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SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | Cuando volví de estudiar en Estados Unidos a la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, se corría la versión de que era agente de la CIA y por ende era de derecha. Basta con una estancia en ese país más larga que una visita a Disneylandia para convertirse en automático en agente de la CIA. Para el consejero político de la embajada de ese país, que estuvo en el comité que me evaluó para entregarme una beca, se preocupaba mucho porque en mi tesis de doctorado aparecían referencias marxistas, lo que imagino me hacía de izquierda para él. Por suerte no quedé bien ni con dios ni con el diablo.

La acusación de agente del imperialismo cesó el día que mostré un cheque de la embajada de Estados Unidos como pago por participar en un comité de becarios, la de marxista nunca se me pegó.

Muchos panistas se desmarcan claramente de la izquierda mientras niegan reconocerse como personas de derecha, tal vez porque parece oírse mal, mientras los de izquierda parecen llevarlo con orgullo, tal vez porque durante mucho tiempo fueron perseguidos y la victimización también tiene utilidad.

Tal vez la falta de identidad derechista se deba a la carencia de un referente ideológico preciso; mientras parte de la izquierda reconoce a Marx como referente, parte de la derecha reclama la biblia, en el fondo ambos son religiosos pero con creencias distintas.

Como no hay homogeneidad, una parte de la izquierda busca destruir al capitalismo, otra acomodarse en él; por su parte, una parte de la derecha toma como referente a Hitler y busca destruir a los distintos, otra asume una agenda social. Hay espacios donde izquierda y derecha se encuentran, lo que dificulta etiquetar de forma adecuada.

Históricamente la nomenclatura llegó en una votación que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1789. En la Asamblea Nacional Constituyente Francesa, se votaba un artículo de la nueva Constitución que establecía el veto absoluto del rey a las leyes aprobadas por la futura Asamblea Legislativa. Los diputados a favor de la propuesta, que suponía el mantenimiento del poder absoluto del monarca, se situaron a la derecha del presidente de la Asamblea. Los que estaban en contra, y proponían que el rey tuviera derecho a un veto suspensivo y limitado, se situaron a la izquierda (ver un resumen en Wikipedia), ambos a final de cuentas, eran monárquicos.

Con el tiempo los términos se fueron decantando para que el de izquierda quedara asociado a las causas progresistas, al cambio político, la justicia social, y de alguna manera a la revolución; mientras el término derecha, se asoció a las posturas conservadoras, a la preeminencia de lo individual sobre lo colectivo y a descartar los cambios drásticos, más adelante se le asoció con la iglesia o la promoción de valores religiosos.

Dado el carácter pragmático de la política y una distorsión que lleva a los políticos a buscar el poder para saciar sus apetitos, se ha generado una desideologización que hace obsoleta esta diferenciación. Encontramos panistas progresistas, perredistas reaccionarios y priistas de todos los colores y sabores. ¿El mundo al revés?

Todos los partidos abogan por programas asistenciales para lidiar con las inequidades que ha generado el sistema, ninguno presenta una idea sólida para corregir a un sistema que genera mucho sufrimiento.

La izquierda de los partidos busca un poco de justicia, la derecha de todos los partidos aboga por un mantenimiento conservador.

El centro es un espacio confuso donde se trata de entregar un poco de todo a cambio de que no cambie nada, gatopardismo puro y duro.

Las expresiones radicales de las fuerzas políticas parecen haberse marginado, aunque los fundamentalistas, que siempre han existido, han roto el modelo de análisis. Los musulmanes que distorsionaron el Corán para justificar el asesinato de inocentes no tienen mucho en común con los anarquistas de la acción directa, ni con los promotores del aniquilamiento masivo.

Siguen existiendo expresiones de derecha radicales igual que izquierdistas radicales, unos quieren imponer a Cristo rey, otros destruir al capitalismo, ambos influyen al sistema en general de una forma muy limitada.

La derecha ha asumido causas de la izquierda, no termina de aborrecer a las expresiones malsanas que se encubaron en su seno y han generado expresiones corruptas que horrorizan.

El sistema requiere para su salud de expresiones político-ideológicas modernas, o sea, que se adapten a las nuevas exigencias de la sociedad. Qué lejos estamos de ello y tal vez nos estemos alejando.