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ESTHER SHABOT

Enlace Judío México | La majestuosa biblioteca Palafoxiana de la ciudad de Puebla, que data de la época colonial, alberga entre sus miles de volúmenes valiosos un tesoro poco conocido: una veintena de obras relacionadas con temática judaica editadas entre los siglos XVI y XIX. De ahí que la Secretaría de Educación del Estado de Puebla y el Colegio de Puebla hayan decidido mostrar reproducciones facsimilares de ellas en la FIL de Guadalajara, dado que Israel es el país invitado este año. La investigación sobre este acervo estuvo encomendada a mí y al historiador mexicano-israelí Leonardo Cohen S., docente de la Universidad de Beer Sheva, con lo cual se pretendió proporcionar a los visitantes de la muestra información que diera cuenta del origen y naturaleza de tales textos, cuya incorporación a la Palafoxiana en aquellos tiempos resulta a primera vista extraña en función de la atmósfera persecutoria que prevalecía entonces contra el judaísmo, cuando el Tribunal de la Inquisición funcionaba en la Nueva España.

¿Cómo es que, por ejemplo, se encuentran en los anaqueles de la Palafoxiana seis monumentales diccionarios y gramáticas hebreo-latín compuestos entre los siglos XVI y XVII, acompañados de citas bíblicas y comentarios exegéticos en arameo, además de indicaciones didácticas acerca de tiempos y formas verbales del hebreo bíblico? Lo primero que hay que decir al respecto es que todos estos trabajos, llegados desde el continente europeo, fueron obra de eclesiásticos cristianos, eruditos orientalistas, ellos, empeñados en conocer y difundir el conocimiento del idioma hebreo y otras lenguas semitas vinculadas con los textos sagrados del judaísmo.

No cabe duda de que ese gigantesco esfuerzo tuvo que ver con el cambio de óptica surgido en el seno del cristianismo a raíz de la Reforma Protestante del siglo XVI y el consecuente movimiento de la Contrarreforma católica. Simplificando, se puede decir que el movimiento de ruptura iniciado por Martín Lutero tuvo como uno de sus ejes fundamentales la necesidad de regresar a las fuentes, es decir, volver al Antiguo Testamento hebreo, bajo la consideración de que sólo a partir de ello era posible conocer a cabalidad el mundo espiritual de Jesús para poder construir, mediante tal conocimiento, una mejor sociedad cristiana guiada por la trayectoria de los jueces, profetas y reyes de Israel. De ahí que la Biblia hebrea y el idioma hebreo pasaron a erigirse en valores religiosos, sociales y políticos de primordial significado en la sociedad y cultura protestantes. Los estudios hebraístas se volvieron, a partir de entonces, una necesidad, por lo que en una primera etapa, y a pesar del antagonismo ancestral de la Iglesia hacia el pueblo judío, los eruditos cristianos tuvieron que echar mano de la guía rabínica, a fin de empaparse de los conocimientos lingüísticos necesarios para sumergirse en el idioma bíblico original.

Relativamente pronto esta postura protestante tuvo también eco en círculos eclesiásticos católicos, donde empezó a darse una actividad intensa a fin de conocer y difundir la lengua hebrea, para lo cual los diccionarios y gramáticas, como los contenidos en la Palafoxiana, eran esenciales. El hebraísmo dentro de la Iglesia se convirtió así en un área de estudios y una disciplina legítima y necesaria que continuaría fortaleciéndose con el paso del tiempo. Las derivaciones no se hicieron esperar y fueron apareciendo subsecuentemente traducciones hebreo-latín de textos hebreos bíblicos y post-bíblicos diversos, algunos de los cuales tienen presencia en la Palafoxiana y que comentaré en mi próxima entrega semanal. Si usted, apreciado lector, asiste a la FIL en Guadalajara, podrá conocer esta interesante muestra en el Pabellón de Israel, además de que el jueves 5 de diciembre a las 7 de la noche habrá una presentación de ella con Jean Meyer, Pedro Ángel Palou, Diana Jaramillo y quien escribe estas líneas. Ojalá pueda acompañarnos.

Fuente:excelsior.com.mx