Pareja-peleando-03A48815

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

Todos entendemos que no hay motivo por el cual la pareja deba tener un pleito delante de los niños. Sin embargo, es perfectamente normal que haya una diferencia de opiniones.

No pasa nada si el niño oye que uno de los padres no quiere salir de vacaciones y el otro sí, o que a uno le gusta gastar más que al otro. Al revés. Es algo sano; de no ser así, si el hijo percibe que todo es “color de rosa”, cuando se case y tenga su primera diferencia con su pareja se asustará. Pensará que no es normal, que tal vez tiene que correr a ir a buscar el divorcio. Pero si vivió con unos padres normales que tienen diferencias de opinión y supieron cómo resolverlas, entonces aprenderán ellos también a sobrellevar la discrepancia. La mejor enseñanza para el matrimonio de los hijos es que los padres tengan un matrimonio bueno y se lleven bien.

Los padres- en especial los jóvenes- no se ven a sí mismo como padres. Cada uno piensa, “mi padre, mi madre, es un verdadero ejemplo, un verdadero padre…”. Es un error. Ante nuestros hijos somos lo que nuestros padres son para nosotros. Somos los pilares de su existencia. Si recordamos esto y actuamos acordemente, sin duda, dejaremos una huella positiva en ellos.

Bien, ahora, ¿cómo se debe criticar? O, ¿se trata de llevar todo en paz y tragarse todo? La crítica global es la que se debe evitar. Por ejemplo, “siempre eres un desorden”. Sin embargo, si el cónyuge pecó con esta crítica, es admisible. La crítica que NUNCA debe salir de nuestras bocas es la denigrante, “eres un desorden siempre, eso lo aprendiste de tu padre, por eso pierdes todos los empleos…”. Nadie quiere quedarse en una relación así, por eso, este tipo de crítica no debe nunca salir de nuestros labios. Empero, la correcta es la personalizada, “me molesta que no fuiste a comprarme un litro de leche saliendo del trabajo, tal como te lo pedí”. Sin embargo, hay una mejor, la que proviene después de una alabanza, “eres tan atento, no te queda a ti haberte olvidado la leche”, “eres tan bella, lástima que esa blusa no resalta tu hermosura”. ¿Quién no quiere mejorar después de oír un halago?

Basado en las palabras de Rabí Pésaj Krohn

Shabbat shalom