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ARQ. MOISÉS GAMUS DUEK

Enlace Judío México | Muchos de nosotros ni siquiera estábamos planeados cuando se llevaron a cabo las inolvidables Olimpiadas de México 1968. Aquellos que sí les tocó vivirlas -nuestros padres y abuelos- cuentan de un festival atlético y cultural que cambió la forma en que se realizan las olimpiadas. A pesar de que previo al evento se haya desatado uno de los episodios más tristes de la historia reciente de México, las Olimpiadas lograron convencer a todo el mundo que nuestro país es rico en historia, cultura, arte y arquitectura… y que sabe hacer un evento de categoría mundial cuando así se lo propone.

El Comité Olímpico, presidido por el Arq. Pedro Ramírez Vázquez, tuvo la gran aportación de dar un toque más cultural a un evento que solía ser meramente deportivo. Pensando que no todos los países podrían llevarse consigo una medalla, el comité se inspiró y se basó en el diseño (artístico, arquitectónico, monumental) para generar una impresión que nadie olvidaría: aún hoy, a casi 50 años de las Olimpiadas, el estadio olímpico sigue siendo una referencia arquitectónica y paisajística, la tipografía de las múltiples franjas sigue siendo reconocida por todo el mundo, y la Ruta de la Amistad… bueno, esa no tuvo tanta suerte, hasta hace pocos años.

La Ruta de la Amistad, esas esculturas que de pronto se nos aparecen cuando vamos a 80km/hr sobre Periférico Sur, fueron diseñadas y construidas con el propósito de guiar a los visitantes hacia los distintos puntos en donde los eventos olímpicos serían llevados a cabo. El Arq. Ramírez Vázquez, en conjunto con Mathias Goeritz, decidió solicitar de cada país un representante que diseñara una escultura para que fuera parte del corredor escultórico más largo del mundo (17 kms). En el caso de Israel, se escogió al arquitecto y artista Itzhak Danziger, quien realizó una geométrica composición llamada Puerta de la Paz, tomando en cuenta los conceptos del Arte Urbano Moderno y reconociendo que sería una pieza que debía ser leída y apreciada a distancia, desde un automóvil desplazándose a gran velocidad.

Una vez terminadas las Olimpiadas, el espíritu creativo se desvaneció y la Ciudad de México siguió creciendo alrededor, a través y por encima de las esculturas, abandonándolas al olvido y lento deterioro. Las esculturas, alguna vez referencias urbanas y piezas escultóricas de artistas de categoría mundial, estuvieron a punto de ser destruidas y removidas completamente. Afortunadamente hubo alguien que percibió la importancia de este legado histórico y decidió tomar acción para rescatar las piezas y reintegrarlas al tejido urbano y social del México del Siglo XXI. Este hombre se llama Luis Javier de la Torre, y a través del patronato de la Ruta de la Amistad AC, ha logrado restaurar más de la mitad de las esculturas originales de las Olimpiadas del ’68, así como regenerar el sitio donde estas esculturas están montadas.

Después de más de 10 años de iniciado el proyecto de renovación de la Ruta de la Amistad, finalmente le tocó el turno a la obra de Danziger, la escultura de Israel. Y acertadamente se contactó con la Embajada de Israel y el KKL México para ayudar a regenerar el contexto paisajístico sobre el cual está montada la escultura, que ha sido cambiada de sitio en dos ocasiones, y el sitio actual donde se encuentra, probablemente el definitivo, es en el trébol de Periférico Sur y Viaducto Tlalpan, en la Delegación Tlalpan.

Parte de la propuesta del Patronato de la Ruta de la Amistad es rescatar el carácter original del contexto de las esculturas, siendo así que las esculturas que están montadas en el área del Pedregal son testigos de una región más rocosa, en donde la vegetación es más árida y la piedra volcánica marca una topografía geométrica y de color gris. En el caso de la escultura de Israel, el contexto histórico era mayoritariamente tierra de cultivo: en esta zona los primeros pobladores de la Ciudad de México crecían sus alimentos con la ayuda de un generoso clima y una hidrología estable.

Para desarrollar el proyecto de paisaje para la escultura de Israel, el Comité de Ecología del KKL, en conjunto con dos organizaciones con amplia experiencia en temas de permacultura y cultivos urbanos, desarrollamos una propuesta de innovación paisajística: un sistema agroforestal y tierras de cultivo de hortalizas y plantas medicinales que puedan ser mantenidos por la comunidad aledaña de Tlalpan, trayendo de vuelta al sitio una fuerte conexión con la tierra y ofreciendo una posibilidad de dar respuesta a una de las grandes problemáticas que nos presentará el cambio de clima en los años por venir. Este proyecto de agricultura urbana adquiere aún mayor sentido simbólico al ser Israel el país más innovador en temas de transformación de paisajes desérticos en ecosistemas bioproductivos. Incluso se está pensando integrar tecnología israelí para promover sistemas de captación, ahorro y reutilización de agua.

A manera de tener un espacio verde en la Ciudad de México con el sello de la comunidad judía, y regresarle a México todo lo que nos ha dado, el KKL está proponiendo recuperar y mantener esta área junto con alumnos de los colegios de la comunidad.

El pasado domingo 18 de mayo, con la presencia de la Agregada Cultural de la Embajada de Israel, Yahel Hashavit, la Jefa Delegacional de Tlalpan, Maricela Contreras Julián, el Presidente Mundial de KKL, Efi Stenzler, la Presidente de KKL México, Carol Broussi de Rubin, y una alegre audiencia de más de 50 personas, entre ellas delegados del KKL de 15 países de Latinoamérica, se dio por inaugurado el proyecto de renovación paisajística del “Pétalo de Israel”. Ese día se realizó una plantación simbólica de un árbol de olivo y un árbol de aguacate, representando a Israel y México, y se demostró que es posible integrar la fuerza de la organización civil, la esfera de profesionistas y la participación del gobierno para generar proyectos innovadores que den cara al futuro. En este proyecto, Israel es visto como un experto en temas de aprovechamientos del recurso hídrico y el KKL es reconocido por su amplia experiencia en temas de paisajismo y reforestación. Este proyecto será el primer bosque comestible de México, y representará un cambio de paradigma en la forma en que utilizamos y nos conectamos con el paisaje, en un sitio específico con una historia milenaria y en donde una pieza de arte nos recuerda los logros de un evento olímpico que dejó huella en el mundo entero.