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BARAK RAVID

A pesar de promesas y retóricas, lo único que Netanyahu deseaba era un cese al fuego con Hamas a cualquier precio.

En agosto de 2014, el gobierno de Israel encabezado por Benjamín Netanyahu aprobó un acuerdo de cese al fuego con una organización terrorista mediante llamadas telefónicas lacónicas donde los miembros del gabinete de seguridad recibieron información sobre los acontecimientos. La decisión no fue tomada en base a una discusión formal en donde la iniciativa se sometiese a votación. El mismo Benjamín Netanyahu presentó su candidatura hace cinco años, tras la Operación Plomo Fundido asegurando que la misión no se había cumplido y que él era el único capaz de derribar a Hamas.

La conducta de Netanyahu durante los 50 días de combate en Gaza destacó la brecha entre sus declaraciones y promesas ante la realidad. Tras estridentes declaraciones contra Hamas, el primer ministro finalizó el enfrentamiento contra la organización en la posición más débil. Él deseaba alcanzar un cese al fuego a cualquier precio.

La iniciativa egipcia aprobada por Israel el martes no refleja ningún avance. El portavoz del primer ministro sólo podía jactarse de lo que Hamas no consiguió mediante este acuerdo: El inmediato establecimiento de un puerto aéreo y marítimo y pago de salarios. Sin embargo, estas demandas se discutirán la semana entrante cuando se reanuden las negociaciones en el Cairo.

A cambio de un silencio ilimitado, Israel aceptó abrir los cruces fronterizos de inmediato a fin de acelerar la ayuda humanitaria en la Franja de Gaza y extender la zona de pesca. Esto incluye la entrada de materiales para la reconstrucción de Gaza, sin garantía por parte de Egipto o Hamas de un mecanismo de control que asegure que el cemento y el concreto no sean utilizados para la rehabilitación del proyecto de los túneles.

La propuesta egipcia no aborda las demandas de seguridad israelíes. Es decir, no menciona la desmilitarización de la Franja, el rearme o el tema de los túneles.

De pronto, el documento egipcio aprobado por Netanyahu – mismo esbozo presentado por John Kerry y repudiado por el gabinete, rayando en la humillación del secretario de estado – resulta ser la propuesta del año.

El tercer acuerdo firmado por Netanyahu desde que tomó el poder en 2009 ni siquiera regresa a Israel al punto de partida. El primer ministro sólo pretende volver al status quo que se ha convertido en su ideología personal, pero en realidad Israel ha retrocedido.

Dicha regresión está encapsulada en las 70 fatalidades israelíes y cerca de 2,000 muertes palestinas, en los miles de cohetes lanzados a las comunidades del sur, los cientos de ataques contra el centro del país, las comunidades vacías, la falta de confianza en el gobierno por parte de los residentes del sur, el daño económico valorado en billones de shekels y las repercusiones diplomáticas difíciles de cuantificar.

Además de repetir los mismos fracasos en la toma de decisiones, Netanyahu mantuvo a los ministros de su gabinete fuera de las negociaciones de cese al fuego en Egipto. Al menos cuatro de ellos, Bennett, Lieberman, Aharonovich y Erdan afirmaron que no apoyarían la iniciativa de cese al fuego. Netanyahu entonces comprendió que si la sometiese a votación seguramente estaría en la minoría.

Dicho esto, la mayoría de los miembros del gabinete de seguridad, si no todos, no lamentan realmente el que hayan sido exentados de la votación. Lapid y Livni hubiesen tenido que decidir entre sus dudas respecto a la propuesta y su deseo de finalizar la guerra. Bennett, Lieberman y los demás opositores hubiesen tenido que lidiar con las repercusiones políticas de un enfrentamiento directo con el primer ministro. Ahora gozan de ambos mundos: Gritan desde la tribuna mientras conservan sus asientos alrededor de la mesa del gabinete.

#ConflictoIsraelHamas

Traducción: Esti Peled

Fuente: Haaretz.