ENTREVISTA

SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | México no es un país de leyes. Esta es una magnífica descripción sobre el gran déficit en el Estado de Derecho, el único problema es que no fue dicha por un analista político, sino por el ex presidente Felipe Calderón. Y no es que haya nada de malo en que los ex presidentes emitan sus opiniones sobre las condiciones del país, pero nos abre la duda sobre lo que sucedió en su gestión, como para que emita una frase lapidaria de esa envergadura. Y por supuesto que lo reconozca ahora. ¿Será acaso una admisión de culpa sobre lo que no hizo?

México no dejó de ser un país sin leyes cuando Calderón abandonó Los Pinos para irse del país, no lo era cuando él juró respetar la Constitución para paso seguido a violarla cuando sacó al ejército a las calles, declaró la guerra, creó de facto un estado de sitio, del que todavía no nos reponemos. Valga de paso mencionar, que por alguna razón, los presidentes mexicanos tienen que abandonar el país al término de su gestión. ¿Será por la ausencia de leyes?, o ¿porque ellos mismos pisotearon las leyes que debían respetar e imponer?

Muchos piensan que debemos seguir funcionando con el paradigma que mandaba el silencio de los ex presidentes, otros no le dan descanso a su bocaza diciendo cosas a las que no se atrevieron mientras eran presidentes, baste mencionar su postura de despenalizar la mariguana, mientras que unos años antes rearmaron a los militares para luchar contra esa droga. Estos personajes siguen gozando de una gran exposición en los medios, de tal forma que sus dichos, aunque sean insulsos, adquieren una gran importancia; dada esta disparidad, ¿podemos exigirles serenidad, madurez, responsabilidad? Inteligencia tal vez no, porque lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta, pero ¿qué tal mesura?

Tal vez estoy pensando en que una persona que vivió la experiencia de ser presidente debe haber absorbido una cantidad enorme de información, debe haber aprendido muchísimo sobre la naturaleza humana, debe haberse convertido en un ser superior, en un sabio, pero conforme vemos a estos personajes actuar, parecemos confirmar que posiblemente lo anterior no se dio a cabalidad. Tal vez sería suficiente recordar el reciente intercambio sostenido entre Salinas de Gortari y Manuel Camacho, o los esfuerzos desesperados de Salinas por echarle la culpa a Zedillo del desastre que dejó incubando, y que como dijo su escudero Aspe, el país quedó sostenido con alfileres, una metáfora muy clarificadora sobre la condición endeble que le legaron al sucesor.

Hay muchos dichos atribuidos a los ex presidentes que son de otros personajes y esto confunde. Destaca en primerísimo lugar eso de que no hay general que aguante un cañonazo de 50,000 pesos, que al parecer lo dijo el general Arnulfo R. Gómez y no Plutarco Elías Calles, aunque éste último se haya puesto furioso por la novela La Sombra del Caudillo, donde se muestra de forma descarnada la corrupción de los generales post- revolucionarios y su falta de lealtad, o mejor sería decir traición.
Aunque bien visto, el enojo es un despropósito, porque trataba de crear una imagen incorrecta de los militares, que no tienen porque ser mejores o peores a los demás políticos.

Otro dicho que gustó mucho fue que “estas lluvias ni nos benefician ni nos perjudican, sino todo lo contrario”, se le atribuyó a Luis Echeverría, quién así como decía una cosa hacia otra, y no por un profundo sentido de la dialéctica, sino porque se acostumbró a gobernar caprichosamente. Decidió que la economía debía manejarse desde Los Pinos, tal vez porque se sentía infalible y pensaba que nadie podía hacer las cosas mejor que él mismo; el caso es que enterró al milagro mexicano y abrió una crisis que todavía no termina.

Hay presidentes que usan una metáfora que se revierte en contra de su imagen. López Portillo presumió que defendería el peso como un perro, lo que no hizo, pero en cambio abrió un espacio para la mofa que no terminaba; la colina que adquirió en el DF se convirtió en La colina del perro, el humor estableció que recibiría tres premios nobel (no nobeles Fox dixit): el de física porque hundió el peso y luego lo hizo flotar, el de química porque el peso lo hizo caca, y el de biología, porque convirtió al hombre en perro. El discurso metafórico es muy peligroso cuundo la sociedad está encabritada, y solamente falta que alguien le regale una frase desafortunada para desquitarse con saña.

Los presidentes son cada vez menos cultos, menos ingeniosos, tienen que leer los discursos y a veces lo hacen mal y cuando pierden el apuntador, tienden a hacer el ridículo.