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ANDREA PELAYO

Enlace Judío México | «Lo que no tienes es lo que, en realidad, tienes». Esta paradoja es la que resume todo el modelo de startups que ha convertido a Israel en la segunda cuna de los emprendedores. Al menos es así según Oren Simanian, fundador del centro de emprendimiento de la Universidad de Tel Aviv, Startau.

Simanian, presente ayer en Barcelona en las jornadas 4 years from now, organizado por la Mobile World Capital, tiene claras las claves del éxito de Israel. No tenemos muchas más opciones», opina este israelí orgulloso de ser «de un país pequeño, sin recursos naturales y con acceso limitado a muchas cosas que en otros países son normales» que, sin embargo, ha sabido convertir la escasez o el dolor en creatividad e innovación puntera. «Los obstáculos son los que nos permiten ser mejores y seguramente son los que han creado este ecosistema», explica.

Israel sabe bastante, según Simanian, de piedras en el camino. «No había agua: creamos soluciones tecnológicas para conseguirla. ¿Estás en el desierto? Creamos paneles solares para obtener electricidad. No tenemos una buena relación con nuestros vecinos así que desarrollamos tecnología innovadora para defendernos…», detalla. Para Simanian, «esos retos nos dan motivación para desarrollarnos», algo que no se consigue en otros lugares donde todo es fácil.

De todos modos, hay algo más en el carácter de Israel que ha impulsado a este país a ser la nación con más startups per capita. «Somos pacientes y tolerantes con el fracaso», dice Simanian, quien dice que «intentarlo es ya la mitad del camino» y convierte su sonrisa en mueca de advertencia al decir que «no todas las historias pueden ser como las de Whatsapp o Waze ni todas salen en los periódicos», por lo que el israelí aconseja mirar al fracaso «como una parte más del proceso».

Es algo que ha intentado contagiar a los más de 3.000 alumnos que han pasado por los cursos de Startau, que ofrece acompañamiento a los emprendedores, al principio, sólo israelíes y ahora ya a los extranjeros. La escuela atiende a aquéllos que van sólo con una idea pero también a los que tienen ya un producto en el mercado hasta que cierran financiación. «Todos vienen en diferentes estadios, con diferentes capacidades y con diferentes productos y lo bueno es que somos flexibles», comenta el fundador de Startau, que actualmente ofrece ayuda con los mentores, para buscar partners o financiación.

El clima en el que Startau desarrolla su actividad pocas veces suena mejor para el emprendedor. Según Simanian, «el Gobierno ha construido programas sostenibles a base de mucho probar y se dan ayudas a las compañías jóvenes a través de incentivos, pero también facilitando el acceso al capital». De este modo, el israelí apuesta por mantener, como mínimo, esa segunda posición frente a Silicon Valley. «La comparación con Silicon Valley halaga, es un cumplido ser los segundos pero lideramos en densidad de startups, acceso al capital o número de ingenieros per capita», presume alguien que tiene claro la necesidad de «trabajar duro y acompañado de socios».

Son muchas las personalidades públicas españolas que han visitado Israel en los últimos tiempos para aprender de su exitoso modelo y trasladarlo a nuestro país en una nueva búsqueda por escapar de la crisis. «Pero no hay una sola manera», inquiere Simanian. Y añade: «Cada país debería mirarse a sí mismo y saber en qué es único. Cada ecosistema tiene sus valores y hay que usarlos para desarrollarse». En Barcelona, por ejemplo, dice, existen facilidades como «su internacionalidad y multiculturalidad», además de la posibilidad de formarse en las mejores escuelas de negocio en una ciudad donde «el turismo y la capital del móvil se pueden aprovechar».

Fuente:elmundo.es