AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

El lunes 16 de junio, en las instalaciones de Bet El, la comunidad judía de México abrazó a Francisco Martín Moreno- abogado fiscalista cuya curiosidad ha vuelto un excepcional escritor mexicano- que descubre, en un doloroso viaje al pasado, que es judío y que gran parte de su familia falleció en el Holocausto.

El testimonio de sus raíces, tanto maternas como paternas, pueden encontrarse en su más reciente libro “En media hora… la muerte”, cuya primera edición de 60,000 ejemplares ya está agotada.

La presentación consistió en una ingeniosa entrevista de Silvia Cherem, a través de la cual el escritor pudo explayarse acerca de los detalles de la elaboración del libro y las anécdotas de una familia nada convencional, la suya.

En el podio, además del autor, estaba Elena Arbitman, Presidenta de Bet El; Nathan Shteremberg y May Samra, Presidente y Directora de enlacejudio.com; Silvia Cherem, peridodista, escritora y editora.

Ante más de 400 personas, se describió como “hijo de las víctimas de la demencia nazi y de la demencia fascista española”.

Recibió insultos por ser judío

Explicó que, al haber confesado su origen judío , ha recibido insultos: “Es parte de mi actividad como escritor; el día en que no me gano un enemigo es un día perdido. Sí, me insultan por mi origen judío, pero cada vez que lo hacen me siento más orgulloso de saberlo”.

Hitler era homosexual y ¿coprófago?

Entre los hallazgos de la investigación de Martín Moreno, está su aseveración de que, a pesar de que envió a los gays a las cámaras de gas, Hitler era homosexual, pues sus amantes eran gente de la alta jerarquía nazi como Rudolph Hess y Albert Speer. De hecho, dice, psicólogos han afirmado que los gestos grandilocuentes del dictador respondían a su impotencia sexual.

Otra teoría de Francisco es que Hitler era coprófago, o sea que le gustaba hacer el amor con materia fecal.

El papel de la imaginación en la novela histórica

Según el escritor, se debe rellenar los huecos de la historia con la imaginación. “Cuando Hitler decidió suicidarse, yo estaba sentado en la cama en el sótano de la Cancillería, y escuché su última conversación con Eva Braun: era importante saber qué se decían estos dos salvajes. A la vez, puse al Papa Pío XII y a la hermana Pascualina haciendo el amor en la Capilla Sixtina. Yo estaba en la Basílica, atrás del baldaquín”.

Darle voz a los muertos

“Lo que sentí al terminar el libro fue el privilegio de darle voz a mis muertos”expresó Francisco. Cuando los introdujeron a la fuerza en la cámara de gas, cuando los asesinaron como asesinaron a la otra vertiente de mi familia republicana, no pudieron protestar. Que pudieran hacerlo en mi libro fue el privilegio.

Para mí, la literatura es protesta y (este libro) es un grito rabioso de protesta. Esta intolerancia que sufrió Europa, esta tiranía, este salvajismo que sucedió para la vergüenza de la humanidad, hay que insistir y denunciarla, así como cualquier surgimiento nacional socialista y fascista.

Francisco leyó las últimas líneas del libro: “En estas paginas me abrí el pecho ante mis lectores. Por eso aquí estoy, por eso escribo, por eso no soy culpable.”

Y a nuestro público: “Yo nací para decir, seguiré diciendo y quiero morirme con la pluma en la mano (bueno, la computadora). Tengo que seguir diciendo, denunciando, gritando en un coro al que todos ustedes se tienen que sumar para que cantemos todos, en una sola letra: “Justicia, justicia, justicia”.

¡Felicidades Francisco!