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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Interactuar con gente diversa representa un aprendizaje en sí mismo.

YOANNA SHUBICH GREEN*

Como investigadora de la realidad mundial es relevante la movilidad académica internacional. En julio estudié en Israel el curso Ciencia Política y Conflicto Palestino-Israelí, en el Galilee International Management Institute, con el que se firmó un acuerdo de colaboración. En esta era de,globalización, el poder de la educación y el intercambio de ideas son clave para la cooperación económica y social entre los pueblos.

Mis compañeros fueron alumnos y profesores de Alemania, China, Corea del Sur, EU, Francia, Inglaterra, Suecia, Suiza y Tailandia. Interactuar con gente diversa representa un aprendizaje en sí mismo.

El conflicto palestino-israelí es sumamente complejo y sensible, involucra una diversidad de actores y posiciones, por lo que el programa presentó un balance plural en las posturas: historiadores, académicos, negociadores gubernamentales, representantes de partidos políticos israelíes, investigadores palestinos, israelíes, y ONG, complementado con viajes académicos a Jerusalén, Galilea, Cisjordania, Judea y Samaria y los Altos del Golán, que me permitieron comprender territorialmente el conflicto y las posiciones de las partes.

Estuve en un momento en el que comenzó la guerra entre Israel y Hamas, donde los espacios para la negociación son nulos, con un ambiente pesimista, lleno de odio, prejuicios y estereotipos. A pesar de la guerra, conocí proyectos de coexistencia y educación para la paz que no aparecen en los medios, son propositivos y brindan un halo de esperanza. Además, se enfocan en el desarrollo y los adolescentes, quienes son el futuro. Como educadora, es mi responsabilidad formar jóvenes y líderes de acción positiva, comprometidos con el mundo, su país y su comunidad.

En Belén, Cisjordania, conocí la ONG Holy Land Trust. Su fundador sufrió la ocupación israelí y la Intifada de 1987, lo que apuntaba a odiar a los israelíes. Sin embargo, aprendió que las reacciones vienen de nuestras experiencias pasadas en lugar de decidir hacia el futuro. La violencia, el trauma del conflicto y las experiencias del pasado causan que la gente desarrolle el miedo al otro. Por ello, comenzó a trabajar en la curación y transformación como desafío para un proceso viable de paz y poder construir la confianza mutua entre palestinos e israelíes. Su valor principal es la no violencia y sus proyectos de educación y actividades ayudan a construir comunidades fundadas en la empatía. Se enfoca en la construcción de nuevos niveles de pensamiento que permitan a las nuevas generaciones y líderes ver la posibilidad de paz.

La aldea árabe de Jisr az-Zarqa, en la costa del Mediterráneo al norte de Israel es la más pobre del país. Es un pueblo pesquero que está cerca de las ruinas de Cesárea con una playa hermosa. Aquí conocí el proyecto de Neta Hanien, israelí judía y Ahmad Juha, israelí palestino musulmán, quienes quieren desarrollar la aldea por medio del turismo, así que abrieron un hostal para atraer viajeros y se está capacitando a los habitantes para iniciar negocios y aprender inglés. Los dos socios se olvidan de la política y del conflicto para buscar la prosperidad de la localidad.

El Centro para la Educación Humanista del Kibutz Lohamai Hagetaot fomenta el diálogo entre jóvenes árabes y judíos a partir de la enseñanza del Holocausto para explicar la identidad desde el pasado, pero sin atorarse en el dolor y el trauma. Se llevan a cabo discusiones intensas sobre el significado humano y universal del Holocausto y es el punto de partida para hablar de minorías y democracia.

El intercambio académico permite conocer experiencias notables.

* Coordinadora académica de la Escuela de Relaciones Internacionales. Universidad Anáhuac México Norte.

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Fuente:excelsior.com.mx