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SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | Una empresa, gran proveedora de PEMEX (Oceanografía) vende pagarés a un gran banco (BANAMEX) y cuando el banco intenta cobrar, PEMEX se niega a pagar. Eso que se configura como fraude implica 430 millones de dólares, ¿quién se los quedó? Como dice el diputado Carlos Angulo: “en esta triangulación están involucrados los tres factores”.

Una sirvienta le roba el celular a la patrona, cuando es descubierta y despedida pide una segunda oportunidad. La patrona piensa que era para que pudiera llevarse los objetos que ya había identificado como susceptibles de ser tomados.

Un médico envía a su paciente al hospital para ser revisada por un socio. A la paciente le hacen una batería de exámenes innecesarios, la conectan al oxígeno aunque oxigenaba al 98% y el médico le dice que la hospitalizará tres días para vigilarla, aunque el mal que tenía era atendible fuera del hospital, todo con tal de engrosar la cuenta médica.

Un cardiólogo atiende a una mujer mayor, le pone un marcapasos, retira los puntos apresuradamente y se abre la herida. Diagnostica que fue una reacción al yodo, la que se presenta unas horas después de aplicado, no siete días después. Cuando la nueva sutura no termina de cerrar, diagnostica que el cuerpo está rechazando el marcapasos, por lo cual determina cambiarlo de lado, independientemente que tres médicos determinaron que no hay rechazo de marcapasos, no queda claro por qué, si fue rechazado en un lado del cuerpo, no lo será en el otro. Tres hospitalizaciones para algo que se resolvía en una, resultando una cuenta médica inflada. Un médico consultado sobre el caso comentó: “Así está la medicina hoy, ya he escrito mucho contra ello”.

El común denominador de los cuatro casos es que, de una u otra manera, todos son fraudes, o si nos apuran, son robos, tres de ellos y posiblemente los cuatro quedarán totalmente impunes y los que perdieron el dinero tendrán que resignarse a ello. A reserva de que el fraude que involucra a PEMEX nos compete a todos los ciudadanos, pero con los demás todos tenemos el riesgo de caer tarde o temprano.

México esta muy mal calificado en torno a la corrupción; nos han repetido hasta el cansancio el costo económico de la misma, nos tratan de sorprender con los puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB) que se consumen con ella; pero poco se dice sobre el costo social, ético y por supuesto político, que sin duda lo tienen. Algún cínico dice que es un mecanismo de distribución del ingreso. Que lo de la sirvienta es lucha de clases. Pero si la vemos bien, tal vez como debe verse, la corrupción es en esencia un robo.

Hay una escena en la película Mecánica Nacional, donde el personaje central le demuestra a los demás que cada uno caerá en las garras de alguno de los otros, cada quién se joderá a alguien más, lo cual demuestra, según el guionista, que es una jodedera democrática (bueno, el no usó esa palabra), y en la realidad los ejemplos sobran.

Un albañil va a hacer un trabajo, solicita un adelanto, empieza el trabajo, para un buen día decir: mañana regreso y no lo hace nunca, porque va por el mundo pidiendo adelantos de trabajos que no tiene la intención de terminar, y eso es robo puro y duro.
Todos podemos esperar ser víctimas de un robo y muchos esperan que llegue su oportunidad, para democráticamente, abusar de la confianza de alguien más y llevarse algo que no le pertenece.

Si la corrupción y el robo están tan generalizados, ¿acaso podemos creer que el mexicano promedio se molesta cuando sale la nota de lo mal calificado que está el país? O tendremos que considerar la petición: “a mi no me den, pónganme dónde hay”.

¿Qué diferencia podemos encontrar entre el político que depreda el presupuesto, la sirvienta que roba un celular, el albañil que no hace el trabajo, o el chofer del valet parking que se roba la llanta de refacción del auto que cobró por cuidar? Los cínicos dirán el monto de lo que se llevan. Los abogados dirán, “no es lo mismo el abuso de confianza que el robo”. En esencia es lo mismo, todos se llevan algo que no les pertenece y sienten que tienen el derecho de hacerlo; y si los descubren se disculpan. Es mejor pedir perdón que pedir permiso, porque la disculpa perdió todo valor.

En un país tan católico como México se supone que lo primero que aprende una persona es el mandamiento de No robarás y sin embargo, se nota una fuerte proclividad social al robo, ¿A que responde esta contradicción? ¿Cómo avanzará un país con gran déficit moral y ausencia de valores? ¿Podrá construirse democracia y credibilidad con estas carencias?