ELENA BIALOSTOCKY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – “Una buena alimentación, así como hacer ejercicio, nos ayuda a llevar una vida sana y activa. Se ha comprobado que las personas activas tendrán a la larga una vida más fácil durante la tercera edad”.

Kadurim es una organización de mujeres voluntarias que se dedican a reunir medicamentos de personas a las que les sobran o ya no los necesitan y los entregan a personas que, por problemas económicos, no tienen las posibilidades de comprarlos. Durante los cuatro años que han trabajado, han ayudado a más de ciento cincuenta familias.

Lo único que las personas enfermas necesitan hacer es presentarse en las oficinas con su receta y, si hay medicinas disponibles, se les entregan; si no, tratan de conseguirlas.

El 10 de febrero en el Salón Social de la Comunidad Sefaradí se realizó el evento “Los Secretos de la Salud”, donde el Dr. Isaac Betech, pediatra, dijo: “Una buena alimentación, así como hacer ejercicio, nos ayuda a llevar una vida sana y activa. Se ha comprobado que las personas activas- y por “activas” no me refiero a que hacen ejercicio fuerte todos los días, sino que caminan un poco después de comer, utilizan las escaleras en lugar del elevador y, en general, se mantienen activas, tendrán a la larga una vida más fácil durante la tercera edad”.

Dijo, además, que “el mundo moderno nos lleva a no seguir una dieta sana, en virtud de que comemos fuera de nuestras horas y nuestra dieta no es balanceada. Por eso, tenemos que hacer un alto, pensar y decidir cómo queremos vivir”.

Posteriormente, el Rabino Arturo Kanner, psicólogo, de Aish Hatorá México, tomó la palabra y habló sobre el estrés y la falta de comunicación entre los seres humanos. Explicó que “las emociones se viven en el presente y se despiertan más por lo no verbal que por lo verbal. Las cuatro emociones básicas son el enojo, el miedo, la tristeza y la felicidad”.

El Rabino continuó diciendo que la mayoría de las veces los malos entendidos en una pareja se dan por no expresar lo que pensamos y queremos, por lo que no le dejamos saber al otro qué es lo que realmente queremos. Una forma de ayudarnos a nosotros mismos es reconocer la emoción, escucharla, darle un nombre y, después, buscar la forma de resolverla de manera sana y real.

“Las emociones son extremadamente sanas, así que la persona debe tener curiosidad de saber cuál es el mensaje y la necesidad que nos están tratando de transmitir”.