pláticas durante los últimos años.

¿Qué es lo que se ha estado discutiendo, aparentemente con espíritu constructivo y voluntad de llegar a un acuerdo? Básicamente el objetivo del G5+1 es poder acordar un primer paso consistente en que Irán congelaría la mayor parte de su programa nuclear por seis meses, y a cambio de ello algunas de las sanciones en su contra se suavizarían temporalmente, pero con la advertencia de que tal cambio sería reversible en caso de incumplimiento de los compromisos por parte de Irán. La propuesta concreta consistió, según reporta el diario británico The Daily Telegraph citando a un congresista estadunidense, en que Teherán detendría todo el enriquecimiento de uranio a 20%, reconvertiría el uranio de este tipo que ya posee, y limitaría el número de centrifugadoras que enriquecen uranio a 3.5% de acuerdo a los requerimientos reales para el desarrollo de una industria nuclear con fines pacíficos. También tendría que aceptar Irán no hacer uso de sus más nuevas y veloces centrifugadoras y no proseguir con las labores de tratamiento de agua pesada en el reactor Arak.

La oferta a cambio de lo anterior consistió en que Irán podría así tener acceso a cuentas bancarias congeladas, y se le eliminarían las sanciones que le impiden comerciar oro y petroquímicos. El resto de las sanciones, cuyo peso sigue siendo considerable, quedaría vigente hasta no cerciorarse de que los primeros compromisos han sido cumplidos cabalmente. Mohammad Yavad Zarif parecía exultante durante los dos primeros días de pláticas. Obtener buenos resultados le resulta tan importante como lo es para sus interlocutores, ya que en cierta forma tanto el presidente Rohani, que ha sido la figura que abrió las puertas al cambio, como el ayatolá Khamenei que hasta el momento lo ha apoyado, necesitan neutralizar la oposición interna de sus ultraconservadores mediante beneficios concretos que alivien la crítica situación económica y de aislamiento padecida por Irán.

El optimismo de los primeros días de pláticas tuvo, sin embargo, un tropiezo durante las primeras horas de ayer. Después de una reunión trilateral entre Zarif, Ashton y el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, se anunció que no se había podido llegar a un compromiso debido a desacuerdos acerca del reactor de Arak y del destino que tendría el uranio enriquecido a 20% ya almacenado en Irán. El ministro británico, William Hague igualmente declaró que aunque hay un interés muy grande en llegar a un acuerdo y no desaprovechar esta ventana de oportunidad, quedan aún cuestiones clave sin resolver, y que en todo caso, habría que seguir negociando intensamente a fin de lograr una mayor transparencia y garantías firmes que eliminaran los potenciales riesgos aún existentes. Por otra parte, tanto el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, como el chino, Liu Zhenmin eran esperados ayer para participar en las negociaciones

Ante el callejón sin salida que prevalecía antes del cambio de línea emprendido por el presidente iraní Rohani, lo que hoy se desarrolla en Ginebra es ciertamente una oportunidad dorada porque abre la posibilidad de conjurar de manera pacífica una de las amenazas más graves a la estabilidad regional e internacional. Pero también es claro que resulta necesario mantener la cautela y una buena dosis de suspicacia porque aún quedan por probarse la sinceridad y voluntad de cooperación y cambio de los iraníes luego de tantos años de trampas, maniobras para ganar tiempo y conductas francamente beligerantes hacia sus presuntos enemigos.