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ROLAND BEHAR

Jerusalén es la eterna capital del pueblo hebreo, como lo es Madrid para los españoles, París para los franceses, Roma para los romanos y, por supuesto, mi Habana para nosotros los cubanos. Israel es el único estado en toda la región cuya existencia ha sido acordada por las Naciones Unidas.

El respetado autor Eric Cline, en su libro Jerusalem Besieged anota que“…ha habido al menos 118 conflictos separados en y por el control de Jerusalén durante los últimos cuatro milenios, conflictos que van desde luchas religiosas locales a campañas militares estratégicas abarcando todo lo demás. Jerusalén ha sido destruida por completo por lo menos dos veces, sitiada veintitrés veces, atacada otras cincuenta y dos veces, y capturada y recapturada cuarenta y cuatro veces. Ha sido escenario de innumerables revueltas, ha tenido al menos cinco períodos separados de ataques terroristas violentos durante el siglo pasado, y sólo ha cambiado de manos por completo pacíficamente dos veces en los últimos cuatro mil años…”.

Originalmente, los territorios asignados a Israel comprendían desde el Jordán al Mediterráneo incluyendo Jerusalén. El río los separaba del Reino de Transjordania hasta la guerra de 1949.

Ahora la guerra por arrebatarles a los judíos Jerusalén no sólo transcurre en sus calles a través de actos terroristas contra sus ciudadanos. Se lleva a cabo en los salones de la ONU y la Unión Europea. No es nada nuevo. La ONU, desde hace mucho tiempo, ha dictado resoluciones al respecto.

La resolución 250 de la Asamblea General “…Exhorta a Israel a abstenerse de realizar desfiles militares en Jerusalén…’’. La 251 “…deplora profundamente el desfile militar israelí en Jerusalén desafiando la resolución 250…’’. La Resolución 252 “…declara que los actos de Israel no son válidos para unificar Jerusalén como su capital…’’. La resolución 271 “…condena el incumplimiento de Israel de resoluciones de la ONU sobre Jerusalén…’’.

El ex embajador norteamericano en Canadá, Alan Baker, en un trabajo de investigación para el Centro para Asuntos Públicos de Jerusalén concluyó: “…el término ‘fronteras de 1967’, el mantra del mundo árabe, nunca existió después que los países árabes vecinos atacaron Israel en 1948. Luego de convertirse en un país independiente por primera vez en 2000 años, no había fronteras, sólo líneas militares temporales definidas por las ‘líneas de armisticio’ 1949 que pusieron fin, al menos formalmente, a la Guerra de Independencia…”.

El mundo árabe ha repetido el término “fronteras de 1967’’, tanto, que se ha adoptado como un hecho por la mayoría de los principales medios de comunicación y líderes internacionales. El término se refiere a las líneas de alto el fuego de 1949 y deberían ser llamadas
“Líneas de Armisticio pre-Guerra 1967’’ o “Líneas de Armisticio 1949’’.

Agrega Baker, “…No hay ninguna disposición en ninguno de los acuerdos firmados entre Israel y los palestinos que exigen la retirada de las “fronteras de 1967’’…. Nunca hubo imperativos geográficos que santifiquen las líneas de 1967… Las “líneas de armisticio’’ de 1949 se determinaron en los acuerdos firmados por Israel, Egipto, Jordania, Siria y Líbano. No eran las fronteras… la línea de demarcación del armisticio representaba nada más que las líneas delanteras de despliegue de las fuerzas en el día que un alto el fuego fue declarado, la línea fue demarcada en el mapa adjunto al acuerdo de armisticio con un rotulador verde y por lo tanto recibió el nombre de Línea Verde…”. Baker también citó al Juez Steven Schwebel, ex presidente de la Corte Internacional de Justicia, quien declaró en 1994 que “…los acuerdos de armisticio de 1949 conservan expresamente las reclamaciones territoriales de todas las partes y no pretenden establecer límites definitivos entre ellos…’’.

Desde la época de los acuerdos de Camp David entre Ehud Barak y Yasser Arafat se contempló la posibilidad de entregar parte de la ciudad a un futuro estado palestino y dos modelos principales se han discutido con respecto a la división potencial de la ciudad, según lo establecido en las futuras negociaciones. Uno de ellos implica un esquema de una ciudad abierta, en virtud del cual Jerusalén constituiría una entidad especial — un régimen único con un gobierno municipal que, sin embargo, serviría como la capital de Israel y un Estado Palestino de forma simultánea. El otro modelo es el de un término municipal con una clara división rígida, con los cruces fronterizos formales en el corazón de la ciudad. Bajo ese modelo, Jerusalén se convertiría esencialmente en dos ciudades separadas que funcionen de forma independiente, pero manteniendo sus mutuos lazos.

No creo que esto ocurra sin un verdadero reconocimiento recíproco por las partes, y mientras los palestinos sueñen con un estado del Jordán al Mediterráneo no ocurrirá, ni a las buenas ni a las malas. ¿A Ud. no le parece? A mí, sí.


Fuente:elnuevoherald.com