AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

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Entre los doce muertos de Charlie Hebdo, el semanario satírico francés atacado ayer por islamistas, una judía. Una mujer excepcional, como dicen de los muertos. Estaba llena de vida. Elsa Cayat, de 54 años, era psiquiatra y psicoanalista. Encaramada en sus tacones altos, los labios rojos de alegría, la risa poderosa, la irreverencia como una conquista, se unió a Charlie Hebdo, del cual se enamoró, según la carta de su tía en Facebook.

En Charlie Hebdo, se celebraba dos veces al mes la crónica “El Diván de Charlie”, donde se trataban temas tan diversos como los orígenes del Holocausto o la patria potestad. Su última columna, publicada en la edición de antiyer, se llamó “Navidad, lo que realmente apesta”. En sus obras, examinaba el deseo y la sexualidad, como por ejemplo los desafíos ocultos de la sexualidad masculina. Este tipo de guía sexual abordaba cuestiones como “¿Son las palabras objetos sexuales?””¿Es el dinero un afrodisiaco?”

Esta combinación de diversión y temas filosóficos pertenece a antes. Antes del miércoles, cuando, en la redacción, se reunió con sus amigos de Charlie Hebdo.

“Sé que los asesinos pidieron a sus víctimas ponerse de pie e identificarse. Ella era judía y no puedo dejar de pensar que la mataron por ello; me llena el hecho de horror”, dijo su prima, la productora de cine Sophie Bramly en Le Parisien.

Esa mañana, su tía Jacqueline Duval le llamó. Para apoyarla, pensando que se había derrumbado con la pérdida de sus amigos del periódico. Sin saber que había caído con ellos. En una carta abierta llena de amor, quiso decirle, por última vez: “Era una mujer que amó la libertad de espíritu…( Hará falta) su rigor intelectual, su extraordinaria alegría. Ella se echaba a reír todo el tiempo, incluso cuando pronunciaba verdades duras de escuchar».

“Pienso en su marido, su hija adolescente, su gran perro… Se fue dejando a sus pacientes sin un espejo, su familia, sus amigos.

“La echaré de menos terriblemente, como a todos los espíritus libres, víctimas de la barbarie. »