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LEÓN OPALÍN CHMIELNISKA PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | La guerra civil en Siria se ha convertido en una verdadera carnicería, sobre todo con la intervención de rebeldes islámicos fundamentalistas de Al Qaeda. Por otra parte, los ataques del Ejército de Bashar Al Assad (BA) contra la población civil representan un genocidio. De acuerdo al Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, después de casi tres años de guerra, más de 125,000 personas han muerto, 2 millones buscaron refugio en el extranjero y han sido expulsados de sus hogares más de un tercio de sus 23 millones de habitantes.

Ante la infiltración de rebeldes radicales en Siria, particularmente la de la organización terrorista El Estado Islámico de Irak y Siria, EUA suspendió la entrega de armas a los insurgentes moderados por temor a que estas caigan en manos de los primeros y logren su objetivo de establecer un Emirato Islámico en los territorios de Irak, Siria y Líbano en donde prevalezca la Saharia (ley islámica); el Ejército de Irak y Siria ha realizado atentados contra los terroristas de Hezbolá en Líbano que apoyan a BA.

Los rebeldes sirios siguen recibiendo armas y recursos económicos de Arabia Saudita y Katar. Las milicias del Estado Islámico empezaron sus acciones violentas en Irak en donde “pusieron en jaque a las fuerzas de EUA que invadieron esa nación en el 2003”. Con la guerra civil en Siria extendieron sus actividades a este último país en donde no solo enfrentan al Ejército de BA, sino a las propias milicias del Ejército Libre de Siria, formado por opositores a BA. Asimismo, las fuerzas del Estado Islámico han escalado sus acciones terroristas en Irak. Se estima que el Estado Islámico cuenta con 12,000 efectivos, la mitad de ellos combatiendo en Siria. Por lo demás, se ha convertido en una importante fuente de reclutamiento de Yihadistas Occidentales; ante las crecientes operaciones del Estado Islámico en Siria, EUA, Occidente y Rusia, aliada de BA, no consideran la salida del dictador del poder como condición necesaria para alcanzar la paz en Siria, por lo menos en el corto plazo.

Otro foco de inestabilidad en el Medio Oriente es Egipto. El golpe de Estado de los militares que en julio pasado destituyó al presidente Mohamed Morsi, promovido por la Hermandad Musulmana para la presidencia de ese país, avivó la violencia, que nunca cesó desde el derrocamiento del expresidente Mubarak; Morsi y sus principales colaboradores fueron encarcelados; al final de diciembre del 2013 el gobierno egipcio decreto a la Hermandad como grupo terrorista, prohibiendo sus actividades y confiscando sus activos. Morsi ha sido acusado de financiar a terroristas para cumplir con los objetivos de la Hermandad y planear actos violentos con la milicia palestina Hamas y la libanesa Hezbolá; Morsi con políticas dictatoriales pretendía imponer la Saharia en Egipto.

La lucha por el poder que los militares le disputan a Morsi ha desatado una especie de guerra civil en Egipto; la represión que el Ejército ha llevado a cabo contra los seguidores de la Hermandad ha radicalizado a estos últimos, situación que inducirá a un entorno de mayor violencia en el futuro próximo.

Igualmente, en Turquía se registra inestabilidad social; la remodelación del Parque Gazi en Estambul en el otoño pasado, fue la mecha que prendió una cadena de protestas populares en demanda de democracia y freno al paulatino proceso de islamización que el Primer Ministro Recep Tayyid Erdogan (RTE) ha pretendido imponer a Turquía; a pesar de que la mayoría de la población, turca es musulmana, desde la revolución de Mustafa Kemal Ataturken en los años veinte del siglo pasado y hasta la elección de RTE en el 2002, hubo gobiernos laicos y tolerancia a las minorías. RTE reprimió violentamente a los manifestantes.

La “sacudida” por fenómenos de corrupción que registró Turquía a finales del 2013 se ha convertido en una amenaza para la estabilidad social de ese país. En los actos de corrupción se encuentran involucrados varios Ministros del Gabinete de RTE, el presidente del Banco Central y otros funcionarios públicos de alto nivel. El destape de la corrupción aparentemente está vinculado a una lucha de poder entre RTE y Mohamed Fethula Gulen (MFG) cuyos seguidores ocupan cargos clave en la Policía, en el sistema judicial y en los servicios secretos; MFG es escritor, antiguo Imán y líder islámico que se autoexilió en EUA en 1999.

Las principales confrontaciones entre MFG y el gobierno son por cuestiones de política exterior, los seguidores de MFG nunca aprobaron el papel que el gobierno turco trato de representar en el Medio Oriente, ni aprobaron su política en Siria o su actitud en la crisis del barco Mavi Marma que trató de romper el “bloqueo” marítimo de Israel a la Franja de Gaza. Otro punto de conflicto ha sido la negativa de MFG de que el gobierno tenga conversaciones directas con Ocalan, líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán respecto a la autonomía de los Kurdos (etnia sin Estado repartida en Turquía, Irak, Irán y Siria), empero, no se opone a darles sus derechos culturales.

La moneda está echada al aire; aparentemente los enfrentamientos entre ambos políticos continuarán hasta las elecciones de marzo próximo con el objetivo de influir en los resultados. En el inter, las pasiones se pueden desbordar.