Enlace Judío México – Las imágenes de lo que está aconteciendo en Venezuela, que recorren el mundo desde hace dos semanas, los testimonios que llegan desde allí y la guerra de palabras que acompaña tantas jornadas de represión y falta de libertad, entran lamentablemente en las discusiones aún no desaparecidas entre izquierda y derecha. Como si estuviera bien que la dignidad del ciudadano , sea donde sea que viva, dependa del color del régimen que lo gobierna. Como si estuviera bien condenar a quien lo oprime si está de un lado

No son los “imperialistas” ni los “yanquis” los que determinan que lo que hace el gobierno de Nicolás Maduro es oprimir a su pueblo, matar estudiantes en las calles y mandar a la Guardia del Pueblo (creada en el 2011 por el entonces Presidente Hugo Chávez) a disparar, sino los propios venezolanos, numerosos de los cuales osan salir a manifestar, sabiendo que con ello arriesgan su vida.

Especial repercusión tuvo una carta que el cantante uruguayo Jorge Drexler y sus familiares recibieron de una prima suya que vive en Venezuela, y que él difundió por razones obvias. Reproducimos parte, por lo elocuente y firme de sus conceptos.

“Todos los conocemos. Tienen motos, andan de a dos. El de atrás lleva el arma. Se cubren la cara….. Esa tarde salieron, rompieron las puertas de un edificio donde viven varios amigos míos, entraron con las motos. Disparando. Así en varios edificios donde viven estudiantes que salen a protestar siempre. Se pasearon por la ciudad, y las “ballenas” anti disturbios de la policía venían detrás de ellos apoyando. El patrón se ha repetido en todos estos días de manifestaciones en todo el país: sueltan a los colectivos adelante, con las motos, armados, y la guardia nacional viene atrás. Lo que pasa es que yo vivo aquí en Mérida y eso no lo vi en una foto de twitter: lo vi.

Por eso yo fui a la marcha, vestida de blanco como todos. No porque hay una conspiración del imperio para tumbar a Maduro en la que yo participo, ni porque me convencieron con un folletito de la CIA de dejar de ser la hija de un exiliado político de la dictadura uruguaya para convertirme en una fascista de la ultraderecha, para usar el término con que me llama nuestro presidente.

(…)Y entonces vino la noche, y de nuevo salieron las motos. Me llamó una amiga, atrincherada en su apartamento: vienen los “tupas”, y la policía los proteje, y quién nos defiende a nosotros. Los tupas. No escogieron el nombre por casualidad. Lo escogieron sabiendo que hay muchos, demasiados, tristes intelectuales de la así llamada izquierda latinoamericana, para quienes el discurso y el nombre lo es todo. Usted dice tupamaro, y ellos piensan en los torturados de la dictadura uruguaya, no en los muchachos que salieron ayer mostrando las heridas que la Guardia Nacional Bolivariana les hizo cuando los detuvo. Son el tipo de gente que si usted le dice guerrillero, ellos piensan en un joven buenmozo de barbita con una boina negra y su estrellita blanca, no en un anciano narcotraficante colombiano sin escrúpulos que es capaz de secuestrar niños para llevarlos a pelear a la selva…(…)”.

Y agrega: “…hay grupos armados financiados por el estado, disparando y matando. Y hay una censura informativa total.Debería bastar que se supiera eso, debería bastar saber que en Táchira cortaron internet y sobrevuelan las ciudades aviones de guerra, que cerraron las emisoras de cable que daban noticias, debería bastar saber que están atacando a los periodistas, que hay estudiantes muertos, para que el intelectual de izquierda levante por fin los ojos de su enésima edición de “Las venas abiertas de América Latina” y mire alrededor, descubra que el siglo es el 21, que el muro de Berlín cayó, que los muchachos de la Sierra Maestra envejecieron y ahora no dejan a sus nietos gobernar, ni escribir un periódico nuevo, ni salir de su país, ni fundar un partido político, ni gritar abajo el gobierno. Que si en Venezuela no hay ni pan ni medicinas ni leche no es porque Obama está conspirando día y noche contra nosotros. Que somos perfectamente capaces de hundir económicamente un país sin ayuda de ninguna transnacional imperialista”.

Una fuerte discusión sobre esta problemática de fondo, tuvo lugar esta semana en la Comisión Permanente del Parlamento, al comparecer el Canciller Luis Almagro por pedido del Senador colorado Ope Pasquet. Almagro insistía en que el gobierno no tiene doble discurso en temas de Derechos Humanos y Pasquet en que Uruguay debe posicionarse firme y tajantemente contra la política que está siguiendo Maduro en la represión de las manifestaciones estudiantiles , aclarando además que sería vergonzoso recibir al Presidente de Venezuela en Montevideo.

Si bien el Canciller recalcó que está contra “terrorismo de Estado”, agregó que habría que esperar aún las investigaciones judiciales para tener certeza si el uso de este término está justificado en la situación actual. Pero más allá de definiciones formales, el video que hizo pasar el Senador Pasquet con imágenes concretas de la represión, causó su efecto y dejó consternados, al parecer, a no pocos legisladores presentes.

La problemática de fondo tiene hoy a Venezuela en los reflectores, pero va más allá de ella.

Gira en torno a la categorización de todo de acuerdo a izquierdas y derechas , mientras que hay cosas que simplemente, deberían ser centro para todos.

Los nazis, régimen fascista por excelencia, mataron a 6 millones de judíos y a todos los opositores que pudieron. Los comunistas superaron en mucho esos números en el asesinato de sus propios pueblos.

De acuerdo a “El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión” (1987), editado por Stéphane Courtouis, con la pluma de diferentes investigadores europeos que aseguran ser de izquierda, y publicado luego en español con la traducción de César Vidal, en el marco de la represión interna en países comunistas, los números de víctimas superan los 95 millones. América Latina también es parte de ese mapa mundial. La dictadura en nuestro país mató, la Junta militar argentina y Pinochet en Chile mataron más todavía…pero también la dictadura comunista cubana,que además, sigue campante.

Derechistas fascistas matan y oprimen, y también lo hacen fascistas de izquierda..Quizás parezca que los términos no van juntos…pero en definitiva, son todos iguales. Lo que debería determinar que un crimen de un gobierno sea considerado eso, un crimen contra sus propios ciudadanos, es su forma de actuar. No el color de su bandera, ni los discursos que pronuncian hallando siempre en otros los culpables de la desgracia en la que está sumida su gente.

Y lo que está pasando hoy en Venezuela debe entrar justamente en esa categoría, por más que Chávez antes y Maduro hoy, se hayan llenado la boca hablando de la revolución bolivariana contra el imperialismo, que traería felicidad a Venezuela..una felicidad que hoy, los venezolanos, no logran conseguir.

Fuente: U Y Press