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Enlace Judío México | La campaña Boicot-Desinversión-Sanciones (BDS), impulsada por organizaciones palestinas y propalestinas con la intención de aislar a Israel en campos como la economía, la educación o la cultura, está tratando de sumar a su causa al cantaor Diego El Cigala. La Rescop, Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina, que engloba a más de 40 ONG y comités de solidaridad con este pueblo, ha solicitado al artista madrileño que suspenda el concierto que tiene previsto dar en la costera ciudad de Ashdod el próximo lunes, 26 de mayo. El Cigala acudirá a la segunda edición del Festival de Músicas del Mediterráneo. La actuación sigue en pie, según indican los gestores del Centro de Artes Escénicas, el escenario elegido.

Ramón Diego Jiménez Salazar -el nombre que se esconde bajo el alias de El Cigala- ya ha vendido prácticamente todas las entradas para su concierto, en un país donde el flamenco se abre camino con paso firme y raudo. En su voz han confiado, de hecho, para la inauguración del certamen. La presencia española se completa con la cantaora Esperanza Fernández y el guitarrista Miguel Ángel Cortés, programados para el día 28 con su espectáculo Flamenco natural y con quienes la Rescop también va a intentar contactar. Luz Casal estaba en el cartel inicial pero no viajará a Israel finalmente. Hace dos meses, confirman las asociaciones, se le mandó una carta en los mismos términos que al intérprete de Lágrimas negras. En Ashdod ni confirman ni desmienten que su baja se deba a cuestiones políticas.

La Rescop, que esta mañana ha iniciado una campaña en Twitter para difundir su petición a El Cigala, explica que a principios de este mes le pidieron que decline la invitación pero no han recibido respuesta a su correo. La oficina de prensa del artista ha informado a EL PAÍS de que este concierto lleva “meses” firmado y que anularlo tendría “consecuencias” tanto para él como para la empresa que lo representa. Más allá de lo puramente contractual, el cantaor puntualiza que él no es “un político sino un artista” y se ofrece a cantar también en Palestina. Afirma que tiene “muchos” amigos israelíes “que no están de acuerdo con las políticas de su Gobierno en este aspecto” y que él particularmente, reconoce “la soberanía del pueblo palestino”.

Añade que se siente “del pueblo”, que por eso ha actuado otras veces en Tel Aviv –en los años 2006 y 2010, por ejemplo-, porque entiende que su público “no tiene la culpa de lo que haga el estado”. Se suma, concluye, a la postura del director de orquesta Daniel Barenboim, judío, impulsor de constantes proyectos de entendimiento entre los dos territorios enfrentados, “que piensa que hay que unir a los pueblos” y apuesta por “acciones que unan a palestinos e israelíes para demostrar que la paz es posible”.

Lo que pretenden las organizaciones que impulsan el BDS con su ruego a artistas como El Cigala es “forzar a que Israel cumpla con la legislación internacional y las resoluciones de Naciones Unidas, respetando los derechos del pueblo palestino”, en palabras de Omar Barghouti, uno de sus fundadores. La presencia de estrellas mundiales que den prestigio a Israel, aunque sea en una ciudad reconocida internacionalmente como suya y no en suelo ocupado, debe cesar, mientras, como castigo. Esa es su filosofía. De ahí que ya el pasado año el BDS se centrase, sin éxito, en impedir que actuasen en el mismo festival mediterráneo el desaparecido guitarrista Paco de Lucía y la coplera Concha Buika, ambos con un importante éxito. En esta edición de 2014 la portuguesa Mariza, que actúa un día después que El Cigala, es la otra gran artista en la que se está volcando la campaña en las redes sociales. Habrá representación, además, de músicos de Francia, Grecia o Turquía.

Desde que la sociedad civil palestina inició esta vía alternativa de presión, en 2005, personalidades como Carlos Santana, Elvis Costelo, Emma Thomson o Stephen Hawking han escuchado sus reivindicaciones y han suspendido actos en Israel.

La polémica de mayor trascendencia generada por el BDS tuvo lugar en enero pasado, cuando se reclamó a la actriz Scarlett Johansson que dejase de ser el rostro de la empresa SodaStream, cuya principal fábrica de máquinas para hacer refrescos caseros se halla en el asentamiento de Maale Adumim (Cisjordania). Johansson se negó, defendiendo que la firma daba riqueza a israelíes y palestinos a un tiempo, pero su postura chocó con la de Oxfam, la ONG de la que llevaba ocho años siendo embajadora de buena voluntad y que tiene como una de sus principales causas de lucha el fin de la ocupación por parte de Israel. Finalmente, la presión la llevó a abandonar la organización humanitaria.

Fuente:elpais.com