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GUADALUPE LOAEZA

Entre las víctimas de los nazis, además de los judíos, gitanos, comunistas, discapacitados, existía un grupo que fue objeto de las mismas atrocidades, los homosexuales, que se distinguían especialmente por llevar cosido a su ropa un triángulo rosa. Se estima que durante la Segunda Guerra Mundial fueron detenidos 100 mil homosexuales. Se calcula que cerca de 15 mil terminaron en campos de concentración y más de 6 mil en campos de exterminio. Uno de ellos se llamaba Fredy Hirsch, de quien nos habló Bedrich Steiner, sobreviviente del holocausto, radicado en México desde hace muchos años, y padrino de honor en el lanzamiento de la campaña “Yo Tampoco”, que se llevó a cabo el martes por la noche en el Museo Memoria y Tolerancia. “Coincidí con él durante algunos meses. Era un excelente líder. Seis meses después de llegar al campo de Birkenau y, al ver que otros jóvenes como él fueron masacrados, optó por el suicidio”. Todos lo escuchábamos conmovidos. Para terminar el señor Steiner comentó: “Estoy convencido que la causa de Guimel es loable y muy respetable, como un grupo que busca eliminar otro grupo de discriminación”.

Eli Nassau, junto con Roni Waisser y Luis Perelman dirigen Guimel, institución que ha constituido un grupo integrado por miembros de la comunidad judeo-mexicana en general sobre la diversidad sexual mediante distintas actividades como conferencias, campañas, asesoría, entre otras. Su finalidad consiste en sensibilizar a los miembros de la Comunidad Judía de México y otros grupos de la sociedad mexicana. “Yo Tampoco” responde a la pregunta: ¿Estás dispuest@ a perderte de la vida de un ser querido por ser lesbiana, gay, bisexual o transgénero? YO TAMPOCO. “Esta campaña representa lo que muchos de nosotros hemos enfrentado ante una sociedad reprimida y represora”, afirma Roni.

Por su parte, Eli leyó un discurso el cual refleja perfectamente la discriminación que padecen los gays de su comunidad, así como el sufrimiento de los padres. “La respuesta a la que muchos se topan cuando por fin deciden expresarse abiertamente es rechazo o el alejarse de sus seres queridos”. Una de las cosas que más le preocupaba a Eli a los 12 años, después de haber hecho su Bar mitzvah, y sentir que había algo diferente en él, era: “¿Si soy diferente a todos, podré seguir siendo parte de mi Comunidad?”. He ahí el dilema. Aparte de la comunidad, cómo reaccionarían sus padres al verlo “salir del clóset”, ahora serían ellos los que entrarían “al clóset”, de puritita vergüenza por tener a un hijo gay. “Para las familias es difícil aceptar o entender una situación con la cual no tienen mucha experiencia, o que ha sido mal vista por razones religiosas, sociales, culturales y de educación. Es muy triste ver todo el dolor y el sufrimiento por el que pasan estas personas. ¿Por qué habríamos de seguir así?”.

El video que vimos como parte de esta campaña tan profesional y reveladora es aún más explícito. Aparece un joven llamado Elías, justo en el momento en que toca con las yemas de sus dedos la mezuzah, adosada al marco de la puerta de su casa y murmura: “Perdóname, Dios, por ser como soy”. De pronto se escucha su voz en off, en tanto la pantalla muestra fotos de Elías con su familia: “Tuve una infancia común y feliz, apoyo incondicional y unos buenos padres, y yo era un buen hijo”. Hasta que su madre descubre en el celular de su hijo un selfie de Elías con su pareja. No lo puede creer. Se lo muestra a su marido. El padre llora desesperado. “Es mi culpa”, dice ella llorando. Llega el hijo a su casa, el papá le muestra su celular y le dice: “Tú no eres así, Elías”. Parte al extranjero, “no va a servir de nada que me vaya, mamá”. Poco tiempo después, escribe a sus padres: “Deseo estar en una mesa del shabat con la familia”. El padre se resiste: “La puerta está abierta para cuando Elías decida cambiar”. El hijo regresa, pero con su pareja… A partir de esa escena aparecen decenas de rostros, hombres, mujeres y niños, diciendo: “Yo tampoco discrimino…”. El video es espléndido y contundente. Porque como bien dijo Eli Nassau: “Creemos que ha llegado el momento de dar la cara, tanto de nosotros, porque no vivir en plenitud no es vivir, y de que ustedes, como Comunidad, para que nos abran sus brazos y sus corazones. Queremos estar aquí, con ustedes. Queremos trabajar. Queremos construir. Queremos aportar. Y queremos que ustedes estén con nosotros y nosotros con ustedes. Queremos unir, no separar; queremos tumbar las barreras de la discriminación, del miedo, del rechazo. Queremos festejar que somos una Comunidad plural y diversa”.

Junto con él y otras muchas voces, exclamo fuerte: “Yo tampoco”.

Fuente:Reforma