Rab. Marcelo_Rittner

RABINO MARCELO RITTNER

Mientras nos reunimos para dar la bienvenida al Shabat, nuestros pensamientos están con nuestra gran familia en Israel. Miles de israelíes están ausentes de la mesa de Shabat ya que han sido movilizados. Y tristemente este Shabat hay hogares que fueron tocados por la triste noticia que un hijo, hermano, nieto, amigo ya no regresará.

Es un tiempo de oscuridad para todos.

Y es en este momento cuando buscamos algo de consuelo, buscamos una esperanza, un poco de luz que nos permita transitar al encuentro de la paz, del Shalom que sigue pareciendo tan lejano. No necesito decirles que han sido semanas terribles. Cohetes y misiles. Sirenas y refugios. Niños y adultos viviendo al máximo su angustia y tensión preguntándose: ¿Será que esto acabará algún día?

Y cuando nos sentimos tentados a caer en la desesperación es bueno recordar las palabras del rabino Abraham Joshua Heschel de bendita memoria: “Para el pueblo judío, el mayor pecado es la desesperación. No tenemos tiempo para ello. No podemos permitirnos ese lujo”. No debemos sentirnos víctimas de las manifestaciones y declaraciones que han infectado el mundo con antisemitismo y odio, y que buscan anestesiarnos propagando el virus anti Israel. No debemos hacerlo, porque ustedes y yo y las personas honestas ya los conocemos. Son los mismos antisemitas que cuando se trata entre tantos otros de Siria, Sudán, Irán, se vuelven mudos, ciegos y amnésicos.

Entonces, ¿cómo y dónde podemos encontrar ese antídoto contra la desesperación? Seguramente no será en la prensa escrita, tampoco será en la televisión, local o internacional, menos en acciones de gobiernos hipócritas, de los intelectuales superficiales o de la izquierdas miopes. ¿Cómo y dónde podemos encontrar ese antídoto contra la desesperación? Yo les digo que podemos hallarlo en nosotros mismos. En cada judío donde se encuentre.

El novelista israelí Amos Oz, dijo “ser un judío significa identificarte con cualquier persona que es perseguido o atacado por ser judío”. El premio nobel de la paz, Elie Wiesel afirmó en una oportunidad que lo que nos hace judíos es la memoria y el hecho que cuando un judío grita de dolor en Israel, en Francia, en Argentina, en México, un judío lo escucha y siente en cualquier parte del mundo. Somos el pueblo que en cada Seder de Pésaj canta: “Vehi SheAmda”… la melodía que nos recuerda la promesa que, a pesar que en cada generación un enemigo buscará nuestra destrucción, HaKadosh Baruj Hú nos salvará de sus manos. Somos un pueblo que siempre busca la paz y la convivencia, tristemente, muchas veces solo.

Israel. Un pequeño pedazo de tierra que representa la autodeterminación del judío. Y Medinat Israel, el Estado de Israel nos da la dignidad y seguridad de vivir plenamente como judíos y no como víctimas de la historia dondequiera que vivas.

¿Cómo evitar caer en la desesperación? Identificándonos con líderes como Michael Bloomberg, que viajo con su esposa en un vuelo comercial de EL-AL, cuando Estados Unidos y Europa cancelaron sus vuelo a Israel, para demostrar que Ben Gurión es el aeropuerto más seguro del mundo.

¿Cómo evitar caer en la desesperación? Apoyando a Israel, asegurando que este año cumpliremos con nuestra declaración “Leshana habá Birushalaim”. Asegurando que a los jóvenes soldados no les falte nada, dedicando algunos minutos a escribir correos o llamar a sus amigos en Israel. Transmitiéndoles nuestro compromiso, hacerles sentir que somos “am ejad”, un solo pueblo con un solo corazón.

¿Cómo evitar caer en la desesperación? Integrando en nuestra vida personal los valores que hacen de Israel nuestra fuente de orgullo. Que hace de sus contribuciones para la humanidad un ejemplo que debería ser imitado.

Les doy un ejemplo. El soldado Sean Carmeli, fue de los primeros en caer. Nativo de Texas, él era un soldado sin familia en Israel. Era fanático del equipo de Maccabi Haifa. Cuando se publicó en Facebook la noticia de su fallecimiento, invitando a la gente que acompañaran a un “jaial guibor”, a este héroe solitario a su descanso eterno, a pesar de sirenas, treinta mil, si 30000 personas llegaron al entierro. ¿En que otro país el ejército ofrece ayuda médica a los enemigos que buscan su destrucción?

Mi ke amja Israel. ¡Quién es como tu pueblo Israel!

Puedo darle muchos ejemplos, todos son una luz en la oscuridad y un motivo de esperanza. Por ello les digo, no hay lugar sino para el orgullo y el optimismo. No hay lugar sino para la fe para la esperanza. La fe que nos enseña que así como a lo largo de nuestras obligadas diásporas y viajes como inmigrantes por el mundo, nunca dejamos de soñar que retornaríamos a nuestra tierra para construir un país único, así debemos seguir buscando la paz y defendiendo nuestro derecho de vida y existencia. Por ello también les digo, ya basta de justificarnos.

Ni bajaremos los brazos, ni nos abandonaremos al destino. Sí, verdad es que muchos se sienten incomodados por nuestro afán de sobrevivir, pero no volveremos a ser apátridas. Israel tiene el derecho de defender a sus habitantes. Y eso es lo que está haciendo. Para que futuras generaciones canten como nosotros lo hacemos hoy: “Am Israel jai”.

Este Shabat con parashát Masei, terminamos el cuarto libro de la Torá. Coincidencia o no, la
Torá nos narra las estaciones a lo largo del viaje del pueblo de Israel camino a la Tierra Prometida. El pueblo está listo para escribir un nuevo capítulo. Y es una nueva generación que ya nació en libertad la que escribirá una nueva página de fe y heroísmo. Son nuestros jóvenes soldados los que, actuando en defensa de su pueblo, escribirán este nuevo pasaje en nuestra milenaria historia.

¿Qué anhelaban aquellos judíos errantes en el desierto camino a la Tierra prometida? Poder vivir en paz, poder trabajar y construir, poder convivir con sus vecinos, poder vivir vidas sencillas y ver a sus hijos y a los hijos de sus hijos crecer en paz.

Seguramente las palabras de profetas como Zajarías y Jeremías lo reflejan con una inequívoco anhelo: “Se sentarán los ancianos y las ancianas en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, por ser muchos sus días; las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas en sus plazas jugando… se escucharán en las calles de Jerusalén las voces del canto y de la alegría de los novios”.

Tengamos fe “”she iavo Shalom aleinu, ve al kol Israel”. Tengamos fe que el Shalom, Salam, Paz, llegará en nuestros días, para nosotros, para toda la humanidad.
Ve jen iehí ratzón. Que así sea Su voluntad. Amén