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JOSÉ MIGUEL CALATAYUD

Ankara teme represalias si se muestra activa en la coalición internacional

Cuando el pasado viernes el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, anunció la formación de una alianza internacional para luchar contra la milicia yihadista del Estado Islámico (EI), el nombre de Turquía sobresalió de entre los 10 países miembros. Es un socio clave porque es el único país musulmán del grupo y también el único que comparte fronteras con el territorio controlado por el EI en Siria e Irak.

De hecho, sus aliados occidentales se han quejado de que Turquía no había hecho suficiente para detener el paso de yihadistas hacia Siria. En los últimos días, Ankara ha contestado que ha reforzado la vigilancia de las fronteras y que, gracias a la colaboración de agencias de Inteligencia extranjeras, tiene una lista de 6.000 sospechosos de ser yihadistas y que ya no tienen permitido el acceso a Turquía. Además, las autoridades turcas aseguran haber redoblado su esfuerzo para impedir el tráfico de petróleo y combustible a través de sus fronteras, considerado una importante fuente de financiación del EI.

Sin embargo, aparte de estas medidas Ankara aún no ha dado muestras públicas de apoyo o respaldo a la coalición, y en privado Obama y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, acordaron que el apoyo de Turquía “debería ser entre bastidores”, según informó el diario Cumhurriyet.

“Es una situación muy complicada para Turquía”, comenta Gokhan Bacik, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Ipek de Ankara. “No creo que Turquía quiera estar fuera de esta coalición, lo que podría salirle caro políticamente, pero tampoco es fácil porque hay una cierta cantidad de ciudadanos turcos retenidos por el Estado Islámico, lo que es un factor muy restrictivo para Turquía”.

En su avance por el norte de Irak, el 11 de junio el EI capturó el consulado turco en Mosul y aún hoy mantiene a al menos 46 rehenes, entre ellos el cónsul turco, personal diplomático y miembros de las fuerzas especiales.

“Tampoco hay que olvidar que en las últimas elecciones, el Gobierno y muchos medios de comunicación han criticado a Estados Unidos y su papel en Siria, ¿y ahora [el Gobierno turco] se va a convertir en su aliado? No es un tema fácil”, añade Bacik.

Otro factor es que la opinión pública turca suele estar en contra de intervenciones militares en otros países. “En general, a los turcos no les gustan estas historias de guerra o violencia, pero creo que, si el presidente Erdogan y el primer ministro [Ahmet] Davutoglu deciden continuar políticamente en esta alianza, podrán cambiar la opinión pública muy fácilmente”, dice Nihat Ali Ozcan, excomandante en el Ejército y experto en Oriente Medio y terrorismo.

Ozcan considera que, con un ojo en la situación de los rehenes en Mosul, el Gobierno turco sí va a tomar un papel activo en la alianza contra el EI. “En una primera fase, creo que el Gobierno ayudará en logística, económicamente y con informes de inteligencia, y en una segunda podría participar activamente con su fuerza aérea, aunque no con tropas de tierra”, añade este analista, ahora profesor en la Fundación para la Investigación en Política Económica de Turquía.

Otra cuestión que preocupa al Gobierno turco es, precisamente, que las milicias del EI se encuentran al otro lado de sus fronteras y podrían atacar en Turquía. Ya en mayo de 2013, un atentado en la localidad turca de Reyhanli, cerca de Siria, mató a al menos 52 personas. Aunque las autoridades culparon al régimen sirio, la mayoría de expertos han apuntado a milicias islamistas radicales como los autores. Además, Bunyamin Aygun, un fotoperiodista turco secuestrado por el EI, contó a la prensa tras su liberación que un cierto número de yihadistas eran turcos y que “atacarían un poblado turco tras otro” si Turquía cerraba los pasos fronterizos controlados por el EI.

Fuente:elpais.com