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En la Biblia, las relaciones maritales son denominadas Daat (Conocimiento) como en el versículo (Génesis 4:1), “Y Adán conoció a su esposa, Eva”. Cuando el esposo y la esposa se unen en pureza y santidad, sus almas se juntan para formar un vehículo para la revelación del Daat de la Divinidad. El beso representa la unificación de la Iud con la Hei, las dos primeras letras del Tetragrámaton, correspondientes a los Partzufim (Personas Divinas) de Aba y de Ima (Padre y Madre). Mediante la unión sexual, que tiene raíz en el nivel de Iesod, representan la unificación de la Vav y la Hei, las dos letras finales del Tetragrámaton, que corresponden respectivamente a Zeir Anpin y a Maljut. Al igual que los dos Querubim en el Santo de los Santos, constituyen un mishkán (tabernáculo) o una merkavá (carroza) para el Nombre Divino IHVH. Estos son los exaltados pensamientos e intenciones que debe tener la pareja cuando se une para traer una nueva vida al mundo.

Los Partzufim de Aba e Ima corresponden a las Sefirot de Jojmá y Biná. La confluencia entre Jojmá y Biná trae una revelación de Daat y la confluencia entre Zeir Anpin y Maljut, que tiene lugar en la Sefirá de Iesod, lleva esta revelación a su completa madurez. Esta doble confluencia producida a través de la unión marital debe ser una experiencia positiva para ser efectiva y traer las almas más elevadas hacia los cuerpos terrestres. El Talmud enseña por tanto que es necesario, antes de la relación marital, eliminar de la mente la ira y los pensamientos impropios, de modo que la unión pueda tener lugar en una atmósfera de amor, en paz y armonía. Las relaciones deben ser encaradas con recato y con el reconocimiento del tremendo poder que es capaz de generar la pareja (cf. Nedarim 20a-b).

El Rebe Najmán agrega que el comportarse con recato en las relaciones maritales puede compararse al cumplimiento de la mitzvá de la suká y que este nivel de modestia también le permite a uno merecer la santidad de la Tierra Santa (Likutey Moharán I, 48:3). Esto se debe a que el cumplimiento de cada una de estas dos mitzvot (la suká y estar en la Tierra Santa) requiere que la persona se encuentre completamente rodeada por la mitzvá. De la misma manera, si la pareja se mantiene cubierta durante las relaciones maritales (con una sábana o frazada) se encuentra entonces “dentro” de la mitzvá que está cumpliendo.

Las relaciones maritales pueden llevarse a cabo en cualquier momento, pero dado que el recato indica que la pareja debe estar oculta de la vista (la oscuridad y el ocultamiento aumentan de hecho la experiencia auditiva y táctil), es preferible la noche. El Shabbat representa la paz, como ya ha sido explicado (arriba, Capítulos 10-11), de modo que la noche del viernes es considerada como el momento más propicio para las relaciones maritales.

Enseña el Rebe Najmán:

Guardar el brit tiene dos niveles. La persona que tiene relaciones maritales durante los seis días de la semana es considerada como una persona que guarda su brit, dado que se cuida de no transgredir las leyes de la Torá. Sin embargo, la persona que guarda su brit manteniendo relaciones maritales [sólo] en la noche del Shabat alcanza un nivel superior.

El primer tipo de unión [inferior] corresponde a la Halajá [la ley revelada] y el segundo tipo corresponde a la Kabalá [la tradición oculta]… Todo aquél que cumple con sus obligaciones maritales de acuerdo con la Ley de la Torá, incluso durante los seis días de la semana, alcanza un nivel desde el cual puede revelarles la Divinidad a los demás, pues este nivel corresponde al nivel de la Torá revelada, de la Halajá. El nivel superior de las relaciones maritales sólo en Shabat corresponde a los misterios más profundos de la Torá, a la Kabalá, donde se genera una relación más íntima con el Santo, bendito sea (Likutey Moharán I, 11:5-6).

El Rebe Najmán enseña que el deseo de relaciones maritales comienza en la mente. Por ende, es crucial que la mente de la persona, como la fuente del deseo, esté conectada con Dios en el momento de la relación marital. Esto le permite hacer descender una alma pura e iluminada para el niño que está siendo concebido. Por supuesto que la relación marital no siempre da como resultado la concepción. Sin embargo, cuando la pareja se une a la Divinidad durante su relación íntima, puede despertar y elevar las almas en su nivel de origen (el nivel del pensamiento, como se explicó) y llevarlas al arrepentimiento (Likutey Moharán I, 14:3-4). Así, centrar la mente en nuestra relación con Dios durante las relaciones maritales es una fuente de verdadero Daat, tanto si resulta o no una concepción, el mundo se ve imbuido con el conocimiento de Dios.

La unión marital de la pareja comienza generalmente con un abrazo y un beso. Así como en el plano físico esto despierta fuertes sentimientos de unión entre la pareja, de la misma manera ello crea una conexión espiritual paralela. Los principios Kabalistas de jibuk (abrazar), nishuk (besar) y zivug (unión íntima) se refieren a las relaciones espirituales entre los Mundos Superiores. Aunque estos conceptos Kabalistas no tienen conexión alguna con las acciones físicas, ellos se encarnan en las acciones de marido y mujer durante la relación marital realizada en pureza.

Los actos puros de intimidad física son descritos de hecho como la unión de las almas. Esto se debe a que Jojmá (correspondiente al primer pensamiento Divino) es la fuente de todas las almas, así como el pensamiento – que es el comienzo y de hecho la fuente del acto marital – también es la fuente de la concepción de un alma (Shaar Ma´amrei Rashbi p.32; ver Likutey Moharán I, 12:4, notas 80-82). Es así que el despertar de Jojmá, el aspecto masculino, es un elemento de Daat. La respuesta es el despertar de Biná, el aspecto femenino, que es otro elemento de Daat. El acto íntimo es Daat, la unión de dos elementos muy diferentes[..].

Cuando marido y mujer se juntan en el acto de intimidad sexual, están literalmente uniéndose el uno al otro. Las diferentes fuerzas dentro de ellos pueden entonces surgir y unificarse para formar una unidad, una manifestación de Daat, que es el fruto de sus intelectos combinados (y que puede llegar a concretarse en la forma de un niño). Sin embargo, si la unión se produce a través de una relación prohibida, el resultado es totalmente diferente a Daat. En tal caso, los elementos de Jojmá y de Biná que son forzados a estar juntos no tienen la misma forma y nunca pueden unirse verdaderamente. Así como alguien se sentiría a disgusto relacionándose sexualmente con una persona que le es físicamente repulsiva, de la misma manera el alma siente el disgusto de ser unida con otra alma que le resulta detestable.

Esta es una de las razones para las estrictas normas de la Torá con respecto a las relaciones sexuales. Las relaciones prohibidas incluyen cohabitar con una mujer en el momento de su menstruación o con una mujer que aún no se ha sumergido en la mikve, aunque sea la propia esposa; el adulterio; el incesto; y la homosexualidad. Varias de estas relaciones son llamadas “abominaciones” por la Torá. El alma fue creada para buscar la espiritualidad. Toda actividad sexual prohibida por la Torá levanta una barrera espiritual, debido a la naturaleza de la unión que tiene lugar entre los dos individuos. Unir el alma con el alma de otra persona en una relación prohibida crea una unión con el Otro Lado que es muy difícil de revertir (ver Bereshit Rabah 80:10).

Como hemos visto, la simiente se origina en la mente (Keter) y “viaja” por la médula (es decir, Daat) hasta que llega a Iesod, desde donde es transferida a su destino final, a Maljut. Comprender este proceso apropiadamente, podrá ayudarnos a tomar distancia de las actividades sexuales prohibidas y a ejercer el recato en nuestras relaciones maritales. Durante un viaje, toda desviación de la ruta establecida puede hacer que la persona se extravíe. Del mismo modo, toda desviación menor del sendero de la moralidad prescrito por la Torá puede hacer extraviar seriamente a aquél que busca el camino de la perfección espiritual. Por esta razón, aunque el Talmud enseña que la pareja en el matrimonio puede dedicarse a toda forma de intimidad, los Sabios recomendaron sin embargo mantenerse dentro de ciertos parámetros (Nedarim 20b). Experimentar durante las relaciones con prácticas que van más allá de los parámetros normales, puede llevar a fantasías, que a su vez arrastrarán hacia otras aberraciones, manifestaciones de una mente perturbada, y que pueden llegar a ser muy difíciles de controlar.

El mismo concepto ético se aplica a todas las diferentes clases de relaciones prohibidas. En un comienzo, una relación puede parecer sólo un paso más allá de lo aceptable, pero, así como una cosa lleva a la otra, esta relación “casi aceptable” puede llevar hacia actos más desviados aún. El aumento de la homosexualidad, de la pedofilia y de las violaciones en el mundo contemporáneo, es testigo de la extrema insensibilidad que se ha desarrollado en las modernas actitudes sexuales que plagan nuestra sociedad. Una clara indicación de la demencia de una sociedad es hasta qué punto explica y justifica las aflicciones que llevan a tal comportamiento. Debemos orar con fuerza para ser protegidos y no quedar atrapados en estas actitudes. Y todos aquéllos que se encuentran hundidos en estos comportamientos sexuales aberrantes deben orar incesantemente para salir de esa forma de vida y volver a recuperar un nivel razonable de estatura moral.

Esta fue la prueba que tuvo que enfrentar el protagonista del cuento “Los Niños Cambiados” del Rebe Najmán, donde el príncipe se vuelve esclavo y el esclavo se vuelve príncipe. El príncipe es aquella persona que debe actuar como actúa la realeza, regio en sus actitudes hacia la vida y bajo completo control. El príncipe del cuento, en cambio, se volvió esclavo de sus pasiones. De la misma manera, los individuos extraviados moralmente intentan conducirse como si ellos estuvieran en dominio de sus vidas, pero en realidad son esclavos de sus propios deseos neuróticos y fantasías eróticas.

Las Relaciones Maritales

No debemos llegar a la conclusión, en base a las fuertes disposiciones en contra de las relaciones prohibidas, de que la Torá considera las relaciones maritales bajo una luz negativa. Por el contrario, el Judaísmo percibe la intimidad marital como una faceta muy importante y positiva en la vida matrimonial, alentándola fuertemente (dentro de límites razonables). Enseña el Talmud (Eruvin 63b) que en cierto momento Ioshúa les ordenó a los judíos abstenerse de relaciones maritales por una noche, hecho por el cual fue castigado. De hecho, la literatura Talmúdica y Kabalistas utiliza metáforas basadas en la unión entre marido y mujer para explicar muchas enseñanzas. Por ejemplo, “¿Por qué la lluvia es llamada ReVi? Porque ella Rovea [impregna] la tierra” (Ierushalmi, Shevi´it 9:8; cf. Taanit 6b). Tales metáforas son utilizadas debido a que una unión en santidad entre el esposo y la esposa es considerada uno de los actos más hermosos y poderosos de los cuales es capaz el hombre. De hecho, nuestro objetivo último en esta tierra es que cada individuo alcance ese mismo nivel de íntima conexión con Dios. Así, la manera de considerar las relaciones maritales es lo que marca la diferencia entre un acto espiritual y un acto de lujuria. El Rebe Najmán enseña que la persona debe fortalecerse y juntar toda su fuerza interior para elevar sus pasiones (Likutey Moharán I, 253; ver también Sotá 47a: “Uno debe alejar el deseo con la mano izquierda, pero atraerlo con la mano derecha” ).


Selección extraída de “Anatomía del alma” escrito por Por Jaim Kramer Con Abraham Sutton. Traducido al Español por Guillermo Beilinson

Con información de Tora.org.ar

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