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ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El primer ministro insiste en que debe dirigirse al Congreso para advertir sobre el acuerdo nuclear con Irán, pero en realidad está saboteando el recurso más preciado de Israel.

Por Barak Ravid

El martes pasado, Dan Shapiro, embajador de Estados Unidos en Israel, se reunió con altos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores en Jerusalem y discutió la situación del Primer Ministro Benjamin Netanyahu en Washington, en vista de su discurso programado ante una sesión conjunta del Congreso.

Shapiro describió la ira en la Casa Blanca por la maniobra que Netanyahu planeó con líderes del partido republicano; habló de la falta de confianza del gobierno estadounidense en el Embajador de Israel en Washington Ron Dermer; y de los graves efectos que esto tendría en las relaciones de la administración de Obama con un futuro gobierno de Netanyahu. “En última instancia, esto tendrá un precio,” citó una de las fuentes presentes a Shapiro.

Y no se trata sólo de la Casa Blanca. El Presidente de la Knesset Yuli Edelstein, quien visitó el Capitolio la semana pasada, quedó impactado por la intensidad de la ira en el sistema político estadounidense. Edelstein se encontró con congresistas demócratas y grandes amigos de Israel que ahora se sienten traicionados por el primer ministro de Israel. “Nunca había sentido semejante tensión, ni siquiera cuando hace unos años abordé el tema de la liberación de Jonathan Pollard ante congresistas,” comentó Edelstein.

Tampoco se trata sólo de los demócratas. Muchos republicanos han rechazado la maniobra de Netanyahu, aunque si no lo expresen abiertamente por razones políticas. Incluso líderes judíos estadounidenses cercanos a Netanyahu – como Abe Foxman, quien instó a Netanyahu este fin de semana a cancelar el discurso – expresan frustración.

El anuncio del Vicepresidente Joe Biden que se ausentará durante el discurso de Netanyahu es lo que los americanos llaman “gran cosa”. Biden es quizás el mejor amigo de Netanyahu en el gobierno americano. Por lo tanto, su ausencia envía un mensaje claro, y casi seguro llevará a que muchos otros demócratas sigan su ejemplo.

Quizás si Netanyahu hubiese imaginado lo que sucedería, habría desistido de la idea. Él sabe muy bien que, incluso ahora, habría que cancelar el discurso. Pero la humillación y daño político que causaría la cancelación lo motiva a seguir golpeando el carro contra la pared.

La peor de todo es que incluso si Netanyahu cancela su discurso ahora, ya se ha hecho la mayor parte del daño. Un vídeo cómico de la campaña electoral publicado por el Likud ayer muestra a Netanyahu conversando por teléfono con el presidente de Estados Unidos. Lo verdaderamente curioso es la posibilidad de que mientras Obama permanezca en su cargo, Netanyahu no vuelva a conversar con el presidente por teléfono.

A pesar de la convicción de Netanyahu de dirigirse al Congreso para advertir sobre la amenaza iraní, su conducta en las últimas semanas ha causado un daño incalculable a los esfuerzos internacionales por frenar el programa nuclear de Irán. En este momento crítico en las negociaciones, cuando una máxima coordinación entre Estados Unidos e Israel es vital, las relaciones entre el primer ministro y el presidente de Estados Unidos se encuentran en una baja sin precedentes.

La crisis ha desviado la atención del verdadero objetivo tanto en Washington como en Jerusalem: La necesidad de un acuerdo que evite que Irán produzca armas nucleares. Esta crisis ha perjudicado la posición de Israel en Estados Unidos y en todo el mundo, además de provocar que Irán piense que se ha salido con la suya.

Sin saberlo, Netanyahu se ha convertido en el arma secreta de los iraníes. Si no existiese, los iraníes tendrían que inventarlo. La destrucción de la alianza estratégica con Estados Unidos sería una verdadera amenaza existencial para Israel. Hasta el momento, el primer ministro está mucho más cerca de dejar tierra arrasada en Washington que de detener las centrífugas de Irán. Ante esta situación, los líderes iraníes no tienen más que sentarse frente a la televisión, comer palomitas y reír.

Traducido desde Haaretz para Agencia de Noticias Enlace Judío México