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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | La denominada Guerra Fría, que imperó en el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la disolución de la URSS que ocurrió en 1989 con la caída del Muro de Berlín y en diciembre de 1991 con el golpe de Estado de la URSS, cuando se firmó el Tratado que creaba a la Comunidad de Estados independientes, representó una época de enfrentamiento político, económico, social, tecnológico, militar y de información entre los bloques Occidental, liderado por EUA y el Oriental Comunista, encabezado por la Unión Soviética. Los desencuentros que se registraron entre ambos y la carrera armamentista que desataron estuvieron a punto de desembocar en una guerra.

El fin de la Guerra Fría fue un proceso que se gestó durante casi una década; por una parte, por el estancamiento de la economía Soviética, y por la otra, por el reforzamiento militar de EUA. Ciertamente, al principio de los ochentas los gastos militares representaban una cuarta parte del PIB soviético a costa de los satisfactores básicos de la población y de la inversión productiva, hechos que magnificaron los problemas estructurales de una economía centralmente planificada, lo que unido a la baja de los precios internacionales del petróleo – Rusia es uno de los principales productores de crudo en el mundo – acabaron provocando una crisis económica.

Paralelamente, EUA inició en 1980 una carrera militar con el desarrollo de sofisticadas armas; así, en 1985 el presidente Mijael Gorbachev buscó medidas para revivir a la economía soviética y tras implementar cambios cosméticos, en 1987 anunció profundas reformas estructurales; la Perestroika (reestructuración); al mismo tiempo para calmar a la oposición interna, introdujo la Glasnost (apertura) que incrementó la libertad de prensa y la transparencia de las instituciones del Estado; ante esta situación el Presidente Ronald Regan replanteó la carrera armamentista, sustituyendo al mundo bipolar de bloques por el unipolar con el predominio de EUA.

En este contexto, a Rusia le tomó dos décadas para instrumentar los ajustes en su sistema productivo y en sus instituciones así como el reacomodo de los poderes fácticos para fortalecerse y pretender disputar a EUA la hegemonía del mundo. Su presidente, Vladimir Putin, es evaluado por la revista Fortune como el hombre con mayor influencia en el mundo en el presente. Rusia consolida cada vez más su política exterior; en octubre pasado “detuvo un ataque de la Alianza Atlántica sobre Siria”, que esta realizaría como castigo al Presidente Bashar Al Assad por haber utilizado armas químicas contra las milicias rebeldes que lo enfrentan; en este ámbito, Rusia convenció a Assad que se comprometiera a destruir su arsenal químico. Adicionalmente, Rusia firmó un pacto petrolero marítimo con Siria al término del 2013 para explorar 2,190 kms. cuadrados en el Mediterráneo entre las ciudades de Banias y Tartus; en esta última Rusia tiene una base militar. De acuerdo a datos oficiales, Siria posee reservas estimadas en 237,000 millones de barriles de crudo. Por otra parte, a instancias de Rusia, Irán llegó a un acuerdo con EUA en noviembre pasado para que este último no utilice su programa nuclear con fines militares.

Rusia, en su proyecto de atraer a su órbita a naciones de la Ex-Unión Soviética, logró que Ucrania “intempestivamente rompiera las negociaciones con la Unión Europea (UE), en noviembre pasado que llevarían a Ucrania a integrarse a esta última”. El Presidente Putin ofreció comprar 15,000 millones de dólares de la deuda de Ucrania y un descuento de un tercio en el precio del gas que esta le compra, el apoyo ayudará a Ucrania a superar la recesión que experimenta desde hace más de un año.

Ucrania tiene para Rusia una importante significación geoestratégica en virtud de que controla su acceso al Mar Negro, y por lo tanto, al Mediterráneo. Los puertos ucranianos de Odesa y Sebastopol son vitales para Rusia desde el punto de vista comercial y militar, igualmente, a través de Ucrania se extiende un oleoducto por el cual Rusia envía energéticos a Europa.

Rusia ha dividido a los ucranianos con el fin de las negociaciones con la UE; la ciudadanía a favor y en contra de la adhesión a la UE se ha manifestado en las calles de Ucrania y ha sido reprimida. La oligarquía ucraniana, al frente de la cual está el presidente Víctor Yanokovich (VY), que fue candidato de Rusia para las elecciones presidenciales del 2004, en las que fue triunfador, empero, no logró ascender al poder porque los comicios fueron calificados de fraudulentos y fue reemplazado por una coalición pro Occidental. No obstante, apoyado nuevamente por Putin, ganó las elecciones presidenciales en el 2010.

En este marco, Putin por medio de Ucrania está generando un ambiente de confrontación con Occidente, una especie de renacer de la Guerra Fría que ayuda a consolidar su autoritarismo, el cual trata de encubrir con diferentes acciones que pretende hacer creer al mundo que él es un demócrata, entre otras, la puesta en libertad de su enemigo político, el ex magnate Mijail Jodorkovsky quien estuvo en prisión diez años. También sacó de la cárcel a las activistas del Grupo Pussy Riot.

Al final de cuentas, Putin está formando una columna de humo para mejorar su imagen pública de cara a los Juegos Olímpicos de Invierno que se llevarán a cabo en Rusia en febrero del 2014.