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NORMA STURNIOLO

¿Por qué las palabras son tan importantes para los judíos? El novelista Amos Oz y la historiadora Fania Oz-Salzberger engranan hábilmente personalidades de todos los tiempos, desde el autor anónimo y probablemente femenino del Cantar de los Cantares hasta los oscuros talmudistas o los escritores contemporáneos, para explicar la relación esencial que existe entre los judíos y las palabras.

¿Cómo surgió la idea del libro?

En Israel, ahora mismo se da un renacimiento de los estudios culturales y laicos del judaísmo. Hay una fundación llamada Posen Library of Jewish Culture and Civilization que se ha propuesto publicar un estudio muy profundo sobre temas culturales judíos, que se desarrolla a lo largo de diez tomos. Invitaron a mi padre, Amos Oz, para que escribiera un libro, pero él no escribe por encargo; por ello en un principio rechazó la idea. Luego, hablando los dos, nos dimos cuenta de que él como novelista y yo como historiadora llevábamos mucho tiempo conversando sobre el tema y llegamos a la conclusión de que podíamos escribir el libro entre los dos. Así, el libro ha resultado ser el fruto de una conversación culta entre padre e hija, entre dos personas que se quieren mucho y han disfrutado mucho escribiéndolo.

En el libro se dice que lo que une a los judíos de todas las generaciones son las palabras, no se habla de vínculos sanguíneos sino de la relación con los antepasados a través de la palabra. ¿No hay una excesiva valoración de la palabra?

Muchas cosas son importantes en la continuidad de una cultura, los ritos y rituales, la comida, la música, las relaciones interpersonales, en fin, tantas cosas, pero todas esas manifestaciones se comunican, se conocen mediante la palabra

Lo que diferencia la cultura judía es que la palabra escrita tiene una enorme importancia. El hecho de ser padre o madre, el hecho de educar a los hijos en la cultura judía es algo intelectual, es decir, se enseña desde dentro de casa. El padre o la madre es siempre por definición un maestro. Y ese maestro transmite la palabra escrita. También la sopa de pollo que cocino la hago siguiendo la receta escrita de mi abuela.

En el segundo capítulo se habla de «Las mujeres con voz». Este capítulo parece haber sido escrito más por la historiadora que por el novelista. ¿Intenta destacar el valor de ciertas mujeres judías o se trata de subrayar la importancia a la voz femenina independientemente de que sea judía o no?

Este es mi capítulo. Gracias por la pregunta y por emplear la palabra historiadora al hablar de una parte del tándem y no de mujer. Me interesa destacar el valor de las mujeres judías. La persona que influyó en mi padre para que se convirtiera en un escritor fue su madre más que su padre. Y muchas madres fueron el vínculo de sus hijos con la moderna literatura y con el viejo folclore. Podríamos poner muchos ejemplos pero bástenos recordar a Bashevis Singer o Marcel Proust. El padre, tradicionalmente, leía la Biblia o el Talmud.

Quiero aclarar que este es un libro político. Está en contra de los ultraortodoxos extremistas judíos y de su posición con respecto a la mujer. El menosprecio de la mujer no tiene que ver con la tradición judía. Ya en la Biblia existen mujeres muy importantes. Nosotros conocemos la Biblia mejor que ellos y ellos conocen el Talmud mejor que nosotros. La Biblia está llena de mujeres fuertes. Mujeres que no se callaban, que componían, que cantaban, que eran líderes, que luchaban, que eran poetas. Ellas también cambiaron la historia. Son parte de la historia.

Después de la Biblia, el judaísmo se volvió más paternalista, en la Edad Media, por ejemplo, pero siempre ha habido voces femeninas que consiguieron sobrevivir. La razón por la que sobrevivieran es esta: la cultura judía se basa en dos energías, el niño y el libro. Cuando los judíos han tenido que huir a causa de las persecuciones, de los pogromos, las madres tenían a un niño en un brazo y en el otro, un libro. La continuidad está en la enseñanza de los libros al niño. De ahí la importancia de las mujeres. Ahí está el secreto. Los libros, no las espadas. Las mujeres pueden hacer mejor que los hombres una cultura que se basa en los niños y en los libros y no en las espadas o en las hachas.

También las mujeres de hoy son fuertes porque ellas pueden leer y pueden escribir. Antes de los tiempos modernos las mujeres judías leían y escribían más que otras mujeres porque el libro estaba en la mesa familiar y la niña podía elegir leerlo. Y hoy muchas más mujeres son fuertes porque leen y escriben y pueden hacer oír sus voces.

¿Qué piensa del tópico sobre la madre judía como una madre sobreprotectora?

Humm… Habría que preguntarles a mis dos hijos. Hay una abundante literatura y películas como las de Woody Allen, por poner un ejemplo, que hablan de ello. Pero tenemos que pensar que las madres judías crían a sus hijos en situaciones peligrosas. Siempre tenían en mente a sus hijos y pensaban en protegerlos del peligro real que los acechaba. Eso llevaba a conductas de aparente conversión como la de los marranos para poner al niño fuera del peligro.

La madre judía no está preocupada solo por alimentar y abrigar a su bebé sino también está preocupada por el peligro que lo acecha y quiere protegerlo de ese peligro. La madre sabe que su bebé, por ser un bebé judío, tendrá una vida difícil. Eso pasa hoy mismo. Yo tengo gemelos que tienen 19 años y deben ir al ejército dentro de un mes y eso está en mi mente. No es que la madre judía sea una madre asfixiante sino que sabe que su hijo, por el hecho de ser judío, tiene una vida peligrosa y eso le preocupa.

A lo largo del libro se apunta a una equivalencia entre realidad y ficción ¿Podría hablarnos del porqué de esa equivalencia?

A mi padre no le gusta la palabra ficción. Le gustan más las palabras storybook y storyteller. Libro es séfer y tenemos la palabra sipur que no es exactamente igual a ficción como mentiras sino que es también verdad. En este punto estamos en contra de los nuevos arqueólogos de la escuela de arqueología bíblica. Ellos dicen que la Biblia no es verdad porque han excavado, han buscado y no han encontrado pruebas de la existencia de grandes personajes bíblicos ni de grandes ciudades, ni de grandes reinos ni palacios. El tiempo es más o menos 1.100 AC. De ese tiempo solo encuentran casas sencillas. ¿Dónde está nuestro Partenón, nuestro Coliseo, dónde están nuestras Pirámides o cosas por el estilo? Mi padre les dijo: nuestros libros son nuestras pirámides, nuestras catedrales, nuestra extraordinaria biblioteca que contiene ley, historia, filosofía, poesía y cuentos.

Nosotros no tenemos miedo de la ficción porque todas esas historias son verdaderas, son humanamente verdaderas. Se trata de personas que han sido capaces de crear historias acerca de la justicia social, acerca de las mujeres fuertes, sobre la vida y la muerte y esta cultura es grande para nosotros aunque no haya construido palacios.

Hablando de la precisión en el significado de las palabras, recuerdo que en el discurso de recepción del premio Nobel, Bashevis Singer dijo que le gustaba escribir historias de fantasmas en una lengua moribunda como el ídish. ¿Qué pasa con esas lenguas queridas por los fantasmas?

Yo crecí en un kibutz. Hablábamos en hebreo y un poco en inglés. Las lenguas europeas que hablaban los abuelos –mi abuelo hablaba y escribía diecisiete lenguas– se borraron porque Europa era mala, acababa con ellos, los mataba. Tampoco se hablaba el ídish ni el ladino.

El hebreo es un idioma maravilloso y es mi casa, mi hogar, pero he aprendido a amar el ídish y el ladino. El ídish curiosamente lo aprendí a través de mis estudios, o sea, a través del alemán, y del ladino he escuchado unas bellas canciones.

¿En la música actual los compositores miran a la tradición folclórica?

Ante todo quiero decir que en Israel actualmente tenemos una creatividad milagrosa. Hay un gran renacimiento de la cultura judía quizás a pesar de la situación política o quizás a causa de la situación política. Israel actualmente es muy creativo en todos los sentidos, en high tech, ciencia, libros, música, cine. Utilizar textos tradicionales en la música y la literatura está en los orígenes del sionismo. Cuando era pequeña escuchaba y cantaba canciones bíblicas y música moderna. Hoy esto se hace en muchas partes, no solo en Tel Aviv. Por ejemplo, jóvenes de origen sefardí componen canciones con textos de poetas de Sefarad. Hay una maravillosa combinación de lo tradicional y lo moderno en rock, jazz, hip hop. Y la gente joven, muy joven, puede relacionarse con palabras escritas hace muchísimos años como si fueran palabras escritas hoy. Esto es un milagro cultural.

¿Qué tipo de reflexiones le gustaría promover con este libro en el lector?

Con este libro me gustaría estimular a los padres de todo el mundo que lean libros con los niños hasta que ellos tengan una edad en las que les pidan que lo dejen. Perderíamos nuestra cultura si no les leyéramos a los niños antes de que se dediquen a los juegos electrónicos.

También, ayudar a la reflexión acerca de los ultraortodoxos. Espero que la mujer del rabino que ayer hizo esa afirmación en contra de las mujeres lea nuestro libro. Todas las afirmaciones extremistas de este grupo no tienen que ver con la tradición judía.

También tenemos otra lucha política con la extrema izquierda. Nosotros queremos un país para Israel y un país para Palestina. La extrema izquierda dice que Israel no debe existir. Para el sionismo humanista todas las personas somos iguales. Nosotros no somos chauvinistas. Los libros de los judíos pertenecen a todos.

¿Qué opina de las corrientes antisemitas actuales?

Es asombroso pero el antisemitismo está creciendo en países de Europa, en España, en Hungría y en otros sitios.

Hay un término en medicina que se llama «dolor fantasma». Eso les pasa a los amputados, cuando le amputan un brazo, una pierna, sienten dolor en un miembro que ya no tienen. Ese odio a los judíos en países donde la presencia de judíos es escasa lo asocio al dolor fantasma. Duele algo que no existe. Y ¿por qué los judíos? Porque los judíos son un símbolo de éxito, el éxito del otro, el extranjero que quiere ser, que insiste en ser parte de ti y en los países más antisemitas los judíos son parte de ellos. Jesús es judío, María es judía.

No es suficiente leer el Nuevo Testamento. La literatura es importante. Yo leí a Cervantes, leí a Lorca y con ellos fui conociendo la cultura española.

La literatura para niños del siglo XX intenta que se produzca un cambio. Si los niños leyeran literatura infantil, por ejemplo, de Rusia, China, Israel, no serían capaces de odiar esas culturas nunca más. Yo creo en la literatura para niños que cruza fronteras.

Fuente:sefaradeditores.com