Maroun

FRED MAROUN

Si yo fuera israelí en 1948, cuando Israel declaró su independencia  ¿cómo me habría sentido por la negativa árabe a crear un Estado Árabe junto a un Estado Judío igualitario, y por la amenaza de destruirnos?

Durante la guerra de Independencia, ¿habría sido un buen soldado cuando mi querida Jerusalem estaba sitiada, mi estado incipiente rodeado y el uno por ciento de mis conciudadanos asesinados?

¿Seguiría siendo un buen agricultor, profesor, empresario, ingeniero o piloto, mientras mi país fue atacado sin descanso hasta 1967, hasta que sorprendimos al mundo venciendo cómodamente a enemigos mucho más fuertes?

¿Me habría ido de Israel en 1973, cuando mi nación casi se perdió y mi pueblo fue amenazado de masacre de nuevo bajo otro ataque árabe combinado?

Si yo fuera israelí, ¿habría tolerado ataques terroristas interminables del Líbano, primero por la OLP, luego por Hezbolá, o habría respondido con fuerza aún con en el desprecio del mundo?

¿Habría mantenido mi fe en la humanidad después que respondimos a numerosos ataques terroristas violentos contra nuestras discotecas, pizzerías y autobuses mediante la construcción de una valla de seguridad- por lo que el mundo nos regañó por habernos atrevido a anteponer nuestra seguridad a las necesidades agrícolas de algunos pueblos árabes?

¿Seguiría apoyando la igualdad de derechos para los no judíos cuando mi gobierno desmanteló los asentamientos judíos y se retiró de Gaza, sólo para que los palestinos respondieran de vuelta con indiscriminados y continuos ataques con misiles sobre mí y mis conciudadanos?

¿Seguiría apoyando ataques militares sólo quirúrgicos y cuidadosos cuando el mundo condenó todo intento que mi nación hizo para detener los ataques con cohetes desde Gaza y mientras los terroristas de Gaza fueron tratados como héroes por gobiernos extranjeros, políticos y se autoproclamaron activistas por la paz?

Si yo fuera israelí, ¿me habría cuestionado mi propio pasado como los así llamados académicos en todo el mundo occidental, que dicen que nosotros, con una ascendencia que se remonta a 3.000 años en el Medio Oriente, somos colonizadores en nuestra propia tierra?

¿Seguiría seguido siendo demócrata y humanitario mientras estallan disturbios en todo el mundo, condenando a mi país y prometiendo acabar con mi pueblo cada vez que nos atrevemos a defendernos?

Si yo fuera israelí, ¿me habría escandalizado que mi sociedad liberal y democrática fuera llamada “estado apartheid” por condescendientes estudiantes activistas en todo el mundo occidental, mientras ninguno de los mismos estudiantes usa ese término para describir a las naciones árabes profundamente antisemitas y racistas alrededor nuestro?

¿Seguiría siendo liberal mientras la izquierda occidental desprecia mi respeto a los derechos de los homosexuales, los derechos de la mujer, los derechos religiosos, y los derechos étnicos, y apoya a los terroristas palestinos que torturan a los gays, tratan a las mujeres como esclavas, asesinan sin piedad a  disidentes y se comprometen a matar a todos los judíos de la tierra?

¿Seguiría siendo un líder mundial en misiones de rescate y ayuda humanitaria cuando un movimiento de boicot, desinversión y sanciones estuviera tratando activamente de destruir mi economía y mi medio de vida?

¿Habría cuestionado mi propia historia si después de más de 66 años de negativa árabe a aceptar a Israel como Estado Judío, un país occidental amenazara con reconocer un Estado Palestino que ha jurado la destrucción de mi pueblo?

No, de hecho, no tengo que responder a ninguna de estas preguntas. No soy israelí y no soy judío. Soy un activista ateo de toda la vida y activista de los derechos de los homosexuales que no se preocupa mucho por el nacionalismo ni la religión. Lo que es más, soy 100 por ciento árabe y todos mis antepasados conocidos son árabes, algunos de Egipto, algunos de Siria y algunos de Líbano. Así que no soy en absoluto israelí y la historia de Israel, antigua o moderna, no es la mía.

Si yo fuera israelí, sin embargo, estaría orgulloso. Orgulloso de que mi pueblo se atreviera a resucitar una patria de las cenizas aún ardientes del pasado. Orgulloso de haberse mantenido firmes y jamás permitir que nuestros muchos enemigos nos hicieran sentir débiles, pequeños, o inadecuados. Orgulloso de que, a pesar de la desaprobación del mundo, mi nación todavía esté aquí, todavía tenga éxito, todavía sea democrática, todavía igualitaria y aún ética, aunque ninguna de las naciones que nos rodean sea ninguna de esas cosas

Sí, si yo fuera israelí, estaría muy orgulloso.

Fuente: The Times of Israel
Traducción: Silvia Schnessel para Enlace Judío México