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SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Esta es la primera vez desde 2009 que la Administración Obama puede pensar que tiene una oportunidad creíble para reemplazar a Benjamín Netanyahu con un gobierno israelí dispuesto a hacer más concesiones a los palestinos. La idea de que Obama podría tener un socio más compatible en Jerusalén durante los últimos dieciocho meses de su presidencia tiene que excitar a sus colaboradores más cercanos a medida que buscan sus logros para coronar el legado del Presidente.

Esta nueva percepción de que Netanyahu puede ser derrocado ha surgido de repente como susurros audibles tanto en Europa como en Washington.

Desde 2009 hasta 2013, innumerables encuestas de opinión pública israelí no lograron identificar a nadie en condiciones de competir con Netanyahu para el papel de primer ministro. Incluso en 2014, todas las encuestas realizadas hasta este mes encontraron a la izquierda en una segunda posición distante de la coalición encabezada por el Likud. Pero dado que la Knesset se disolvió el 8 de diciembre, y sobre todo desde que el líder laborista Isaac Herzog fusionó su partido de centro-izquierda con Hatnuá de Tzipi Livni, las urnas han cambiado significativamente. En trece de las diecinueve encuestas israelíes hechas desde el 8 de diciembre Herzog supera al Likud de Netanyahu en escaños en la Knesset , y en otras cuatro encuestas Laborista y Likud van parejos.

Igualmente importante, hay ahora, por primera vez varios escenarios creíbles en los que el “campo de la paz” dirigido por el partido Avodá podría armar una coalición ganadora. A diferencia de 2009, cuando Livni de Kadima ganó la mayoría de escaños, pero fue incapaz de formar gobierno, Avodá/ Hatnuá y sus aliados naturales – Meretz, Yesh Atid de Lapid, y los partidos árabes (el último probablemente apoyando desde fuera del gobierno) – podrían lograr una mayoría al ganar el apoyo de dos o tres posibles partidos “oscilantes”, cuyos líderes – Moshe Kahlon, Avigdor Lieberman, y Aryeh Deri – han mostrado apertura a la idea.

Netanyahu está vulnerable; muchos israelíes expresan fatiga con él después de seis años, tal como les ocurre a los americanos con Obama. Hay un ansia de nuevos líderes, una demanda de una nueva agenda económica, y una mayoría quiere una mayor equidad en las cuestiones sociales. Los israelíes parecen estar mirando a su alrededor para ver si alguien podría hacerlo mejor.

Sin embargo, la izquierda tiene su propia vulnerabilidad, especialmente en el tema de los palestinos. La mayoría de los israelíes no creen que el ascenso de Hamas, Hezbollah e ISIS haga de este un buen momento para firmar un acuerdo que establezca que las FDI salgan de Samaria Judea. Siguieron a Ariel Sharon cuando sacó cada soldado y cada colono de Gaza en 2005, pero lo que sucedió después de la retirada fue lo contrario de “tierra por paz”.  La separación en 2005 trajo, no la paz, sino la elección de Hamás en 2006; un golpe de Estado en Gaza en 2007; tres guerras en Gaza en 2008-9, 2012, y 2013; 10.000 cohetes y misiles donde antes no había ninguno; túneles para infiltrarse en las comunidades israelíes; y mucho más.

Por otra parte, lo que los israelíes ven hoy cuando miran por la ventana son levantamientos violentos en todo el Oriente Medio. No inspira confianza que firmar un pedazo de papel traiga la verdadera paz. Así, criticar a Netanyahu por ser duro con la cuestión palestina podría ser contraproducente.

Pero, algunos argumentan, donde Netanyahu puede ser más vulnerable, es alimentando la creencia de que ha tensado las relaciones con los aliados tradicionales de Israel en los Estados Unidos y Europa. Los defensores de la presión estadounidense sobre Israel a menudo citan el ejemplo de cómo las palabras agudas manifestadas contra el primer ministro israelí Yitzhak Shamir en 1991 por el presidente George HW Bush y el Secretario de Estado, James Baker, contribuyeron a la gran victoria de Rabin sobre el Likud de Shamir en las elecciones israelíes del año siguiente, dando lugar a las negociaciones de Oslo y el cuestionable proceso de paz de Clinton.

Si Obama decide comenzar una pelea con Netanyahu para influir en las elecciones israelíes, podría centrarse en sus relaciones personales. Incluso si la ocasión es la legislación de sanciones a Irán, pendiente en el Senado, o algunas unidades de vivienda en las zonas judías de Jerusalén, la táctica puede estar dirigida a la personalidad en lugar de la política.

Kerry dijo a los diplomáticos europeos que Livni le había advertido contra el uso de la resolución de la ONU de Palestina como punto de presión, ya que podría ser contraproducente y fortalecer a Netanyahu. Veremos si este consejo pone fin a la tentación de Obama de intervenir. ¿O simplemente redirigir la táctica a otro lugar en el que Obama ve una oportunidad?

Obama podría pagar un precio por provocar otro enfrentamiento con Bibi. Su propia credibilidad se vería empañada, especialmente en política exterior. Se enfrenta a un Congreso republicano que es poco probable que lo secunde. La teoría de que la fricción debilitará a Netanyahu no está comprobada; podría ocurrir a la inversa. Y Netanyahu bien podría ganar las elecciones israelíes el 17 de March, por lo que Obama tiene que pensar en la mañana siguiente.

Sin embargo, para los que están en el círculo del presidente que creen que un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos sería posible sólo con que Bibi no se interponga en el camino, tiene que ser una enorme tentación aprovechar la oportunidad. Sin duda, algunos en el campo de la paz israelí animarán esta línea de pensamiento sobre la presión estadounidense.

Fuente: Middle East Forum /Steven J. Rosen 

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