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Como el fútbol, la religión divide a los seres humanos, además de promover la alienación y el engaño a través del usufructo de sus marcas registradas.

Enrique Krauze es un extraordinario escritor. Sus opiniones son ideas bien fundamentadas acerca del punto o tema que desea poner en la mesa para deleite de sus lectores y bilis de sus malquerientes.

Leo “paréntesis de fantasía”, el texto publicado en Letras Libres[1] y confirmo que el autor de “por una democracia sin adjetivos” es un maestro de la mayéutica pero a veces la autobiografía no es el mejor argumento. Me explico

Krauze afirma que fue testigo de la explosión de la popularidad del fútbol en México. “En el origen de estas historias, estuvo la amistad futbolera de Guillermo Cañedo y Emilio Azcárraga Milmo”. Nadie puede cuestionar lo anterior, pero sí la sugerencia de que el impulso de este deporte en México surgió de un valor universal, porque el lucro nunca lo ha sido.

“No me gustan, en absoluto, las metáforas religiosas aplicadas al fútbol, pero aduzco una razón terrenal para defenderlo: promueve la convivencia” afirma.

Es aquí donde discrepo con Enrique Krauze y apelo a la historia: Como el fútbol, la religión divide a los seres humanos, además de promover la alienación y el engaño a través del usufructo de sus marcas registradas.

Como católica, no soy ajena a las aberraciones de mi credo y me doy cuenta de que para pertenecer a cualquier religión, es requisito indispensable renunciar a pensar cosas como que el fútbol no tiene casi nada que ver con el deporte, ni mi doctrina con las verdaderas enseñanzas de Él.

Sin embargo, la pluma del autor es impecable y se cura en salud en el primer párrafo del texto: “El fútbol puede no ser un ritual inocuo”, dice, pero deja abierta la posibilidad de que lo sea.

Me atrevo a pensar que no es así y encuentro por lo menos 10 razones para argumentar contra la inocencia del fútbol. La primera es esa, precisamente, hacer pasar un gran negocio como un “deporte” que proporciona un relax “inofensivo” en cualquier parte del mundo.

Baste ver al señor Pérez, quien en su horario normal de trabajo es totalmente inofensivo, transformarse en un ser capaz de asesinar al contrincante bajo el influjo de ser tan fuerte como el equipo que apoya. Los fanáticos son así, pero estamos acostumbrados a pensar en ellos como los hooligans europeos o los hinchas argentinos.

Quien vive “la pasión del fútbol”, al igual que la religión, jamás considerará un “paréntesis de fantasía” el mundial o la llegada del Papa. Son momentos cruciales en su vida, donde está dispuesto a dejar trabajo, hijos, familia o responsabilidades por atender su frenesí.

Presento en esta infografía, algunas de las razones por las cuales los puntos suspensivos, en el caso del fútbol, son más adecuados que el paréntesis.

Fuente:sdpnoticias.com