chismes

BECKY KRINSKY

Los chismes solo envenenan el alma.

La Torá habla claramente de lo peligroso y malo que es hacer Lashon Hará, hablar mal de los demás, también dice que no hay que hacer la transgresión de REJILUT, no hacer chismes. Está claramente escrito que no se debe de decir mentiras, ni hablar con hipocresía. Muy claramente se especifica el no burlarse de los demás, ni causar sufrimiento o reprender al prójimo. Quizá es tiempo de recordar las buenas enseñanzas de la Torá y tomar responsabilidad de nuestras acciones.

En estos tiempos tan críticos y difíciles para todo el pueblo de Israel, si bien no todos podemos ir al frente a combatir y defendernos con nuestras manos, podemos luchar con otros medios, por ejemplo podemos dejar de hacer lashon ha ra, hacer tefila, y hacer kiruv en todo el mundo, seguramente así podemos ayudar a ganar esta cruel batalla.

Es probable que algunos chismes sean divertidos, interesantes y den tema de que hablar, sobre todo cuando no se habla de otras personas. Desafortunadamente, hablar mal de otros nunca deja nada bueno. En realidad un chisme es sumamente toxico, inútil independientemente que termina lastimando a todas las personas involucradas, es decir, tanto a los que lo dicen como a los que lo escuchan y ni hablar la persona de la que se refieren.

Hablar mal de alguien, es también hablar mal de uno mismo, después de todo lo que uno avienta al universo, tarde o temprano también regresa. Una palabra tiene la gran cualidad de engrandecer y ayudar o de deshacer y hasta matar todo depende de cómo y para que se le utilice.

Qué terrible es la costumbre de hacer un circo, o una revista de chismes públicos de algo tan delicado como el sufrimiento, los problemas, una pérdida o hasta un compromiso de boda o divorcio. Comentarios que hieren, juicios que castigan, en fin, todas las acciones que nulifican a la persona vulnerable, la cual, generalmente ni siquiera, tiene la manera de poderse defender ya que es ella, es la última persona en enterarse directamente que dicen de ella.

Hablar de otras personas en general nunca es una cosa buena, ni siquiera cuando se habla bien, cuando se dice la verdad, cuando se comenta algo bueno… al hablar de otras personas, uno abre una puerta angosta y peligrosa la cual invita a la tentación, los malos entendidos, las envidas y por supuesto las terribles competencias.

Cuando uno habla mal de otros, además de envenenar el alma propia, se queda con un sentimiento de devaluó y de malestar, ya que el foco de atención se enfoca en aspectos negativos que solo nublan el panorama, e impiden ver más allá de los aspectos materiales e intrascendentes.

Al hablar, uno debe tener en cuenta que el único objetivo que se debe se buscar debe de ser el fomentar el bien común. No solo porque es lo debido sino porque al final del día es lo mejor que uno puede hacer para sentir el alma limpia, sana y sobretodo bien nutrida emocionalmente.

Es importante la perspectiva general, tener en cuenta, valorar el alcance y las consecuencias de lo que uno dice y a quien se le dice también.

Todos y cada uno sabemos que en algún momento hemos caído en la trampa y la tentación de hablar mal de alguna persona, la próxima ocasión que esto suceda, solo recuerda que al hacerlo, no solo dañas a la persona de la que estás hablando, también te lastimas a ti, además de que ensucias tu medio ambiente.

La receta

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Ingredientes:

1 lata de prudencia – reconocer la importancia de las palabras y aprender a utilizarlas debidamente

1 rebanada de respeto – valorar la dignidad y la reputación de todos

2 cucharadas de control – evitar y reprimir las palabras inadecuadas y los juicios hirientes

1 racimo de juicio – responsabilidad total de las acciones, palabras y pensamientos personales

2 cubitos de compasión – anticipar el dolor ajeno causado por uno mismo

Límites y valor según sea necesario – fortaleza y valor para no hablar ni escuchar cosas que lastiman

Fuente:centrokehila.wordpress.com