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TAREK FATAH

Cuatro rabinos fueron asesinados en el nombre de Alá mientras rezaban en su casa de Dios.

Por si la barbarie del acto no fuera suficientemente terrible, la respuesta de un musulmán en Twitter es igual de repugnante.

En respuesta a mi Tweet con respecto a la masacre en Jerusalem, esta persona elogió el asesinato en masa mediante la palabra ¨bravo¨.

En otro lugar de las redes sociales, los palestinos en Gaza publicaron caricaturas con la imagen de los cuchillos utilizados en los ataques mofándose de los judíos.

Como musulmán que toda su vida ha abogado por el derecho de los palestinos a un estado, sostuve mi cabeza con desesperación y vergüenza.

Sólo una hora antes, leí que mis correligionarios en Mombassa mataron a cuatro cristianos en actos de venganza.

¿Qué ha sido de nosotros? Me pregunté.

Lo irónico es que los judíos que fueron asesinados pertenecían a una secta que no representa amenaza alguna para musulmanes y palestinos.

Ellos están en contra de que judíos suban a rezar en el Monte del Templo, un asunto que se ha transformado en el foco de la discordia entre judíos y musulmanes en Jerusalem recientemente.

Los judíos ultra-ortodoxos están exentos de servir en las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) para dedicarse al estudio de la Torá.

Entonces, no es que estos cuatro rabinos vestían uniformes de las FDI o eran originarios de los asentamientos israelíes en Cisjordania, que los palestinos consideran como provocación.

No, ellos sólo eran hombres de religión que murieron no por lo que hicieron, sino por lo que son – judíos.

Los musulmanes en el occidente que despertaron de su sueño para descubrir otra atrocidad cometida en el nombre del Islam esperan que sus voces sean canalizadas por la norma de muchos grupos islamistas que utilizan estereotipos para denunciar el acto y condenarlo de terrorismo.

Sin embargo, pocos reconocerán que las atrocidades que observamos frecuentemente pertenecen a la tradición islámica de la Jihad y forman parte de la creencia que los judíos deben ser castigados si se involucran en guerras con musulmanes.

Pocos renunciarán o han renunciado a la doctrina de la jihad armada, algo inaplicable en la era de las naciones y el derecho internacional.

El Sira, biografía del profeta Mahoma es la auténtica historia de su vida y forma parte de la fe islámica, así como el Corán y los Hadices.

Según el Sira, luego de que en 627 CE una tribu judía se rindió al ejercito islámico en la ciudad de Medina, el profeta Maohoma decapitó de 600 a 800 prisioneros de guerra judíos, sirviendo de modelo de cómo se debe lidiar con los judíos en la batalla.

En mi libro El Judío no es mi Enemigo sugiero que esta historia fue creada por reyes musulmanes 200 años tras el incidente. Estos hombres elaboraron un precedente retroactivo para justificar sus crímenes.

Pero mi enfoque es rechazado casi universalmente.

Si los líderes islámicos se rehúsan a examinar críticamente y cuestionar la autenticidad de los textos que consideran sagrados, deben prepararse a que el mundo responda con desprecio e incluso violenvia.

Tarek Fatah es fundador del Congreso Musulmán Canadiense, columnista en The Toronto Sun, conductor del News Talk 1010 AM, un noticiero de la radio de Toronto y miembro del Foro Robert J. y Abby B. Levine para Oriente Medio. Es autor de dos libros galardonados: Persiguiendo un Espejismo: La Trágica Ilusión de un Estado Islámico y El Judío no es mi Enemigo: Descubriendo los Mitos que Alimentan el Antisemitismo Musulmán.

Traducción: Esti Peled.

Fuente: The Toronto Sun.