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ÁNGEL TAFALLA

Enlace Judío México |Todo el mundo está pendiente de las negociaciones en Ginebra con Irán para tratar de embridar su programa nuclear. La primera ronda acaba de terminar en fracaso. Sin embargo, sigo pensando que el verdadero asunto a dilucidar es el papel que Irán -hegemónico según ellos desean ardientemente- debe desempeñar en el mundo musulmán. Por lo tanto, no es en Ginebra, sino en Siria, donde esta la clave de la situación. Lo verdaderamente importante no es la proliferación en dos países -Siria e Irán- de armas de destrucción masiva; lo que está en juego es algo más primario: la hegemonía de una nación en el Oriente Medio.

Hace ya algún tiempo enumere aquí ganadores y perdedores en la situación en Siria. Quisiera ahora intentar actualizar aquella lista, a raíz del movimiento hecho últimamente por la administración Obama sobre intervenir militarmente en Siria por el uso de armas químicas contra la población. Amago seguido de la aceptación de la mediación rusa en el asunto. Como me dirijo a una audiencia que estoy seguro ha seguido los hechos, me permitirán que no los vuelva hoy a describir aquí.

El número de ganadores/perdedores por el citado movimiento se va a ver inevitablemente aumentado, pues todo esto va más allá de Siria, afectando no solo al Oriente Medio sino posiblemente a la escena mundial.

En el mundo musulmán los beneficiados se encuentran entre los chiitas, mientras que los perdedores son todos sunníes.

Detallemos los ganadores:

1. Irán, que si perseguía el liderazgo en Oriente Medio a través de la amenaza de conseguir armamento nuclear, contempla como posible el obtenerla por otros procedimientos, a la vez que ve al alcance de la mano extender su influencia al Irak de Maliki, a la Siria de al Assad, al Líbano de Hezbola y al Afganistán occidental.

2. Rusia, convertida en mediador imprescindible, a la vez que tiene más libertad para tratar a sus islamistas radicales domésticos (sunnitas) con mano dura.

3. El gobierno de al Assad y los jihadistas de al Qaeda, que posiblemente logren repartirse los jirones de una Siria desgarrada.

4. China, a la que, con el pragmatismo que caracteriza su política exterior, posiblemente veamos pronto apoyando a Arabia Saudita, que se ha quedado “huérfana” de su protector americano. Claro que, antes, los saudíes deberán perdonarla por su política con Siria; pero el petróleo hace maravillas y, además, China tiene tecnología nuclear propia y pocos escrúpulos.

5. La Organización para la prevención de las armas químicas (OPCW) es un pequeño ganador que ha reclutado un converso poco convincente y humanitario como es al Assad.

Ahora vamos con la lista de perdedores:

1. El gran perdedor continúa siendo el doliente pueblo sirio, que ve convertida esa histórica tierra en campo de batalla de fuerzas de alcance global

2. Arabia Saudita, que ve tambalearse su hegemonía mientras su enemigo tradicional -geopolítico y religioso- de la otra orilla del Golfo Pérsico se dibuja como ganador. De nada le ha servido su petróleo, ni su alineación con los EEUU, matizado siempre por un doble juego por su apoyo al salafismo radical en Occidente.

3. Turquía, no solo englobada entre los perdedores sunnitas, sino que ve llegar la influencia iraní/chiita a sus mismas fronteras.

4. A Israel no sé si incluirle de momento entre los perdedores, pero desde luego está entre los desconcertados por este súbito cambio de la diplomacia norteamericana. Su entusiasmo por las negociaciones con los palestinos debe ser difícilmente descriptible.

5. Francia y el Reino Unido, cuya firmeza no ha pasado de la literatura a los hechos, por lo que sus gobiernos pagarán tarde o temprano un precio.

6. A los EEUU del presidente Obama lo podemos incluir -no sabemos si permanentemente- en este grupo de perdedores al reconocer que su músculo militar no ha servido y el diplomático ha tenido que ser más que ayudado por la Rusia de Putin. Lo del mundo multipolar está hoy un poco más claro, sobre todo cuando las decisiones difíciles se tratan de compartir con un Congreso dividido.

Esta es mi poco optimista percepción de las consecuencias del extraño movimiento del presidente Obama, que me recordaba aquello que nos decían sobre el sable en la Escuela Naval a los aspirantes a oficial: ni lo saques sin razón, ni lo envaines sin honor.

Fuente:revistatenea.es