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Enlace Judío México |Este artículo fue publicado en el blog del Ejército de Defensa Israelí. Eva Levi es la persona más joven que sobrevivió el horror del Holocausto gracias a Oscar Schindler. Hoy, unos días antes del día del Holocausto cuenta su historia.

Hola, mi nombre es Eva Levi. Nací en Cracovia, Polonia y cuando tenía dos años estalló la Segunda Guerra Mundial. Cuando acabó la guerra tenía ocho años.

Durante la guerra, fui deportada de un gueto a Auschwitz y luego a Checoslovakia. Hoy estoy viva y puedo contar mi historia gracias a dos personas: Oscar Schindler y mi madre. Actualmente estoy casada y vivo en Israel. Tengo dos hijos y tres nietos. Mi nieta Ana sirve en el ejercito Israelí. Esa es la razón por la que cuento mi historia a las mujeres del Ejército de Defensa Israelí.

Cuando la guerra estalló, era tan pequeña que no entendía qué pasaba. No tuve infancia. No tuve abuelos o abuelas ni asistí al jardín de niños o a la escuela.

Aunque esta fue una terrible época de mi vida, tenía dos cosas por casualidad: Tuve la suerte de tener mi nombre registrado en la lista de Schindler, siendo la más joven y pude permanecer a lado de mi madre.

En un principio fuimos enviados al gueto de Cracovia. De ahí nos mandaron a campos de trabajo cerca de Cracovia y es ahí donde mi nombre se registró en la lista de Schindler. Entonces querían trasladarnos a Checoslovakia pero, luego del accidente, fuimos enviados a Auschwitz. Permanecimos en el campo de exterminio durante tres semanas en horrendas condiciones. El miedo a la muerte estaba siempre presente y se renovaba cada vez que pasábamos por los crematorios.

Recuerdo un momento en particular en este infierno. Un día, mientras todas las mujeres estaban juntas en un edificio oscuro, una oficial se acercó a mi madre y le dijo que me llevarían de ahí. Mi madre empezó a llorar y gritar. No me dejaba ir, pero en Auschwitz era imposible negarse. Mi madre preguntó a dónde me llevaban y ella prometió que llegaría a un buen lugar. Mi madre no entendía. ¿Un buen lugar? ¿En Auschwitz? ¿Cómo es posible? Pero la oficial insistió y juró que me llevarían a un buen lugar, y realmente me llevaron a un lugar muy diferente en Auschwitz.

Nadie podía creerlo. El lugar era moderno y limpio, una gran excepción en Auschwitz. En este lugar sólo había niños bien vestidos que se veían casi bien. No entendía dónde estaba. Sentía que estaba en el paraíso. Había dibujos en las paredes, juguetes, ropa. Los niños se veían obviamente tristes porque porque estaban solos, sin sus padres. Era el año de 1944 y había mucha hambre en todos lados, pero aquí nadie se moría de hambre.

Un día, los nazis nos llamaron para cenar. Casi no habíamos comido los días anteriores. Una rebanada de pan o una papa. Esa noche nos sirvieron de cenar y comimos tanto. Al otro día, volvimos a desayunar abundantemente! Los nazis eran tan atentos que pensamos que la guerra había terminado. A la hora de la comida, nos sorprendimos al ver la mesa puesta y nosotros estábamos bien vestidos.

Estábamos sentados cuando entraron tres o cuatro hombres sonrientes vestidos de civiles. Cada uno se sentó al lado de un niño. Aún puedo oler el aroma de las papas, pero habíamos comido tanto el día anterior que no tenía lugar para más. No tenía nada de hambre y comencé a llorar. El hombre que se sentó junto a mi me preguntó, ¨ ¿Qué pasa querida, tienes hambre?¨ Yo contesté que no tenía hambre. Estos hombres eran de la Cruz Roja. La ropa, la comida. Todo el lugar era una farsa de lo que realmente sucedía en Auschwitz. ¿Los crematorios? Eso no se exhibía. Adorables niños bien vestidos que se sentían bien y no sufrían hambre, eso es lo que los supervisores de la Cruz Roja vieron.

 

 

Fuente: Oficina del vocero de las FDI, The Jewish Press.

 

 

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