LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | China empezó a modificar su modelo de economía centralizada hace tres décadas; ha instrumentado políticas que le han dado mayor peso a las fuerzas de mercado y a la participación privada en la actividad productiva, incluso a la de los inversionistas extranjeros; el cambio de rumbo favoreció un dinámico crecimiento que tan solo en el último decenio superó una tasa de 10.0% como promedio anual. Por su tamaño, la economía de China se ha ubicado en el umbral para alcanzar el primer sitio a nivel mundial; su Producto Interno Bruto fue de aproximadamente 8.5 billones de dólares en el 2012.

La solidez de la economía de China le ha permitido sortear el “shock” externo derivado de la crisis financiera mundial iniciada en 2008 y que muchas naciones no la han podido superar; no obstante, de acuerdo a cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) su avance se moderó entre el 2008 y el 2013 a un ritmo medio anual de 9.0%, hecho que entre otros fenómenos propició el descenso de las cotizaciones internacionales de diferentes commodities como el petróleo; los metales y los granos, en virtud de que sus adquisiciones externas de los mismos se redujeron; destaca que el crudo WTI llegó a un máximo de 147 dólares por barril en julio del 2008; comparado con 94 dólares de mediados en noviembre del 2013.

El vigoroso adelanto de la economía de China generó múltiples problemas en su planta productiva, en su sistema financiero y en los órdenes social y político. En este ámbito, su sistema financiero aumentó sustancialmente el crédito, propiciando al paso del tiempo una elevada cartera vencida y sobrecalentamiento del mercado, que lo hizo vulnerable en su conjunto. Asimismo, la obsolescencia de las empresas paraestatales no ha permitido flexibilidad para satisfacer la creciente demanda doméstica, con ello de manera continua se registran presiones inflacionarias.

Por otra parte, el nivel de vida en China ha mejorado de manera importante, de un ingreso per cápita de 250 dólares en 1980 subió a alrededor de 6,000 dólares en el presente; empero, el índice de pobreza es aún muy elevado, se estima que tres cuartas partes de la población de ese país vive en una situación de pobreza extrema. En este sentido, es particularmente difícil la situación de más de 200 millones de migrantes que abandonaron el campo para buscar trabajo en la ciudad pretendiendo integrarse al “milagro chino”, estos migrantes constituyen la tercera parte de la población económicamente activa y no tienen acceso a la salud o a la educación; en general, ganan la mitad del salario típico urbano y no tienen ninguna protección laboral o legal.

En este entorno el gobierno de China busca cambiar el esquema de crecimiento económico basado en el fomento a la exportación, por uno que fortalezca la demanda interna; ello también se hace necesario ante la expectativa de desaceleración de la demanda externa por productos de China porque se prevé que en el futuro próximo el avance económico mundial será limitado; igualmente, se ha agotado la política de estímulo de la actividad económica con procesos de mano de obra intensiva y barata por la competencia de otras naciones en desarrollo que los operan; China precisa reorientar su economía hacia el consumo doméstico.

El rápido adelanto económico de China ha provocado serios desequilibrios ambientales en ese país; el gobierno tiene dificultades para lograr una solución a este problema dado el bajo nivel de conciencia existente en la sociedad y en diversos dominios de la política pública. El renglón más afectado por el deterioro ambiental es el del agua; más del 70.0% de los ríos, lagunas y zonas costeras están contaminadas; 320 millones de campesinos no tienen acceso al agua potable. La contaminación atmosférica es también importante, la calidad del aire en la mitad de las ciudades es media o nula. China vive una crisis ecológica que pone en entredicho la continuación de su avance.

En el orden social y político experimenta amenazas que puedan desembocar en el descontento generalizado. El auge económico ha profundizado la desigualdad y la marginación social. La naciente clase media educada de China está viajando al exterior y ha observado otros sistemas, adquiriendo conciencia de la falta de libertades en su país; diferentes grupos sociales buscan tener participación en las decisiones políticas trascendentales.

Así, en la 18ª sesión del Partido Comunista de China en noviembre pasado, en la cual deliberaron a puerta cerrada por cuatro días la elite política, la información inicial sobre la misma indica que los líderes buscan cambios significativos para poder enfrentar los retos que el país experimenta. De aquí que se haya establecido un Comité que supervisara la agenda de reformas que se llevarán a cabo; entre otras, instrumentar una política económica integral en la próxima década de acuerdo a su potencial real de crecimiento.

Un cambio de gran trascendencia que se anticipa se llevará a cabo en breve, consiste en eliminar el control natal que se decretó hace 33 años y permitir a las parejas tener un segundo hijo. Asimismo, se creará un Comité Nacional de Seguridad que se responsabilice por la coordinación de la seguridad pública, tema candente en todo el mundo. Por otra parte, el Comité fusionará las diferentes instituciones encargadas de la diplomacia, del área militar y de inteligencia en una agencia coordinadora bajo la autoridad del presidente.

China precisa actualizarse a la realidad global, lo que podría ayudar a lograr un entorno de mayor armonía interna y a nivel internacional.