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MARILÓ / MONTERO

Decía Nelson Mandela que “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión” y que “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Allí, Hamas que gobierna Gaza, paga millones de dólares para que concurran cientos de miles de niños menores de 18 años para convertirse en asesinos, para convertirse en bombas humanas que se lanzan contra el objetivo. La edad mínima para su reclutamiento obligatorio es de 18 años, pero hay voluntarios mucho menores. Niños de 9 años que empiezan su entrenamiento para “que los teman, para convertirse en auténticos mártires de la Jihad”. Son frases que gritan mientras, tumbados sobre una cama de clavos, aguantan el peso de otros jóvenes que saltan sobre su pecho. Para sus padres musulmanes, quienes les inducen al odio, su premisa es ser suicidas, quienes tras inmolarse después de acabar con los “infieles,” alcanzarán el paraíso.

El terrorismo no es un juego para estos niños de siete, ocho, nueve o diez años. “La gente aprende a odiar, y si pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”, es otra frase de Mandela. Porque el otro tipo de niños que hay en Gaza son aquellos que van a la escuela. Niños y niñas conviven juntos en las mismas aulas donde los profesores les enseñan las mismas materias. Clases mixtas en las que no se ve ni un solo velo cubriendo la cabeza de una niña. Cría que de mujer será la madre de algún hijo asesinado. En 2008 se viralizó por las redes un vídeo donde se veía -y se puede seguir viendo-cómo una profesora de jardinería llamada Shachar Bar enseñó una canción para que todos sus alumnos la cantaran durante los bombardeos . La canción a ritmo divertido les ayuda a expresar su ansiedad y el miedo para distraer sus mentes durante los bombazos. Ninguna muerte se justifica. Y recurro a Mandela, otra vez: ” Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido. Son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra”.

Fuente:diariodesevilla.es