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VÍCTOR BENSIMÓN G. PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | Muchos podrán decir que soy una persona muy afortunada por haber estado en una plática de aproximadamente cuatro horas con el fascinante escritor y excelente persona, David Grossman.

¿Cómo te fue con Grossman ,Vic?, ¿Cómo es?, ¿Buena onda?, ¿Qué les dijo?… Éstas y muchas otras preguntas me hicieron mis familiares y amigos que sabían de la gran oportunidad que tuve al estar con este gran personaje de la literatura israelí y mundial.

Por supuesto que les contesté a todos acerca de la increíble persona que es David. Puedo hablar por horas elogiando su manera de ser, su manera de pensar y la manera en que ha superado los golpes que le ha dado la vida. Puedo decirles que no se necesitan más de 10 segundos para saber de su bondad y sensibilidad. Su timidez y su claro tono de voz hacen que sus palabras entren profundamente y hasta te roben unas cuantas lagrimas que no pensabas derramar.

Claro que estoy consciente que haber estado a su lado escuchando su historia, sus gustos, sus memorias, sus miedos, sus experiencias e incluso sus secretos más cercanos, es una oportunidad que no tenemos todos los días. Sin embargo, mi fortuna va más allá.

“No importa a donde vayas, lo importante es con quién vayas”. Es una frase que me ha acompañado durante mi vida y en esta experiencia la pude entender mejor. Definitivamente, el hecho de ir a una entrevista con David Grossman es una experiencia única y enriquecedora. Pero haberlo vivido y compartido con Silvia Cherem fue realmente mágico.

“Si veo que leíste bien y que le echaste ganas, te llevo a la entrevista con Grossman”. Ésas fueron las palabras de Silvia en su casa, pocos días antes de que yo partiera a Israel. Al escuchar esas palabras, sabía que algo bueno me esperaba y venía una oportunidad que no  podía dejar pasar. Inmediatamente comencé a estudiar y leer a un escritor del cual mucho había escuchado pero no tenía la fortuna de conocer profundamente.

Los días pasaban y el momento de la entrevista se acercaba. Pasaba horas leyendo “La Vida Entera” y buceando en páginas de Internet para conocer todo sobre la vida de él. La verdad, me sentía preparado y creía que lo había estudiado bien. Sin embargo, el día que me encontré con Silvia en Tel Aviv, mi estudio se vio opacado por el admirable trabajo que había hecho Silvia días antes. Después de varios días de no hacer absolutamente nada más que leer y estudiar, Silvia se escapó conmigo el viernes a pasear por Yaffo y cenar rico en Neve Tzedek. Hubieron risas, se contaron muchas anécdotas y, por supuesto, se habló mucho de lo que cada quien había leído e investigado para la entrevista del cercano domingo.

El sábado fue un día difícil. Los nervios me ganaban y repasaba una y otra vez la información que ya me sabía de memoria. Pasaba la noche, el sueño no llegaba a mis parpados y el despertador estaba por sonar. Exactamente a las 6:27 de la mañana recibí un mail de Silvia que decía lo siguiente:

QUERIDO VICTOR:

SON 6:30 y apenas terminé mi cuestionario. No he dormido. Quiero bajar a comer algo ahorita y salir como hasta la 1:30 a Yerushalayim. Voy a tratar de dormir. Si de casualidad no puedo, te llamo para irnos antes. Pero prefiero echarme un sueñito.
UN BESO

Esta dedicación y entrega a este trabajo me dejó completamente impactado. Los dos tuvimos más tiempo para dormir y partimos a Yerushalayim alrededor de la una de la tarde. La entrevista fue en el mismo lugar donde se hospedaría Silvia, así que llegamos a revisar el cuestionario y afinamos los últimos detalles antes del encuentro. Llegó la hora. Se acercaba un Mazda color azul, el conductor nos saludó. Increíblemente, el conductor era el nominado al Premio Nobel de Literatura: David Grossman.

Después de un carismático saludo caminamos a donde tomaría lugar la entrevista. “Se me antoja un capuchino y algo dulce. Tú escoge el pastel, Víctor” me dijo David cuando llegamos a la sala. Me tomó aproximadamente 10 minutos la ida a la cafetería por los cafés y el pastel. Cuando regresé a la sala, algo mágico estaba sucediendo. Entre David y Silvia ya había risas, abrazos, planes de viajes, “High Fives”, en fin. Parecía que tenían años de conocerse, sin embargo, apenas llevaban 10 minutos de haberse encontrado. Fue una conexión inmediata.

Y ahí empezó el partido de tenis que me tocó ver en primera fila. Dos gigantes platicando, dos genios hablando del mundo, dos talentosas personas admirándose el uno al otro. DOS PERSONAS MUY ESPECIALES QUE SABEN MÁS.
David veía en Silvia su preparación y el trabajo que había detrás de la entrevista. Silvia veía en David una persona única que tiene mucho que darle al mundo.

Durante la entrevista cada uno me enseño algo distinto. Por un lado, pude estar con un escritor que está marcando una generación con su pluma. Misma pluma que lo da todo por la paz y un mundo mejor. Del otro lado, tuve la oportunidad de convivir con una persona que ama su trabajo y se entrega a él. Una persona que me enseñó lo que es preparación.

Muchas gracias por la oportunidad.

Con cariño, Víctor Bensimón G.