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ANA JEROZOLIMSKI

Mucho se ha escrito en los últimos dos meses sobre las acusaciones lanzadas contra Israel por fuentes palestinas, organizaciones de derechos humanos y la propia ONU acerca de sospechas de crímenes de guerra que supuestamente habría cometido durante el operativo militar contra Hamas en la Franja de Gaza.

Hay quienes se apresuraron a darlo como hecho, no sólo desconociendo los detalles de lo ocurrido en el terreno sino haciendo caso omiso, además, de la razón por la que Israel atacó a Hamas en Gaza: que desde allí, durante años, se dispara indiscriminadamente y en forma intencional hacia la población civil israelí, miles y miles de cohetes.

Podría uno pensar que de fondo, el problema es una confusión no necesariamente mal intencionada: creer que siempre que hay civiles muertos, la explicación es que se cometieron crímenes de guerra. Eso, ante todo, no es así, no sólo porque es sabido que en hostilidades hay riesgos de daños a no involucrados en los combates, que se hallan en las zonas afectadas. No es así, además, porque el propio Derecho Internacional reconoce que cuando un lugar que en situación normal tiene carácter civil, es usado para actividades militares, se convierte en blanco militar legítimo. O sea: si en una casa se almacenan misiles, si en un edificio operan centros de comando de una organización terrorista, si de una residencia o mezquita se abre fuego, el lugar pasa a ser un blanco al que se puede legítimamente atacar.

Pero el problema no es una “confusión”. Es legítimo criticar a Israel. Es legítimo discrepar con Israel. Es legítimo considerar que Israel se equivocó. Lo que no es legítimo es que cuando al fin se defiende de los ataques de misiles desde Gaza lanzados a propósito, no como accidente, hacia sus civiles, la reacción casi automática sea hablar de sospechas de crímenes de guerra de Israel, mientras no se dice ni una palabra en un tono similar siquiera sobre los responsables de esos misiles y de tantos otros crímenes, contra los israelíes y contra los propios palestinos.

A todo este encare distorsionado y tendencioso acerca del comportamiento de Israel en la guerra, se agrega otra problemática: cuando es el propio Israel el que investiga a su ejército, algunas organizaciones de derechos humanos y ONG’S internacionales dan a entender que ello no es creíble, que si Israel se investiga a sí mismo el resultado no es confiable y que Israel realiza sus investigaciones para encubrir la verdad y evadir las investigaciones internacionales, como ser de las Naciones Unidas.

Sobre el valor de la investigación que realizará una comisión de la ONU encabezada por el canadiense Profesor Schabas, conocido como ferviente crítico de Israel y de posturas radicales en su contra, no hay mucho que decir, más que estimar que el informe está escrito de antemano. Si pudo titubear -lo vimos-cuando un cronista del canal 2 de la televisión israelí le preguntó si considera que Hamas es una organización terrorista, diciendo una tontería como que “aún no he consultado con los otros miembros del equipo”-pues está todo dicho.

Aquí, eso de “Israel se investiga a sí mismo”, no debe ser visto, a nuestro criterio, como muestra de poca profundidad y de un intento de desdibujar realidades y evadir responsabilidades, sino todo lo contrario. Y muy especialmente cuando de afuera el mensaje que se irradia es de un tribunal de ataque a Israel y no de verdadera investigación de la verdad, la labor de los equipos investigadores israelíes formados por la unidad del Procurador General de las Fuerzas de Defensa de Israel, es clave.

Cabe señalar que aunque transcurrieron sólo dos semanas aproximadamente desde la entrada en vigencia del alto el fuego, Israel ya está investigando casos “excepcionales” en los que hay sospechas de conductas indebidas o incumplimiento de reglamentos. Cabe aclarar que inclusive si se halla que hubo actitudes indebidas, eso no significa automáticamente que hubo crímenes de guerra.

El sistema jurídico de las FDI no está subordinado al Comandante en Jefe del Ejército. El General que lo encabeza no depende de él, sino de una autoridad civil, el Ministro de Defensa, y por otro lado, sus decisiones son apelables ante la Suprema Corte de Justicia de Israel. Este no es el caso en todos los ejércitos occidentales. Su independencia es absoluta y sus criterios, profesionales, jurídicos, trabajando continuamente con expertos en Derecho Internacional, que acompañan también las decisiones tomadas durante el transcurso de una guerra.

Las investigaciones que lleva a cabo pueden ser iniciadas por denuncias o declaraciones de distintas fuentes, también de civiles palestinos u organizaciones de derechos humanos. Quizás, no menos interesante, sea que los propios soldados pueden presentar una denuncia cuando consideran que hubo una actitud indebida de parte de alguno de sus compañeros.

En una reunión mantenida ayer con una muy alta fuente de las Fuerzas de Defensa de Israel, interiorizada directamente con el tema jurídico, quedó en claro que Israel no se demoró en comenzar a trabajar en este tema.

Ante todo, ya en medio de las hostilidades, tras el comienzo del operativo militar contra Hamas, el Comandante en Jefe del ejército ordenó la creación de un mecanismo en el Estado Mayor, que permita, mediante el trabajo de varios equipos encabezados por altos oficiales, recabar la mayor cantidad posible de información sobre casos acerca de los cuales hubo denuncias. Ninguno de sus miembros, todos ellos oficiales con experiencia jurídica, eran parte de la jerarquía de comandancia durante la guerra. Por ley, todo soldado tiene obligación de presentar testimonio ante los equipos, si ello se le requiere.

El trabajo de dichos equipos es clave para permitir al Procurador General del ejército, decidir en base a los hechos que se recaban y notifican, en qué caso debe abrirse una investigación criminal, si tal o cual expediente debe quedar cerrado o si se necesita más información. Como decíamos antes, parte del material que se toma como referencia, pueden ser también testimonios de palestinos en el terreno.

Según informó a los periodistas presentes la alta fuente militar que analizó el tema jurídico, hasta ahora han sido presentados ante los equipos que recaban material, 44 “incidentes excepcionales”, y sobre otros 50 ya se ha anunciado que lo serán próximamente. Reiteramos: por ahora, se trata de la investigación de lo sucedido, antes de decidir cómo proceder jurídicamente.

De los 44 ya presentados, se terminó el estudio de los hechos en 12 casos. Siete de ellos han sido cerrados, en dos casos se ha ordenado una investigación criminal y en 3 casos se espera la decisión del Procurador General.

Por otra parte, hubo hasta ahora tres casos en los que el Procurador General de las FDI decidió de inmediato, sin pedir más material, abrir una investigación criminal, al evaluar el material como claramente indicativo de que hay sospechas de violación de la ley.

En una segunda nota sobre este tema, en pocos días, daremos los casos concretos.

En base al material que vimos en el encuentro con el alto oficial, tanto filmaciones de videos como pruebas de otra entidad, claro está que las investigaciones no son un juego ni una farsa. El ejército está investigando diferentes casos de muerte de civiles, de disparos hacia una escuela de la UNRWA, registrando datos precisos de los involucrados y afectados. No da nada por descartado, no comienza el trabajo diciendo “estamos bien en todo”, o ” aquí no hubo fallas”, sino recalcando que se investiga con seriedad cada caso que podría indicar lo contrario.

Quienes alegan que porque Israel se investiga a sí mismo, hay motivos para desconfiar, debe ante todo preguntarse qué confianza inspiran los equipos tendenciosos de la ONU, que osan colocar a Israel en el banquillo de los acusados y no a los terroristas de Hamas. Y por qué cuando en una escuela de la ONU fueron hallados cohetes en un aula, estos, en definitiva, fueron entregados a la policía de Hamas…

Y cómo se atreve el Secretario General de la ONU Ban Ki Moon a condenar a Israel por los disparos que cayeron en escuelas de la ONU (aclaremos, está bien que eso se investigue, e Israel, por motus propio, lo está haciendo), pero sin condenar y pedir investigación de los disparos desde escuelas de la ONU o cerca de ellas, hacia Israel. En uno de esos ataques, desde una escuela hacia el kibutz israelí Najal Oz, murió Daniel Tregerman, de 4 años. Sus padres Guila y Doron enviaron una carta al Secretario General de la ONU, preguntándole por qué permanece callado sobre los crímenes de guerra de Hamas.

Sobre eso, no oímos que nadie pida investigación.

Fuente:uypress.net