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ARNOLDO KRAUS

Dos noticias recientes, acompañadas de videos, me recordaron una fotografía siniestra, una imagen que de cuando en cuando regresa. Todos llevamos en la memoria imágenes, algunas de la vida cotidiana, otras de fotografías, películas u otros medios. Algunas imágenes reaparecen, en ocasiones conscientemente, otras veces inconscientemente. Las que se guardan en la memoria estructuran porciones del discurso interno de las personas. Los retratos bellos nutren al ser humano con calor, fraternidad, amor; las representaciones crudas infunden desacuerdo, ira, tristeza, desasosiego.

Circulan por mi cabeza diversos cuadros. Las dos noticias recientes y la fotografía que detesto son acerca de elefantes, esos animales tan apreciados por los niños. La fotografía execrable muestra a un elefante cazado por un hombre rey. Las noticias y la foto de don Juan Carlos, ahora ex rey, podrían agruparse bajo los rubros, “ética hacia los animales” y “la humanidad de los elefantes”, y acompañarse por una pregunta que recorrió el mundo tras la noticia del rey cazador, ¿por qué no abdicó don rey en 2012 cuando se difundió la información acerca de su afición por asesinar elefantes y otros animales?

Hace pocos días se divulgó un video proveniente de un zoológico en Israel. En él, se muestra cómo los paquidermos mayores reaccionan al sonido de las alarmas antiaéreas que anuncian la eventual caída de un misil. Los elefantes, dos mayores, dos medianos y dos pequeños, se agrupan y caminan juntos hacia el costado de su hogar (cautiverio). La mayor parte del tiempo, los pequeños son rodeados por los mayores. Cuando cesa la alarma, el grupo se dispersa. En julio se transmitió otro video proveniente de India, sobre Raju, elefante encadenado y maltratado durante 50 años. Raju era la fuente de ingreso para su captor quien pedía limosna para pervivir. El paquidermo era encadenado las 24 horas del día.

En el video se observan las extremidades circundadas por cadenas y púas que penetran la piel y producen heridas cuando el elefante se mueve. Tras su liberación por la ONG Wildlife SOS, explican los activistas, Raju derramó lágrimas que escurrían por sus mejillas. Las condiciones del animal eran deplorables: mal alimentado y con lesiones en todo el cuerpo.

Los videos me remitieron al retrato de don Juan. La nauseabunda fotografía recorrió en 2012 el mundo y generó malestar y enfado. El retrato data de 2006 y se hizo viral en 2012 cuando el rey abandonó su país, en quiebra económica y moral, para adentrarse en Botswana donde los permisos para asesinar elefantes oscilan entre 30 mil y 45 mil euros.

En la foto se le observa con su acompañanta; ambos de pie, orgullosos, oteando el infinito, con sendos rifles: atrás, el elefante muerto, con los ojos abiertos, sentado, con los colmillos pegados a un árbol. El rey mira a la cámara. Su rictus, su mirada fija, el cuerpo erguido y el elefante asesinado son prueba del éxito de la misión. De su última incursión, en 2012, el mundo se enteró no por Facebook o por el afán de notoriedad del ex rey, sino porque tras sufrir una fractura en una nueva cacería, fue menester trasladarlo en avión privado a Madrid para ser operado.

Desde hace años varios eticistas se han preocupado por el maltrato de los humanos hacia los animales. El affaire del ex rey y la historia de Raju no son excepciones, son fenómenos cotidianos. “El ser humano es el cáncer de la Tierra”, es referencia primigenia de la bioética. El humano depreda, maltrata y humilla a los animales sin cesar. Unos, como el hindú, para sobrevivir; otros, como el rey, por el placer de matar. El cáncer humano no tiene fin. El cáncer de los cazadores es agresivo y sordo: Imposible dialogar acerca de las objeciones morales de esa actividad. Su voracidad es ilimitada: los cazadores furtivos, en busca del marfil, matan más elefantes de los que nacen al grado de mueren más paquidermos de los que nacen (crecimiento vegetativo negativo).

Mientras observo con admiración a los paquidermos en el zoológico israelí, me pregunto si no sería ético y necesario que don Juan Carlos, don Felipe y doña Letizia muestren a las dos princesitas las fotografías de los animales que el rey ha asesinado. La ética es indivisible. Su primera casa es el hogar donde se nace. No en balde, a mediados de la década de 1970, se creó el Movimiento de liberación animal, también llamado Movimiento de defensa de los animales, cuya tesis central sostiene que los intereses de los seres humanos no deben prevalecer sobre los animales (agrego, y sobre la Tierra). Quienes aseguraron a mediados del siglo pasado que el ser humano es el cáncer de la Tierra (y de los animales) tenían razón.

Médico

Fuente:eluniversalmas.com.mx