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RAB. YERAHMIEL BARYLKA

 

Queridos amigos, ¡Shalom!

En nuestro tiempo en el que lo que menos tenemos es tiempo, cuando nos apuramos a lograr nuestras metas laborales o académicas muchas veces nos olvidamos de nuestras responsabilidades familiares.

La lectura de esta semana, nos trae un personaje que desplaza a Moshé y se convierte en su mentor dándole lecciones importantes. Se trata de su suegro Itró, que era un sacerdote midianita.

No es sorprendente entonces que Itró, quien anteriormente ayudó a Moshé con su viaje espiritual, vuelva a aparecer en nuestra parashá “E Itró el suegro de Moshé, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moshé en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de .A.;  y dijo a Moshé: Yo tu suegro Itró vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella…” (Shemot 18: 5).

En ninguna parte del texto es lo que dice que Moshé mandó a buscar a su familia… Más bien, parece que Itró, después de escuchar “todo lo que .A. había hecho por Moshé y de Israel, el pueblo de .A.” (Shemot 18: 1), decidió
que era hora de que la familia de Moshé se reúna con él y con su pueblo, cuando oyen: “y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa” (Shemot 19:5).

Este incidente nos enseña acerca de nuestra propia familia. ¿Nos acordamos de incluirla durante nuestros momentos más importantes, o tan atrapados en lo que estamos haciendo, la dejamos atrás?

A veces se necesita a alguien para enseñarnos algo que no sepamos ya, o para recordarnos lo que sabemos, pero hemos olvidado.

En esta parashá es Itró que viene a enseñarnos, el valor de la familia y la necesidad de compartir con ella. Su alumno fue nada más y nada menos que Moshé.

Nosotros podemos aprender la lección con humildad y proceder en consecuencia, antes que otro nos deba brindar esa enseñanza.

¡Shabat Shalom!