MAY SAMRA PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | Alguna vez conocí a Yaacov Peri en un café de Polanco. Era simplemente un amigo de un conocido: no sabía que este hombre apuesto y afable había tenido, en algún momento, la vida y la muerte en sus manos. Peri es una de las seis personas cuyas entrevistas recoge el documental The Gatekeepers, que presentó el Festival Internacional de Cine Judío y el Festival Ambulante (vea, arriba, la entrevista a Elena Fortes, directora de Ambulante).

Los ssis directores del Shin Bet son: Avraham Shalom (director del Shin Bet de 1980 al 86), Yaakov Peri (de 1988 a 1994), Carmi Gillon (de 1994 a 1996), Ami Ayalon, Avi Dichter (2000-2005) y Yuval Diskin (de 2005 a 2011).

The Gatekeepers es una película difícil: difícil primero porque no estoy segura de cuántos países aceptarían que se entreviste a sus jefes de inteligencia para entender bajo qué criterio- o falta de estrategia- se toman a cabo decisiones trascendentales para la seguridad básica de la nación.

La importancia del Shin Bet, a nivel de psique nacional, es que es el verdugo secreto de los enemigos de la nación israelí: así como Tazhal es el ejército de todos sus ciudadanos, el brazo armado de Israel – Shabak es la hiedra subterránea de los mil ojos y los mil brazos, única capaz de cobrar venganza por los actos terroristas, única capaz de maniobras sofisticadas (o admirables por su sencillez) para devolver a los judíos una dignidad muchas veces mancillada por la impotencia diaspórica.

El Shin Bet, como se explica en el principio de la cinta, es una máquina perfectamente aceitada, cuya base es la información recaudada por distintos métodos, algunos no muy ortodoxos- de los cuales también se habla en este documental y que son, por desgracia, comunes a la defensa de todos los países del orbe.

The Gatekeepers es una película importante, porque los entrevistados aparecen como personas, seres humanos que tienen conciencia: dentro de su importante gestión- que incluye asesinar a sicarios, despiadados terroristas y predicadores del odio y de la muerte, para evitar muertes de ciudadanos- ellos realmente confrontan las decisiones de matar con una ética que quizás se podría llamar bíblica: sopesan la importancia del sujeto a ejecutar y la necesidad de una ejecución; los daños colaterales; la importancia de la disuasión y de no ceder al terror; lo básico de proveer seguridad a un pueblo que ha depositado una confianza ciega en su capacidad de decidir en segundos.

Es motivo de orgullo que estos hombres, que a diario juegan a la lotería de la vida y la muerte pero con seres vivos, aparezcan como pensantes: cuentan con una ética, la ética judía del combate. Mencionan a filósofos (Hannah Arendt con “la banalidad del mal” por ejemplo) y corren la cortina sobre las consideraciones humanas de sus jefes, los dirigentes de Israel, para quienes la muerte de un ser humano nunca es anodina, común: dentro del conflicto humano que cobra vidas a diario, las víctimas en Israel, sean propias o del enemigo, tienen nombre y apellido, corresponden a un ser humano.

Quizás lo más duro de tragar, como judíos, al terminar este documental, es la conclusión de los líderes del Shin Bet, casi unánime: quizás no se ha hablado lo suficiente con los palestinos, no se ha considerado la paz con ellos como un objetivo prioritario. Uno de ellos, Avraham Shalom, el más inquietante quizás por su apariencia y su discurso, repite “hablar, hablar, incluso con los de la Jihad Islámica y con los de Hamas, incluso con Ahmadinejad”. Para quien no la ha vivido, como nosotros los mexicanos, es difícil entender que exista democracia y libertad de expresión en un país en guerra perpetua, que debe cargar con el peso de una amenaza existencial omnipresente- y que se hagan documentales como éste, un logro más de Dror Moreh; un acierto más del FICJ.

Habrá otra función más de The Gatekeepers este miércoles en el Instituto Goethe.