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ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – La escritura estaba en la pared. Las calles europeas en general y las francesas en particular, se están convirtiendo en un campo de batalla del fanatismo islamista radical.

Por Yossi Melman

La batalla es una extensión del frente de Oriente Medio.

No es que alguien debe haberse sorprendido. La primera ola, varios años después del 9/11 en 2001, fue dirigida por simpatizantes y partidarios de al-Qaida que perseguían la ideología de la yihad mundial mediante impresionantes ataques terroristas en Madrid, Londres y Estambul.

Tras una relativa calma que creó la ilusión de que Europa era relativamente segura, llegó la ola actual, reflejada por el acenso del Estado Islámico y el debilitamiento de Al Qaeda.

Existen varios indicios sangrientos de que estos grupos terroristas han vuelto a entrar en acción en suelo europeo. Un soldado fue apuñalado a muerte en Londres; un hombre armado irrumpió en una sinagoga en Toulouse.

Otro hombre armado mató a dos turistas israelíes en el Museo Judío de Bruselas.

Estos ataques terroristas se caracterizan por dos elementos generalmente. Uno es que algunos ataques son perpetrados por jóvenes musulmanes locales inspirados por el Estado Islámico o al-Qaida. El segundo es que algunos atentados terroristas son cometidos por ciudadanos europeos jóvenes que abandonaron sus países para combatir en Siria e Irak y volvieron a su lugar de origen luego de adquirir experiencia en el campo de batalla y ser adoctrinados a fondo.

Miles de ciudadanos europeos que luchan en Siria e Irak se han convertido en un gran dolor de cabeza para los diversos servicios de seguridad europeos. Este fenómeno es particularmente extendido en Francia, que alberga la mayor y potencialmente más violenta comunidad musulmana.

La inteligencia francesa estima que 700 a 1,000 voluntarios franceses están luchando actualmente junto al Estado Islámico y Al Qaeda.

Por consiguiente, el tiroteo del miércoles en el centro de París, a plena luz del día es un claro indicio del fracaso de la policía francesa y los servicios de seguridad. Las oficinas de Charlie Hebdo estaban custodiadas por la policía, porque todo el mundo sabía que fue un objetivo en el pasado y podía volver a serlo en el presente o en el futuro debido a su burla satírica por escrito, sus caricaturas en torno al Islam y al Profeta Mahoma en particular.

Sin embargo, los tres hombres armados lograron asesinar a los guardias de la policía y a casi una docena de escritores y caricaturistas de la revista antes de huir ilesos.

Irónicamente, minutos antes del ataque Charlie Hebdo publicó una caricatura en Twitter deseando un feliz año nuevo “y especialmente buena salud” a Abu Bakr al-Baghdadi, el líder del Estado Islámico.

El ataque es característico de los asesinatos selectivos. Los terroristas tenían un plan claro, sabían lo que querían lograr, y actuaron con calma – según muestra la imagen gráfica de la ejecución a sangre fría de uno de los policías heridos e indefensos.

No cabe duda que ellos eran asesinos profesionales.

El miércoles por la noche, al-Qaeda en Yemen reivindicó su responsabilidad por el ataque. Pero independientemente de quién estuvo detrás de élya sea al-Qaida, los extranjeros del Estado Islámico o una célula musulmana local, este es un desafío directo a la democracia francesa y occidental, a los valores fundamentales de libre albedrío y libertad de expresión.

Poco a poco, el occidente se da cuenta de que se trata de un choque de civilizaciones.

Esta es una guerra declarada por fanáticos musulmanes contra lo que Francia y Europa representan y valoran. La reacción debe ser consecuencia de la acción. Esto requiere una mayor cooperación entre los servicios de seguridad occidentales, una mejor inteligencia sobre los grupos terroristas, y las nuevas leyes que limitarían la capacidad del enemigo de explotar y sacar provecho de los valores democráticos.

La masacre de París es el 9/11 de Francia – y en la guerra como en la guerra.

Traducido desde Jerusalem Post para Agencia de Noticias Enlace Judío.