JONATHAN S. TOBIN

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Desde que Barack Obama llegó a presidente, Jeffrey Goldberg de The Atlantic, ha sido un indicador fiable de la opinión de la administración sobre cuestiones de política exterior. Al igual que algunos otros periodistas con los que se puede contar para apoyar al presidente, él ha sido el destinatario de algunas filtraciones jugosas, sobre todo cuando la Casa Blanca quiere echar basura al gobierno de Israel.

Pero Goldberg y sus “fuentes de alto nivel de la administración” alcanzaron un nuevo mínimo hoy, publicando un artículo en el que figuras anónimas etiquetaron al primer ministro israelí Netanyahu de “cobarde” y “gallina”.

Las declaraciones no son tanto una advertencia a los israelíes para que dejen de quejarse de la presión de Estados Unidos en el apaciguamiento de un Irán nuclear y de su despistado enfoque en el conflicto con los palestinos. Mas bien la historia es, como acertadamente la caracteriza Goldberg, una verdadera crisis en la relación. Donde Goldberg y los parlanchines miembros de la administración se equivocan, es en su creencia de que esto es culpa de Netanyahu. Los ataques en su contra no sólo son claramente falsos, sino que están motivados por el deseo de encontrar una excusa a utilizar para justificar un giro drástico en la política exterior de Estados Unidos en contra de Israel.

La crítica de la administración de Netanyahu como “cobarde” se debe al disgusto de la administración Obama por su fracaso en hacer la paz con los palestinos, así como su impaciencia por las críticas de Netanyahu de un acuerdo con Irán, incluso si significa permitir que el régimen islamista se convierta en un umbral de potencia nuclear .

Pero se trata de algo más que de política. El espinoso Netanyahu es bien conocido por ser un tipo personalmente duro de tratar, aun siendo uno de los aliados de EE.UU. Sin embargo, el presidente Obama y su equipo de política exterior no sólo están molestos con el primer ministro sino que han llegado a verlo como el enemigo público número uno, utilizando el lenguaje que escuchamos, y evaluando incluso utilizar políticas mucho más duras que las que jamás han utilizado contra enemigos declarados de los Estados Unidos, por no hablar de con sus aliados más cercanos.

Así que en lugar de limitarse a reprenderlo por prudente, lo llaman “cobarde” y se burlan de él por ser reacio a hacer la guerra a Hamás e incluso por no lanzar un ataque contra Irán. Ellos no se limitan a castigarlo acusándolo de “político de poca monta sin visión”; lo acusan de poner su supervivencia política por encima de los intereses de su nación.

Fuente: Commentary Magazine/ Traducción: Silvia Schnessel