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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

La Monumental Plaza de Toros México       

El pasado jueves 5 de febrero fuimos invitados por nuestros amigos, Ninfa y Miguel, a la corrida nocturna de toros que se celebró por el 69º. Aniversario de la Plaza de Toros México, por el rumbo de la colonia Nápoles, en el Sur de la Ciudad de México. La Plaza de Toros es una enorme obra de concreto adornada por estatuas del valenciano Alfredo Just (1898-1968), que rodean todo el lugar; dispone de un ruedo de 43mts. de diámetro y un “callejón” de 2mts. Una vez concluida e inaugurada la Plaza, Just inició su trabajo a través del cual plasmó a toros y toreros de distintas épocas, desafortunadamente la exposición de las estatuas al medio ambiente ha provocado el desgaste del recubrimiento de color verde de las mismas.

Previamente asistí a este espectáculo en esa Plaza en los años setentas y a otra pequeña en un pueblo de España en los ochentas, a través de películas mexicanas y españolas aprendí algo en torno a la llamada Fiesta Brava; bailes (pasos dobles), canciones alusivas a la misma, como la Virgen de la Macarena; celebraciones religiosas, trajes de “luces”; lidia de los toros (conjunto de acciones y faenas que se llevan a cabo en una plaza de toros desde que sale el toro al ruedo hasta que muere, siguiendo las artes del toreo), la cría de toros de lidia (toros bravos destinados a las corridas), entre otros elementos

La Fiesta Brava llegó a México en el siglo XVI con los conquistadores españoles y se volvió una afición para muchos mexicanos. Llegamos a la Plaza alrededor de las 7:30 P.M. el espectáculo debió haber iniciado a las 8:00 P.M. empero, los organizadores lo pospusieron hasta las 8:30 P.M., me imagino que para tratar de llenar el cupo de la Plaza con capacidad para 41,000 espectadores sentados, creo que alcanzó entre 80.0% y 85.0% de la misma. Previo a la corrida y entre los breves intermedios, por lo general tres toreros lidian sus toros, se desbordó la venta de comida chatarra, parte de la cual era expendida en condiciones poco higiénicas; cervezas, calendarios taurinos; y otros objetos vinculados con el espectáculo. Como remembranza de una gran asistencia de aficionados españoles en otras épocas, también se comercializaron puros.

A mi juicio, que soy un espectador villamelón, que en la jerga taurina se aplica al que no sabe del arte de la tauromaquia, la lidia de los tres toreros fue mala, prueba de esto fue que dos de ellos “obsequiaron” dos toros más para “compensar” su pobre faena; así que en vez de seis se lidiaron 8, de aquí que el espectáculo terminara al filo de la media noche. El frío y el viento calaron duro entre los espectadores, sentí que podría ser víctima de hipotermia; de aquí que en la última lidia permanecí en un pasillo cubierto en espera de mi esposa y nuestros amigos quienes también sufrieron la intensidad del frío. Dos de los toreros fueron premiados con una oreja del toro, como expresión de la buena estocada que realizaron (entierro de una espada para matar a el toro).

La Fiesta Brava es considerada por los aficionados como un espectáculo artístico, aunque a mí me parece un acto inhumano que lastima físicamente y hace sufrir a un ser vivo hasta provocarle la muerte. Es estremecedor ver, primero, cómo un individuo montado en un caballo, ambos pertrechados para defenderse de una cornada del toro, pica con una especie de lanza al animal para reducir su furia, y, después, tres personas, con el mismo propósito cada uno, le clavan dos banderillas. Al brote del torrente de sangre del toro por sus heridas, jadea y babea, entonces el público se enardece de manera enajenada. El torero, desafiante y arriesgando su vida, empieza su faena, se oyen gritos ensordecedores cuando pasa la capa y realiza sus “pases artísticos”.

El Presidente Benito Juárez prohibió las corridas de toros en la Ciudad de México en 1867, empero, se restauraron posteriormente. En el presente, miembros de diferentes partidos políticos y activistas están buscando que se prohíban las corridas de toros. En algunas regiones de España ya no se permite la tauromaquia, entre las que destacan la de Andalucía, Asturias, Cataluña y Canarias. También no se permiten en provincias y municipios de Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela y en varias ciudades de Francia (en este país no se mata a los toros) y Portugal.

La Fiesta Brava en México tiende a decaer no solo porque ha aumentado el número de personas que repudian este cruel espectáculo, y ha afectado el interés de las mismas por otro tipo de eventos artísticos o musicales así como la pérdida del poder adquisitivo de la población. El periódico El Financiero,  en su edición del pasado 5 de febrero, en un artículo alusivo al 69 aniversario de la Plaza México consigna que el negocio taurino en el país registra una baja de 50.0% en el número de corridas y de 56.0% en la cantidad de toros y novillos que fueron lidiados en los últimos 10 años; en el 2004 se celebraban alrededor de mil corridas de toros en las más de 50 plazas en la República, comparado con solo 500 en el 2014; en ese periodo el número de toros y novillos lidiados pasó de casi 9,000 a 4,000. Asimismo, la actividad productiva y la rentabilidad de los ganaderos especializados en la cría de toros de lidia ha caído; en 260 ganaderías en Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas, Tlaxcala y Aguascalientes, principalmente, donde se crían hasta 45,000 ejemplares al año, dependen 2,500 familias; en general en el negocio de la tauromaquia trabajan directa e indirectamente 50,000 personas. Es previsible que las plazas de toros se utilicen cada vez más para presentaciones musicales, eventos políticos y deportivos.