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FELIPE SAHAGÚN

Enlace Judío México | En los 40 años que llevo dedicado al periodismo internacional no había conocido un conflicto tan peligroso para los periodistas como el de Siria.

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) de Nueva York informa de, al menos, 30 secuestrados (entre ellos los españoles Javier Espinosa, Ricardo García Vilanova y Marc Marginedas) o desaparecidos y de 52 muertos desde el comienzo de la guerra civil en 2011. Reporteros sin Fronteras (RsF) incluye a todos los informadores (‘news providers’) y aumenta a 60, como mínimo, los detenidos o secuestrados y a 110 el número de muertos.

En Irak fallecieron 150 periodistas desde la invasión en 2003 hasta la retirada de las fuerzas estadounidenses en 2011, pero el número de periodistas secuestrados, según RsF, fue de 93. “No hay ningún conflicto parecido”, reconoce Jason Stern, de CPJ. “Cada vez que un periodista entra en Siria, se arriesga a ser secuestrado”.

La mayor parte de los secuestros desde verano se cree que es obra de yihadistas próximos a Al Qaeda, pero algunos de los que más tiempo llevan desaparecidos, como los estadounidenses Austin Tice (agosto de 2012) y James Foley (noviembre de 2012), se sospecha que están en manos de fuerzas progubernamentales.

Zeina Khodr, corresponsal de Al Yazira en Beirut, ha entrado muchas veces, pero ya no se atreve. “El descontrol, el caos y el elevado número de grupos criminales, que se confunden muchas veces con milicias, han multiplicado los peligros”, reconoce en un especial del programa Inside Syria sobre la inseguridad de los periodistas en el país vecino.

“No hay precedentes”, asegura David Rhode de Reuters, secuestrado por los talibán en 2008 durante siete meses en Afganistán y Pakistán. “Siria es el escenario del mayor número de secuestros en el periodismo moderno, más que Irak en los 2000 o Líbano en los 80. Producto de una combinación de criminalidad, yihadismo y caos que ha reducido a cero la cobertura de la guerra”.

La creciente inseguridad y el avance tecnológico explican que casi todo el conflicto se esté contando con vídeos y fotos de voluntarios sirios, ciudadanos o ‘freelance’ con menos experiencia y escasa o nula cobertura empresarial, lo que explica que el 90% de los muertos y más de la mitad de los informadores secuestrados sean sirios.

Aunque no hay dos casos iguales y el velo de silencio sobre muchos de los secuestros complica el análisis, muchos de los liberados o escapados han contado sus calvarios.

“A mí empezaron acusándome de ser agente de la CIA, en cuatro ocasiones simularon que me iban a ejecutar y, al final, resultó que todo era por dinero”, cuenta a la agencia AP el fotógrafo Jonathan Alpeyrie, detenido por islamistas en el norte de Siria durante 81 días, hasta que alguien pagó 450.000 dólares.

¿Qué piden a cambio los captores?

El periodista italiano Domenico Quirico, detenido durante 152 días en Al Qusayr con un profesor belga, ha descrito su suplicio en términos descarnados. “Nos trataron como a animales”, contaba en ‘The Guardian’ el 15 de septiembre.

En un informe reciente, RsF pone el dedo en la llaga más dolorosa: “Mientras algunos de los secuestros han sido acciones criminales [para cobrar rescate], otros tienen motivaciones políticas”.

¿Por qué secuestra periodistas el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), cuyo desmantelamiento ordenó el líder de Al Qaeda, Al Zawahiri, hace unos días? ¿Por ideología? ¿Por dinero? ¿Para acabar con testigos imparciales, sirios o extranjeros en los territorios que controlan? “La falta de explicaciones públicas de ISIS deja la puerta abierta a cualquier interpretación”, responde RsF.

Lo más cruel, para las familias de los secuestrados, es el silencio de los captores y el apagón informativo que recomiendan los servicios de seguridad. Se supone que facilita una solución más rápida, pero, como advierte Rob Mahoney, subdirector de CPJ, “así se difuminan los peligros”.

Fuente:elmundo.es