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ESTHER MOSTOVICH DE CUKIERMAN

El libro bíblico de I Reyes nos dice “Una flota hizo el rey Salomón en Ezion Geber, que está junto a Eilat, sobre el Mar Rojo. Y en los buques envió el rey Hiram de Tiro a sus siervos, conocedores del mar, juntamente con los siervos de Salomón. Y ellos fueron a Ofir, trayendo desde allí 420 talentos de oro (unas 16 toneladas, según los estudiosos de medidas antiguas), y lo trajeron al Rey Salomón”.

Las instalaciones del puerto de Ezion Geber  se han descubierto cerca de Eilat y comenzado a excavar en los últimos años. Han revelado que Ezion Geber operó durante varios siglos, a partir de la época del rey Salomón, como puerto marítimo sobre el Mar Rojo y zona industrial de clara influencia hebreo-fenicia. La alianza del rey Salomón con el rey Hiram de Tiro juntó en los barcos a marineros de ambos reinos en un destino cuya geografía se mantuvo tan secreta que fue olvidada: Ofir. El legendario destino pudo estar en cualquier lugar al que la flota hebreo- fenicia demorara entre uno y tres años entre ir y volver con su precioso cargamento. La empresa rindió a ambos reyes y sus descendientes, toneladas de oro, además de sándalo y piedras preciosas, durante muchos años. El historiador Flavio Josefo situaba a Ofir en la India y la tradición se tenía por cierta en la Edad Media, al punto que Colón y los primeros conquistadores esperaban encontrar el oro de Ofir al cruzar el Atlántico y nombraron “ Las Indias “ a las tierras que encontraron.

Los fenicios fueron los grandes navegantes de la antigüedad. Su mismo territorio los invitaba al mar: una faja montañosa descendiendo desde el Monte Líbano al Mediterráneo. Establecieron puerto en Sidón alrededor del año 3.000 a. e.c. y en Tiro hacia el 2.750 a.e.c. La Odisea cuenta sus andanzas por el Mediterráneo; la Biblia nos informa de su comercio marítimo, haciendo trueques de “ plata, hierro, estaño, plomo… cobre, esclavos, caballos y mulas … marfil , ébano, oro y piedras preciosas…perfumes, miel, aceite y mantos de púrpura”.

Aprendieron a navegar guiándose por las estrellas, al punto que la llamada “ estrella polar” se conocía como “ estrella fenicia”. Rastros de piedras talladas en idioma fenicio se han encontrado desde la desembocadura del Mar Rojo, por toda la costa del Océano Indico, hasta la colonia fenicia sobre el Mar Amarillo, al Norte de Shanghai, también en las islas Marquesas en el Océano Pacífico, en la costa española, en la colonia fenicia de Gades (actualmente Cádiz). El griego Herodoto, que en el siglo V a.e.c. escribió la historia conocida hasta su tiempo, dice del faraón Necao , que reinó en Egipto en el siglo VI a.e.c. “hizo partir en barcos desde el Mar Rojo a hombres de Fenicia, que navegaron hacia el Océano Indico, desembarcando en tierra para proveerse de alimentos. Y a los tres años doblaron las columnas de Hércules ( Gibraltar) y volvieron a Egipto. Y contaron que durante su viaje, el sol salía a su derecha, cosa que yo no creo” dice Herodoto.

Mirando un mapa, está claro que los marineros no mintieron, la salida del sol a su derecha prueba que habían dado la vuelta alrededor de África.

Pero, ¿llegaron a América?

En el siglo XIX, el explorador alemán Alejandro Von Humboldt declaró encontrar inscripciones en alfabeto fenicio y fenicio-cartaginés, en varios lugares de América, especialmente en las orillas de los grandes ríos norteamericanos como el Missisipi. Von Humboldt no llegó a estudiarlas. Prácticamente todas las estelas de piedra grabadas que había en América fueron destruidas durante las campañas llevadas a cabo por los sacerdotes católicos que decidieron quitar todos los que llamaron “símbolos fálicos paganos que incitan al pecado”.

El reino fenicio desaparece de la historia con la caída de Tiro a manos asirias en el siglo V a.e.c. Los fenicios permanecen en su colonia de Cartago, en la costa africana del Mediterráneo. A su vez, la Cartago fenicia es reducida a cenizas por los romanos en el año 146 a.e.c. y en su lugar se edifica la Cartago romana, cuyas ruinas se pueden visitar hoy, a corta distancia de la ciudad de Túnez.

¿Tal vez, barcos fenicios llegaron a América empujados por alguna tormenta? El tema es fascinante, se repite en libros y artículos de revistas… y tiene más preguntas que respuestas.

En 1967 un equipo de la universidad de Brandeis , California, dirigido por el Dr. Cyrus Gordon declaró descifrar una inscripción que apareció dentro de una propiedad privada en Pouso Alto, Brasil, la llamada “piedra tallada de Parahiba”. Propuso la traducción: “ Somos hijos de Canaán, de Sidón, la ciudad del rey mercader. El comercio nos trajo a esta playa distante, una tierra de montañas. Sacrificamos un joven a los dioses y las diosas celestes en el año 19º.de nuestro poderoso rey Hiram. Embarcamos en Ezion Geber en el Mar Rojo y viajamos con 10 navíos. Permanecimos en el mar juntos por dos años, rodeando la tierra de Ham (África), pero una tormenta nos separó de nuestros compañeros. Así fue que llegamos aquí, 12 hombres y 3 mujeres a una playa que yo, el Almirante, controlo. Quieran los dioses y diosas celeste favorecernos”. Hubo y sigue existiendo fuerte discusión en torno a estas piedras grabadas. Algunos eruditos las atribuyen a los tiempos de Hiram III, nieto de quien pactó con el Rey Salomón. Pero muchos arqueólogos no aceptan esas inscripciones como auténticas. ¿Serán verdaderas?

Algunos misioneros católicos que recogieron informaciones de los indios americanos entre los siglos XVII y XVIII creyeron ver pistas de las tribus perdidas de Israel en América. Hay leyendas indígenas que parecen copiadas de la Biblia; la tradición de un primer hombre y una primera mujer hechos de barro rojo por un todopoderoso Creador que luego sopló sobre sus estatuillas y les infundió vida.

La tribu Lengua de Paraguay añade aún, que la primer pareja estaba unida por la espalda, como hermanos siameses, hasta que el Creador los separó en dos y eso les dio la posibilidad de verse cara a cara y propagar la especie. Rashi –Rabí Salomón ben Isaac , (1040-1105), rescata ese mismo relato al explicar un párrafo del libro de Génesis. Pero ¿tal vez esos relatos fueron enseñados a los indios por misioneros cristianos que llegaron a América durante la colonización española?

Joseph Smith, el profeta fundador de la Iglesia de los Santos de los últimos días, que nació en Vermont, U.S.A. en 1805, entiende demostrar a su manera, la influencia de los hebreos en las civilizaciones precolombinas. Smith en el “Libro del Mormón”, se basa en las revelaciones de un ángel, y además declara haber encontrado en América, tabillas de oro, hoy desaparecidas, escritas con caracteres hebreos. Los mormones modernos trabajan seriamente en excavaciones arqueológicas, comparan cientos de elementos culturales que según dicen, ponen de manifiesto las semejanzas entre algunas civilizaciones indígenas con la hebrea antigua.

Entre las tribus del Amazonas, hay alguna que representa la salvación de su antepasado “ San Moisesito” de las aguas del río, en una pequeña canasta tejida con caña totora. También todos los indios americanos, desde Tierra de Fuego a Groenlandia, tienen leyendas sobre un diluvio que al comienzo de los tiempos, inundó toda la tierra y arrasó con toda la vida humana y animal, salvo unas pocas parejas que se salvaron en algún bote, balsa o canoa que encalló en la montaña más alta de la zona. El texto bíblico es similar, solamente que declara que de todo el globo terráqueo, únicamente pudo salvarse el arca de Noé sobre el monte Ararat.

Tan extendida está la tradición del Diluvio por todo el mundo que los científicos aceptan que esas leyendas son el recuerdo impreciso y deformado de una catástrofe real. ¿O quizás estos relatos indígenas son recuerdos deformados de las enseñanzas transmitidas a los indios por los misioneros españoles?

Fuente:cciu.org.uy