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En enero de 1958, llegó un paquete secreto a la sede de la CIA. Dentro había dos rollos de película de la inteligencia británica, mismos que contenían las fotos de las páginas de una novela en ruso titulado Doctor Zhivago.

 

El libro, escrito por el poeta Boris Pasternak, había sido prohibido en la Unión Soviética; sin embargo, los británicos sugerían que la CIA obtenga copias de la novela clandestinamente. Pronto, esta idea ganó la tracción en Washington.

“Este libro tiene un gran valor propagandístico”, dice un memo de la agencia CIA, dirigido a todos los jefes de la división ruso-soviética, “no sólo por su mensaje intrínseco y su naturaleza de provocar reflexión; sino que también por las circunstancias de su publicación: tenemos la oportunidad de que los ciudadanos soviéticos se pregunten lo que está mal con su gobierno, cuando una penalizada obra literaria escrita por el hombre reconocido como el más grande escritor vivo ruso, ni siquiera está disponible en su propio país, en su propio idioma para su propia gente para leer”.

La nota es una de los más de 130 nuevos documentos de la CIA que detallan la implicación secreta de la agencia en la impresión de Doctor Zhivago, un audaz plan que ayudó a entregar el libro en manos de ciudadanos soviéticos, libro que luego pasó de mano en mano, lo que permitió que éste circule en Moscú y otras ciudades en el Bloque del Este. La publicación del libro y más adelante, la concesión del Premio Nobel de Literatura para Pasternak, desencadenaron una de las grandes tormentas culturales de la Guerra Fría.

Debido al atractivo perdurable de la novela y una película hecha en 1965, basada en ésta, el trabajo de Doctor Zhivago, marcó la ficción. Sin embargo, pocos lectores saben el proceso de su nacimiento y la forma en que la novela cubrió un mundo en gran parte dividido entre las ideologías de las dos superpotencias. El papel de la CIA -con la publicación de una edición en ruso de tapa dura, impresa en los Países Bajos y una edición de bolsillo, impresa en la sede de la CIA- se ha ocultado durante mucho tiempo.

Fuente: Washington Post